"También eres uno de nosotros. ¿Comprendes lo que quiero decir? De modo que no debes creer lo que te digan. También nos perteneces. Las brujas no saben que el Nagual nos lo contó todo. Creen que son las únicas que saben. Costó dos toltecas hacernos como somos. Somos hijos de ambos. Esas brujas...
Espera, espera, Pablito dije, tapándole la boca.Calló, aparentemente asustado por lo súbito de mi movimiento.¿Qué me quieres dar a entender con eso de que costó dos toltecas hacernos?El Nagual nos hizo saber que éramos toltecas. Todos nosotros somos toltecas. Según él, un tolteca es un receptor y conservador de misterios. El Nagual y Genaro son toltecas. Nos dieron su luminosidad y sus misterios. Recibimos sus misterios y ahora los conservamos.Su empleo de la palabra «tolteca» me desconcertó. Yo estaba familiarizado únicamente con su significado antropológico. En ese contexto, refiere siempre a la cultura de un pueblo de lengua nahuatl del centro y sur de México, ya extinguido en tiempos de la Conquista. ¿Por qué nos llamaba toltecas? pregunté, sin saber qué otra cosa decir. Porque eso es lo que somos. En vez de decir qué éramos brujos o hechiceros, él decía que éramos toltecas.
Yo vivía en la ciudad de Tula. Conozco esas pirámides como la palma de mi mano. El nagual me dijo que él también vivió allí. Sabía todo acerca de las pirámides. El mismo era un tolteca.Advertí entonces que algo más que curiosidad me había hecho ir a la zona arqueológica de Tula. La razón principal por la que acepté la invitación de mi amigo fue porque la primera vez que visité a la Gorda y a los otros, me dijeron algo que don Juan nunca me había mencionado: que él se consideraba un descendiente cultural de los toltecas. Tula fue el antiguo epicentro del imperio tolteca.
Don Juan me dio a entender que dicha maestría era la versión moderna de una antiquísima tradición, que él llamaba la tradición de los antiguos videntes toltecas
-Mucho tiempo antes de que los españoles llegaran a México –dijo D. Juan - existían extraordinarios videntes toltecas, hombres capaces de actos inconcebibles. Eran el último eslabón en una cadena de conocimiento que se extendió a lo largo de miles de años. Esos videntes toltecas fueron hombres extraordinarios; brujos poderosos, sombríos y obsesionados que desentrañaron misterios y poseyeron conocimientos secretos que utilizaban para afectar o subyugar a quienes cayeran en sus manos. Sabían como inmovilizar la atención de sus víctimas y fijarla en lo que fuera. Dejó de hablar y me miró. Sentí que esperaba que yo le hiciera una pregunta, pero no sabía qué preguntar.
-Tengo que hacer hincapié en un hecho importante -prosiguió-, el hecho de que aquellos brujos sabían cómo inmovilizar la atención de sus víctimas. No te diste cuenta, cuando yo lo mencioné no significó nada para ti. No es raro. Una de las cosas más difíciles de admitir es que el estar consciente de ser es algo que puede ser manejado.
Me sentí confuso. Sabía que me guiaba hacia algo. Sentía una aprensión familiar, el mismo sentimiento que siempre me asaltaba cuando don Juan comenzaba un nuevo ciclo de enseñanzas.
-Vamos a hablar del estar consciente de ser -continuó-. Los videntes toltecas, de hecho, fueron los maestros supremos del arte de estar consciente de ser. Cuando digo que sabían cómo inmovilizar la atención de sus víctimas, quiero decir que su conocimiento y sus prácticas secretas les permitieron romper el misterio del estar consciente de ser. Muchas de sus prácticas han sobrevivido hasta el día de hoy, afortunadamente, en una forma modificada. Digo afortunadamente porque esas actividades; como ya te lo explicaré, no llevaron a los antiguos videntes toltecas a la libertad, sino a su ruina.
-¿Usted conoce esas prácticas? -pregunté.
-Claro que sí -contestó-. No hay manera de que nosotros no conozcamos esas técnicas, pero eso no quiere decir que las practiquemos. Tenemos otras miras. Pertenecemos a un nuevo ciclo.
-Pero, ¿usted no se considera brujo, verdad, don Juan? -le pregunté.
-No le hagas, -dijo-. Yo soy un guerrero que ve. En realidad, todos nosotros somos los nuevos videntes. Los antiguos videntes eran los brujos.
“Para el hombre común -prosiguió-, la brujería es asunto negativo, pero de todos modos fascinante. Por esa razón, siempre te animé, en tu estado de conciencia normal, a que pensaras que nosotros somos brujos. Es recomendable hacerlo. Sirve para atraer el interés. Pero, para nosotros ser brujos sería como entrar en un callejón sin salida.
Quise saber que quería decir con eso, pero se negó a hablar al respecto. Dijo que se explayaría en el tema conforme siguiera avanzando con su exposición del estar consciente de ser.
Le pregunté acerca del origen del conocimiento de los toltecas.
-Al comer plantas de poder los toltecas dieron el primer paso en el camino del conocimiento -contestó-. Ya fuera empujados por la curiosidad, o el hambre, o el error, las comieron. Una vez que las plantas de poder produjeron sus efectos, solamente fue asunto de esperar hasta que algunos de ellos comenzaran a analizar sus experiencias. En mi opinión, los primeros hombres que recorrieron el camino del conocimiento fueron muy intrépidos y al mismo tiempo muy desacertados.
-¿No es todo esto una conjetura de su parte, don Juan?
-No, esto no es ninguna conjetura mía. Yo soy vidente, y cuando me enfoco en aquella época sé todo lo que ocurrió.
¿Puede ver los detalles de las cosas del pasado? -pregunté.
-Ver es un sentido peculiar de saber -contestó-, de saber algo sin la menor duda. En este caso sé lo que hicieron esos hombres, no solamente a causa de que veo, sino porque estamos tan estrechamente ligados con ellos.
Don Juan explicó entonces que su uso del término “tolteca” no correspondía a la manera como yo lo usaba. Para mí significaba una cultura, el imperio tolteca. Para él, el término “tolteca” significaba “hombre de conocimiento”.
Dijo que en la época a que se refería, siglos o tal vez incluso milenios antes de la Conquista española, todos aquellos hombres de conocimiento vivían dentro de una vasta área geográfica, al norte y al sur del valle de México, y que se dedicaban a ocupaciones específicas: curar, embrujar, hacer relatos, bailar, ser oráculos, preparar alimentos y bebidas. Tales ocupaciones fomentaban un conocimiento específico, un conocimiento que los diferenciaba del hombre común y corriente. Por otra parte, esos toltecas eran personas que encajaban en la estructura de la vida cotidiana, muy a la manera en que lo hacen en nuestra época los médicos, artistas, maestros, sacerdotes y hombres de negocios. Practicaban sus profesiones bajo el estricto control de cofradías organizadas y llegaron a ser expertos tan influyentes que incluso dominaron todas las áreas vecinas.
Don Juan dijo que después de siglos de usar plantas de poder, algunos de ellos aprendieron finalmente a ver. Los más emprendedores comenzaron entonces la enseñanza de cómo ver. Y ese fue el principio de su perdición. Al pasar el tiempo aumentó el número de videntes, y la obsesión de ver llegó a tal punto que dejaron de ser hombres de conocimiento. Se volvieron expertos en ver y en ejercer control sobre los extraños mundos que atestiguaban, pero todo ello no sirvió de nada. El ver había socavado su fuerza y los había obligado a obsesionarse con lo que veían.
“Sin embargo, hubo videntes que escaparon a ese destino -prosiguió don Juan-, grandes hombres que, a pesar de ver, nunca dejaron de ser hombres de conocimiento. Estoy convencido de que, bajo su dirección, las poblaciones de ciudades enteras penetraron en los mundos que veían, y de ellos no volvieron a salir jamás.
“Pero los videntes que podían sólo ver fueron un fracaso, y cuando su tierra fue invadida por pueblos conquistadores se encontraron tan indefensos como todos los demás.
“Esos conquistadores -continuó- se apoderaron del mundo tolteca, se apropiaron de todo, pero nunca aprendieron a ver.
-¿Por qué cree usted que nunca aprendieron a ver? -pregunté.
-Porque copiaron los procedimientos de los videntes toltecas sin tener el conocimiento interno que los acompaña. Hasta la fecha hay cantidades de brujos por todo México, descendientes de esos conquistadores, que siguen imitando a los toltecas, pero sin saber lo que hacen, o lo que dicen, porque no son videntes.
-¿Quiénes fueron esos conquistadores, don Juan?
-Otros indios -dijo-. Cuando llegaron los españoles, los antiguos videntes habían desaparecido hacía ya siglos. Lo que encontraron los españoles fue una nueva casta de videntes que comenzaba ya a asegurar su posición en un nuevo ciclo.-¿Qué cosa es una nueva casta de videntes?
-Después que el mundo de los primeros toltecas fue destruido, los videntes que sobrevivieron se recluyeron y empezaron un recuento de sus prácticas. Lo primero que hicieron fue establecer el acecho, el ensoñar y el intento como los procedimientos claves, luego descontinuaron el uso de las plantas de poder; quizás eso nos da cierta idea de lo que realmente les sucedió con las plantas de poder.
“El nuevo ciclo apenas comenzaba a establecerse cuando los conquistadores españoles acabaron con todo. Afortunadamente, para entonces los nuevos videntes estaban completamente preparados para enfrentar ese peligro. Ya eran practicantes consumados del arte del acecho.
Don Juan dijo que los subsecuentes siglos de subyugación les proporcionaron a los nuevos videntes las circunstancias ideales para perfeccionar sus habilidades. Por extraño que parezca, fue el extremo rigor y la coerción de dicho periodo lo que les dio el ímpetu para refinar sus nuevos principios. Y gracias al hecho de que nunca divulgaban sus actividades, se les dejó libres y pudieron explorar y delinear el curso de sus actos.
-¿Hubo un gran número de videntes durante la Conquista? -pregunté.
-Al principio había muchos. En la época colonial sólo quedó un puñado. El resto había sido exterminado.
-¿Y cómo está la cosa hoy en día?
-Hay unos cuantos. Como tú comprenderás, están dispersos por todas partes.
-¿Los conoce, usted, don Juan?
-Una pregunta tan sencilla es la más difícil de contestar -repuso-. Hay unos a quienes conocemos muy bien. Pero no son exactamente como nosotros, porque se han concentrado en otros aspectos específicos del conocimiento, tales como bailar, curar, embrujar, hablar, en vez de lo que recomiendan los nuevos videntes: el acecho, el ensueño y el intento. Los que son exactamente como nosotros no cruzarían nuestro camino. Así lo dispusieron los videntes que vivieron durante los tiempos coloniales para evitar ser exterminados por los españoles. Cada uno de esos videntes fundó un linaje. Y no todos ellos tuvieron descendientes, de modo que quedan muy pocos.
-¿Conoce usted a algunos que sean exactamente como nosotros?
-Unos cuantos -contestó lacónicamente.
Le pedí entonces que me diera toda la información posible; el tema me interesaba de manera vital; me era de suma importancia conocer nombres y direcciones con objeto de validar y corroborar todo lo que me estaba diciendo.
Don Juan no parecía interesado en complacerme.
-Los nuevos videntes pasaron por todas esas corroboraciones -dijo-. La mitad de ellos dejó los huesos en el cuarto donde los corroboraban. Así que ahora son pájaros solitarios. Dejémoslo así. Lo único de lo que podemos hablar es de nuestro linaje. Acerca de eso, tú y yo podemos decir todo lo que queramos.
Explicó que todos los linajes fueron iniciados en la misma época y de igual manera. Hacia fines del siglo dieciséis cada nagual se cerró en sí mismo y aisló a su grupo de videntes para que no tuvieran ningún contacto abierto con otros videntes. La consecuencia de esa drástica segregación fue la formación de linajes individuales. Dijo que nuestro linaje estaba compuesto de catorce naguales y ciento veintiséis videntes. Algunos de esos catorce naguales tuvieron solamente siete videntes con ellos, otros tuvieron once y algunos hasta quince.
(...) nuestro raciocinio, por sí solo, no puede proporcionarnos una respuesta a la razón de nuestra existencia. Cada vez que trata de hacerlo, la conclusión es siempre un asunto de fe y credo. Los antiguos videntes toltecas tomaron otro camino, y por cierto llegaron a otra conclusión que no tiene que ver con la fe y el credoSe deslizó sobre las baldosas y los ladrillos oscuros que obedecían a un viejo diseño tolteca, colocado por el propio Isidoro Baltazar, dibujo que unía a generaciones de hechiceros y ensoñadores a través de las edades en una maraña de secretos y hazañas de poder...Su enseñanza, o más bien la de la tradición de videntes a la que él pertenecía, parte del hecho de que el universo es dual, está formado por dos fuerzas que los antiguos videntes simbolizaban mediante dos serpientes que se entrelazan. Pero esas fuerzas no tienen que ver con las dualidades que llamamos bien y mal, Dios y diablo, lo positivo y lo negativo, o cualquier otro tipo de oposición en la cual podamos pensar coherentemente. Más bien, conforman una inexplicable onda de energía que los toltecas denominaron el tonal y el nagual. A ese tipo especial de atención le llamaron “ensueño”, y lo usaron para explorar la energía oscura con deliberación y entrar en contacto con la fuente del universo. De esa manera, la observación inicial de los sabios toltecas se convirtió en un conocimiento práctico.El asunto de las plantas es muy delicado. Si quieres entenderlo, tienes que abandonar la visión folklórica que tiene casi todo el mundo sobre los brujos. Los verdaderos guerreros toltecas no son fanáticos del doping ni de nada; su conducta está estrictamente dictada por la impecabilidad.“La enseñanza tolteca enfatiza el ensueño. No importa cómo se le describa, su resultado es convertir el caos perceptivo de un sueño común en un espacio práctico, donde podemos actuar inteligentemente.”"Ese tipo de atención sobre un animal da como resultado una pieza de caza. Si lo aplicamos sobre otra persona, produce un cliente, un discípulo o un enamoramiento. Y sobre un ser inorgánico, nos proporciona lo que los brujos llaman ‘un aliado’. Pero sólo si aplicamos el acecho sobre nosotros mismos, puede ser considerado un arte tolteca, porque entonces produce algo precioso: conciencia.”“El poder de esa visión ha llegado hasta la actualidad. Todos los naguales de los que tengo noticia fueron toltecas, es decir, unos artistas consumados. Unieron el control impecable de sus emociones a la elevada sensibilidad estética que les proporcionaban sus experimentos de conciencia. El resultado fue una inaudita capacidad para comunicar sensaciones y para deslindar experiencias con las que otros hombres se enredarían y terminarían balbuceando incoherencias.“Todo lo que quieres saber sobre tu país, ¡ve y descúbrelo por ti mismo! Como mexicano, tú eres el más indicado para recuperar el mensaje tolteca. Esa es tu tarea, tu compromiso ante el mundo. Si eres tan flojo que no puedes asumirlo, alguien más lo hará.”Añadió que la ciencia moderna no ha logrado penetrar en la enseñanza tolteca porque no tiene la metodología apropiada, no porque los principios del brujo y del científico sean intrínsecamente incompatibles“Al contrario de lo que muchos piensan, la necesidad de corroborar no es exclusiva de la cultura occidental, también es un imperativo en la tradición tolteca. El nagualismo, como sistema ideológico, no se basa en dogmas, sino en la experiencia personal de generaciones de practicantes. Sería absurdo considerar que todas esas personas, durante miles de años, han estado depositando su confianza en simples patrañas. “Como su punto de partida es la experimentación, se puede decir que el nagualismo no es una forma de creencia, sino una ciencia.”“Lo irónico es que, de hecho, los humanos sí nos dividimos en dos grupos: quienes disipan su energía y quienes la conservan. A estos últimos puedes llamarles como quieras, brujos, toltecas, iniciados; da igual que tengan maestro o que no lo tengan. Su realidad luminosa es tal, que están a un paso de la libertad. Lo que nadie puede enseñarles, los guerreros lo obtienen de sí mismos escuchando los comandos silenciosos del espíritu.“Por lo tanto, la regla para los videntes de la nueva era es la preparación, ese es su sello distintivo. No sólo deben prepararse en las artes de la brujería, sino que, además, deben cultivar su mente a fin de saberlo y entenderlo todo. El intelecto es hoy el consuelo del tolteca, tal como antaño lo fue la afición por los rituales. Con el paso del tiempo, el anciano lo tomo como aprendiz y le introdujo en una dimensión totalmente desconocida para el hombre moderno: la sabiduría tradicional de los antiguos videntes toltecas, comúnmente conocida como “brujería” o “nagualismo”. El nagualismo fue durante miles de años una práctica socialmente aceptada, tal como entre nosotros lo es la religión o la ciencia. Con el tiempo, sus postulados ganaron en abstracción y síntesis, convirtiéndose en una especie de propuesta filosófica cuyos practicantes llevaron el nombre de toltecas. Los toltecas no eran lo que comúnmente entendemos por brujos, es decir, individuos que usan fuerzas sobrenaturales para dañar a otros, sino hombres y mujeres extremadamente disciplinados e interesados en complejos aspectos del estar conscientes.Uno de los descubrimientos más relevantes de los videntes toltecas, fue que los seres humanos poseemos una configuración luminosa o campo energético en torno a nuestro cuerpo físico. También vieron que unos pocos venían con una configuración especial dividida en dos partes. A estos les llamaron naguales, es decir, “personas duplicadas”. Por su particular conformación, el nagual tiene mayores recursos que el común de las gentes. También vieron que, a causa de su doblez y excepcional energía, son líderes naturales.
Extraído de Yeitekpatl del Foro Castaneda.
Espera, espera, Pablito dije, tapándole la boca.Calló, aparentemente asustado por lo súbito de mi movimiento.¿Qué me quieres dar a entender con eso de que costó dos toltecas hacernos?El Nagual nos hizo saber que éramos toltecas. Todos nosotros somos toltecas. Según él, un tolteca es un receptor y conservador de misterios. El Nagual y Genaro son toltecas. Nos dieron su luminosidad y sus misterios. Recibimos sus misterios y ahora los conservamos.Su empleo de la palabra «tolteca» me desconcertó. Yo estaba familiarizado únicamente con su significado antropológico. En ese contexto, refiere siempre a la cultura de un pueblo de lengua nahuatl del centro y sur de México, ya extinguido en tiempos de la Conquista. ¿Por qué nos llamaba toltecas? pregunté, sin saber qué otra cosa decir. Porque eso es lo que somos. En vez de decir qué éramos brujos o hechiceros, él decía que éramos toltecas.
Yo vivía en la ciudad de Tula. Conozco esas pirámides como la palma de mi mano. El nagual me dijo que él también vivió allí. Sabía todo acerca de las pirámides. El mismo era un tolteca.Advertí entonces que algo más que curiosidad me había hecho ir a la zona arqueológica de Tula. La razón principal por la que acepté la invitación de mi amigo fue porque la primera vez que visité a la Gorda y a los otros, me dijeron algo que don Juan nunca me había mencionado: que él se consideraba un descendiente cultural de los toltecas. Tula fue el antiguo epicentro del imperio tolteca.
Don Juan me dio a entender que dicha maestría era la versión moderna de una antiquísima tradición, que él llamaba la tradición de los antiguos videntes toltecas
-Mucho tiempo antes de que los españoles llegaran a México –dijo D. Juan - existían extraordinarios videntes toltecas, hombres capaces de actos inconcebibles. Eran el último eslabón en una cadena de conocimiento que se extendió a lo largo de miles de años. Esos videntes toltecas fueron hombres extraordinarios; brujos poderosos, sombríos y obsesionados que desentrañaron misterios y poseyeron conocimientos secretos que utilizaban para afectar o subyugar a quienes cayeran en sus manos. Sabían como inmovilizar la atención de sus víctimas y fijarla en lo que fuera. Dejó de hablar y me miró. Sentí que esperaba que yo le hiciera una pregunta, pero no sabía qué preguntar.
-Tengo que hacer hincapié en un hecho importante -prosiguió-, el hecho de que aquellos brujos sabían cómo inmovilizar la atención de sus víctimas. No te diste cuenta, cuando yo lo mencioné no significó nada para ti. No es raro. Una de las cosas más difíciles de admitir es que el estar consciente de ser es algo que puede ser manejado.
Me sentí confuso. Sabía que me guiaba hacia algo. Sentía una aprensión familiar, el mismo sentimiento que siempre me asaltaba cuando don Juan comenzaba un nuevo ciclo de enseñanzas.
-Vamos a hablar del estar consciente de ser -continuó-. Los videntes toltecas, de hecho, fueron los maestros supremos del arte de estar consciente de ser. Cuando digo que sabían cómo inmovilizar la atención de sus víctimas, quiero decir que su conocimiento y sus prácticas secretas les permitieron romper el misterio del estar consciente de ser. Muchas de sus prácticas han sobrevivido hasta el día de hoy, afortunadamente, en una forma modificada. Digo afortunadamente porque esas actividades; como ya te lo explicaré, no llevaron a los antiguos videntes toltecas a la libertad, sino a su ruina.
-¿Usted conoce esas prácticas? -pregunté.
-Claro que sí -contestó-. No hay manera de que nosotros no conozcamos esas técnicas, pero eso no quiere decir que las practiquemos. Tenemos otras miras. Pertenecemos a un nuevo ciclo.
-Pero, ¿usted no se considera brujo, verdad, don Juan? -le pregunté.
-No le hagas, -dijo-. Yo soy un guerrero que ve. En realidad, todos nosotros somos los nuevos videntes. Los antiguos videntes eran los brujos.
“Para el hombre común -prosiguió-, la brujería es asunto negativo, pero de todos modos fascinante. Por esa razón, siempre te animé, en tu estado de conciencia normal, a que pensaras que nosotros somos brujos. Es recomendable hacerlo. Sirve para atraer el interés. Pero, para nosotros ser brujos sería como entrar en un callejón sin salida.
Quise saber que quería decir con eso, pero se negó a hablar al respecto. Dijo que se explayaría en el tema conforme siguiera avanzando con su exposición del estar consciente de ser.
Le pregunté acerca del origen del conocimiento de los toltecas.
-Al comer plantas de poder los toltecas dieron el primer paso en el camino del conocimiento -contestó-. Ya fuera empujados por la curiosidad, o el hambre, o el error, las comieron. Una vez que las plantas de poder produjeron sus efectos, solamente fue asunto de esperar hasta que algunos de ellos comenzaran a analizar sus experiencias. En mi opinión, los primeros hombres que recorrieron el camino del conocimiento fueron muy intrépidos y al mismo tiempo muy desacertados.
-¿No es todo esto una conjetura de su parte, don Juan?
-No, esto no es ninguna conjetura mía. Yo soy vidente, y cuando me enfoco en aquella época sé todo lo que ocurrió.
¿Puede ver los detalles de las cosas del pasado? -pregunté.
-Ver es un sentido peculiar de saber -contestó-, de saber algo sin la menor duda. En este caso sé lo que hicieron esos hombres, no solamente a causa de que veo, sino porque estamos tan estrechamente ligados con ellos.
Don Juan explicó entonces que su uso del término “tolteca” no correspondía a la manera como yo lo usaba. Para mí significaba una cultura, el imperio tolteca. Para él, el término “tolteca” significaba “hombre de conocimiento”.
Dijo que en la época a que se refería, siglos o tal vez incluso milenios antes de la Conquista española, todos aquellos hombres de conocimiento vivían dentro de una vasta área geográfica, al norte y al sur del valle de México, y que se dedicaban a ocupaciones específicas: curar, embrujar, hacer relatos, bailar, ser oráculos, preparar alimentos y bebidas. Tales ocupaciones fomentaban un conocimiento específico, un conocimiento que los diferenciaba del hombre común y corriente. Por otra parte, esos toltecas eran personas que encajaban en la estructura de la vida cotidiana, muy a la manera en que lo hacen en nuestra época los médicos, artistas, maestros, sacerdotes y hombres de negocios. Practicaban sus profesiones bajo el estricto control de cofradías organizadas y llegaron a ser expertos tan influyentes que incluso dominaron todas las áreas vecinas.
Don Juan dijo que después de siglos de usar plantas de poder, algunos de ellos aprendieron finalmente a ver. Los más emprendedores comenzaron entonces la enseñanza de cómo ver. Y ese fue el principio de su perdición. Al pasar el tiempo aumentó el número de videntes, y la obsesión de ver llegó a tal punto que dejaron de ser hombres de conocimiento. Se volvieron expertos en ver y en ejercer control sobre los extraños mundos que atestiguaban, pero todo ello no sirvió de nada. El ver había socavado su fuerza y los había obligado a obsesionarse con lo que veían.
“Sin embargo, hubo videntes que escaparon a ese destino -prosiguió don Juan-, grandes hombres que, a pesar de ver, nunca dejaron de ser hombres de conocimiento. Estoy convencido de que, bajo su dirección, las poblaciones de ciudades enteras penetraron en los mundos que veían, y de ellos no volvieron a salir jamás.
“Pero los videntes que podían sólo ver fueron un fracaso, y cuando su tierra fue invadida por pueblos conquistadores se encontraron tan indefensos como todos los demás.
“Esos conquistadores -continuó- se apoderaron del mundo tolteca, se apropiaron de todo, pero nunca aprendieron a ver.
-¿Por qué cree usted que nunca aprendieron a ver? -pregunté.
-Porque copiaron los procedimientos de los videntes toltecas sin tener el conocimiento interno que los acompaña. Hasta la fecha hay cantidades de brujos por todo México, descendientes de esos conquistadores, que siguen imitando a los toltecas, pero sin saber lo que hacen, o lo que dicen, porque no son videntes.
-¿Quiénes fueron esos conquistadores, don Juan?
-Otros indios -dijo-. Cuando llegaron los españoles, los antiguos videntes habían desaparecido hacía ya siglos. Lo que encontraron los españoles fue una nueva casta de videntes que comenzaba ya a asegurar su posición en un nuevo ciclo.-¿Qué cosa es una nueva casta de videntes?
-Después que el mundo de los primeros toltecas fue destruido, los videntes que sobrevivieron se recluyeron y empezaron un recuento de sus prácticas. Lo primero que hicieron fue establecer el acecho, el ensoñar y el intento como los procedimientos claves, luego descontinuaron el uso de las plantas de poder; quizás eso nos da cierta idea de lo que realmente les sucedió con las plantas de poder.
“El nuevo ciclo apenas comenzaba a establecerse cuando los conquistadores españoles acabaron con todo. Afortunadamente, para entonces los nuevos videntes estaban completamente preparados para enfrentar ese peligro. Ya eran practicantes consumados del arte del acecho.
Don Juan dijo que los subsecuentes siglos de subyugación les proporcionaron a los nuevos videntes las circunstancias ideales para perfeccionar sus habilidades. Por extraño que parezca, fue el extremo rigor y la coerción de dicho periodo lo que les dio el ímpetu para refinar sus nuevos principios. Y gracias al hecho de que nunca divulgaban sus actividades, se les dejó libres y pudieron explorar y delinear el curso de sus actos.
-¿Hubo un gran número de videntes durante la Conquista? -pregunté.
-Al principio había muchos. En la época colonial sólo quedó un puñado. El resto había sido exterminado.
-¿Y cómo está la cosa hoy en día?
-Hay unos cuantos. Como tú comprenderás, están dispersos por todas partes.
-¿Los conoce, usted, don Juan?
-Una pregunta tan sencilla es la más difícil de contestar -repuso-. Hay unos a quienes conocemos muy bien. Pero no son exactamente como nosotros, porque se han concentrado en otros aspectos específicos del conocimiento, tales como bailar, curar, embrujar, hablar, en vez de lo que recomiendan los nuevos videntes: el acecho, el ensueño y el intento. Los que son exactamente como nosotros no cruzarían nuestro camino. Así lo dispusieron los videntes que vivieron durante los tiempos coloniales para evitar ser exterminados por los españoles. Cada uno de esos videntes fundó un linaje. Y no todos ellos tuvieron descendientes, de modo que quedan muy pocos.
-¿Conoce usted a algunos que sean exactamente como nosotros?
-Unos cuantos -contestó lacónicamente.
Le pedí entonces que me diera toda la información posible; el tema me interesaba de manera vital; me era de suma importancia conocer nombres y direcciones con objeto de validar y corroborar todo lo que me estaba diciendo.
Don Juan no parecía interesado en complacerme.
-Los nuevos videntes pasaron por todas esas corroboraciones -dijo-. La mitad de ellos dejó los huesos en el cuarto donde los corroboraban. Así que ahora son pájaros solitarios. Dejémoslo así. Lo único de lo que podemos hablar es de nuestro linaje. Acerca de eso, tú y yo podemos decir todo lo que queramos.
Explicó que todos los linajes fueron iniciados en la misma época y de igual manera. Hacia fines del siglo dieciséis cada nagual se cerró en sí mismo y aisló a su grupo de videntes para que no tuvieran ningún contacto abierto con otros videntes. La consecuencia de esa drástica segregación fue la formación de linajes individuales. Dijo que nuestro linaje estaba compuesto de catorce naguales y ciento veintiséis videntes. Algunos de esos catorce naguales tuvieron solamente siete videntes con ellos, otros tuvieron once y algunos hasta quince.
(...) nuestro raciocinio, por sí solo, no puede proporcionarnos una respuesta a la razón de nuestra existencia. Cada vez que trata de hacerlo, la conclusión es siempre un asunto de fe y credo. Los antiguos videntes toltecas tomaron otro camino, y por cierto llegaron a otra conclusión que no tiene que ver con la fe y el credoSe deslizó sobre las baldosas y los ladrillos oscuros que obedecían a un viejo diseño tolteca, colocado por el propio Isidoro Baltazar, dibujo que unía a generaciones de hechiceros y ensoñadores a través de las edades en una maraña de secretos y hazañas de poder...Su enseñanza, o más bien la de la tradición de videntes a la que él pertenecía, parte del hecho de que el universo es dual, está formado por dos fuerzas que los antiguos videntes simbolizaban mediante dos serpientes que se entrelazan. Pero esas fuerzas no tienen que ver con las dualidades que llamamos bien y mal, Dios y diablo, lo positivo y lo negativo, o cualquier otro tipo de oposición en la cual podamos pensar coherentemente. Más bien, conforman una inexplicable onda de energía que los toltecas denominaron el tonal y el nagual. A ese tipo especial de atención le llamaron “ensueño”, y lo usaron para explorar la energía oscura con deliberación y entrar en contacto con la fuente del universo. De esa manera, la observación inicial de los sabios toltecas se convirtió en un conocimiento práctico.El asunto de las plantas es muy delicado. Si quieres entenderlo, tienes que abandonar la visión folklórica que tiene casi todo el mundo sobre los brujos. Los verdaderos guerreros toltecas no son fanáticos del doping ni de nada; su conducta está estrictamente dictada por la impecabilidad.“La enseñanza tolteca enfatiza el ensueño. No importa cómo se le describa, su resultado es convertir el caos perceptivo de un sueño común en un espacio práctico, donde podemos actuar inteligentemente.”"Ese tipo de atención sobre un animal da como resultado una pieza de caza. Si lo aplicamos sobre otra persona, produce un cliente, un discípulo o un enamoramiento. Y sobre un ser inorgánico, nos proporciona lo que los brujos llaman ‘un aliado’. Pero sólo si aplicamos el acecho sobre nosotros mismos, puede ser considerado un arte tolteca, porque entonces produce algo precioso: conciencia.”“El poder de esa visión ha llegado hasta la actualidad. Todos los naguales de los que tengo noticia fueron toltecas, es decir, unos artistas consumados. Unieron el control impecable de sus emociones a la elevada sensibilidad estética que les proporcionaban sus experimentos de conciencia. El resultado fue una inaudita capacidad para comunicar sensaciones y para deslindar experiencias con las que otros hombres se enredarían y terminarían balbuceando incoherencias.“Todo lo que quieres saber sobre tu país, ¡ve y descúbrelo por ti mismo! Como mexicano, tú eres el más indicado para recuperar el mensaje tolteca. Esa es tu tarea, tu compromiso ante el mundo. Si eres tan flojo que no puedes asumirlo, alguien más lo hará.”Añadió que la ciencia moderna no ha logrado penetrar en la enseñanza tolteca porque no tiene la metodología apropiada, no porque los principios del brujo y del científico sean intrínsecamente incompatibles“Al contrario de lo que muchos piensan, la necesidad de corroborar no es exclusiva de la cultura occidental, también es un imperativo en la tradición tolteca. El nagualismo, como sistema ideológico, no se basa en dogmas, sino en la experiencia personal de generaciones de practicantes. Sería absurdo considerar que todas esas personas, durante miles de años, han estado depositando su confianza en simples patrañas. “Como su punto de partida es la experimentación, se puede decir que el nagualismo no es una forma de creencia, sino una ciencia.”“Lo irónico es que, de hecho, los humanos sí nos dividimos en dos grupos: quienes disipan su energía y quienes la conservan. A estos últimos puedes llamarles como quieras, brujos, toltecas, iniciados; da igual que tengan maestro o que no lo tengan. Su realidad luminosa es tal, que están a un paso de la libertad. Lo que nadie puede enseñarles, los guerreros lo obtienen de sí mismos escuchando los comandos silenciosos del espíritu.“Por lo tanto, la regla para los videntes de la nueva era es la preparación, ese es su sello distintivo. No sólo deben prepararse en las artes de la brujería, sino que, además, deben cultivar su mente a fin de saberlo y entenderlo todo. El intelecto es hoy el consuelo del tolteca, tal como antaño lo fue la afición por los rituales. Con el paso del tiempo, el anciano lo tomo como aprendiz y le introdujo en una dimensión totalmente desconocida para el hombre moderno: la sabiduría tradicional de los antiguos videntes toltecas, comúnmente conocida como “brujería” o “nagualismo”. El nagualismo fue durante miles de años una práctica socialmente aceptada, tal como entre nosotros lo es la religión o la ciencia. Con el tiempo, sus postulados ganaron en abstracción y síntesis, convirtiéndose en una especie de propuesta filosófica cuyos practicantes llevaron el nombre de toltecas. Los toltecas no eran lo que comúnmente entendemos por brujos, es decir, individuos que usan fuerzas sobrenaturales para dañar a otros, sino hombres y mujeres extremadamente disciplinados e interesados en complejos aspectos del estar conscientes.Uno de los descubrimientos más relevantes de los videntes toltecas, fue que los seres humanos poseemos una configuración luminosa o campo energético en torno a nuestro cuerpo físico. También vieron que unos pocos venían con una configuración especial dividida en dos partes. A estos les llamaron naguales, es decir, “personas duplicadas”. Por su particular conformación, el nagual tiene mayores recursos que el común de las gentes. También vieron que, a causa de su doblez y excepcional energía, son líderes naturales.
Extraído de Yeitekpatl del Foro Castaneda.
POEMES MÍSTICS DE HAL·LAH.
1
Qué tierra está vacía de Ti
Qué tierra está vacía de Ti
¿Por qué se elevan a buscarte en el cielo?
Tú los ves mirándote en el gran día
Pero ciegos ellos no ven.
2
Mi corazón tenía caprichos dispersos
Y mis caprichos, desde que el ojo
Te ha visto, se han unido
Ahora me envidia aquel que yo envidiaba
Y soy el maestro de otros desde que
Tú te has convertido en mi maestro
No me culpen en Ti amigos y enemigos
Porque desconocen la gravedad de mi prueba
He dejado a la gente su acá-abajo y su religión,
Absorbido en Tu amor,
Oh Tú mi religión y mi acá-abajo
4
Te he escrito sin escribir
Es más bien a mi espíritu a quien he escrito sin escribir
Porque nada separa al espíritu de su Bien Amado
Ni siquiera la distancia de una carta
Y toda carta emanada de Ti, proveniente de Ti
Es una respuesta sin reenvío de respuesta
5
Tu imagen está en mi ojo
Tu invocación en mi boca
Tu habitación en mi corazón
Entonces ¿dónde podrías estar ausente?
9
Con el ojo del corazón vi a mi Señor
Y Le dije : ¿Quién eres Tú?
El me dijo: ¡Tú!
Pues por Ti “donde” no es un lugar
Y allá donde Tú estás no hay un “donde”
De Ti la imaginación no tiene imagen
A fin de que pueda saber dónde estás Tú
Tú que contienes todo “donde”
A la manera de “no dónde”, ¿dónde entonces estás Tú?
10
Tengo un Bien Amado que visito en las soledades
Presente y ausente a las miradas
Tú no me ves escucharle con el oído
Para entender las palabras que Él dice
Palabras sin forma ni pronunciación
Y que no se parecen a la melodía de las voces
Es como si dirigiéndome a Él
Por el pensamiento, yo me dirigiera a mí mismo
Presente y ausente, próximo y lejano
Las figuras de los calificativos no pueden contenerle
Él está más cerca que la conciencia para la imaginación
Y más oculto que los pensamientos evidentes
11
Mátenme mis autoridades pues mi vida ha de ser muerta
Y mi muerte está en mi vida y mi vida está en mi muerte
La desaparición de mí es para mí un don de los más nobles
Y mi permanencia en mis cualidades, uno de los pecados viles
Gran patriarca soy, de un rango elevado
Pues he llegado a ser un niño en el jirón de las nodrizas
Habitando al mismo tiempo el hueco de una tumba en tierras salinas
Mi madre dio a luz a su padre (1), he aquí una de mis maravillas
Y mis hijas, de mis hijas, fueron mis hermanas
No por hecho de los tiempos ni por hecho de los adulterios
12
He renegado la religión de Dios, lo renegado
Es un deber para mí, un pecado para los musulmanes
15
Me esforcé en esperar
Pero mi corazón ¿puede hacer esperar a mi corazón?
Tu espíritu se mezcló a mi espíritu
En la proximidad y la distancia
Pues yo soy Tú como Tú
Tú eres yo y lo que yo quiero
18
Pasiones de lo Verdadero que enteras todas nacen de lo Verdadero
Pero que no pueden alcanzar la comprensión de lo más grande
Pues ¿qué es la pasión sino una inclinación seguida de una mirada
Que propaga una llama entre sus conciencias?
Si lo Verdadero llega a habitar la conciencia
Tres estados se repiten ahí al cuidado de los clarividentes:
Un estado que aniquila la conciencia en la esencia de su pasión
Luego la hace presente por la pasión en estado de perplejidad
Y un estado donde todas las fuerzas de la conciencia se aúnan
Volviéndose hacia una visión que aniquila a todo visionario
19
Cuando el enamorado alcanza la perfección en el amor
Y se abstiene de Invocarlo bajo el dominio de la invocación
Entonces ve la verdad de aquello con que el amor le rindió testimonio:
Blasfemia, la plegaria de los amantes
21
Tú moras en mi corazón y él contiene los misterios de Ti
¡Que la morada se regocije y se regocije el vecino!
El no refrena ningún misterio que yo conozca salvo Tú
Mira con Tu ojo: ¿hay algún otro en la morada?
Que la noche de la separación se alargue o se acorte
La esperanza y el recuerdo de Él me hacen compañía
Mi pérdida me conviene porque Te conviene,
Oh mi Asesino
22
Las luces de la luz de la Luz tienen luces en la creación
Y el Misterio tiene misterios en la conciencia de quienes saben guardarlo
Y el Ser entre los seres es un ser creador
Donde mi corazón descansa, se ofrenda y divide
Con el ojo de la razón contempla lo que describo
Pues la razón tiene más de un oído conciente y más de una mirada
24
Al negarte Te santifico
Y mi razón en Ti es locura
¿Quién es Adán sino Tú?
¿Y quién en el alejamiento es Satán?
25
De todo mi ser, Oh mi Santidad, contengo Tu amor pleno
Tú Te revelas a mí como si estuvieras en mí
Vuelvo mi corazón hacia aquello que no eres Tú
Y no veo más que a mí extranjero a los otros, familiar a Ti
En el confinamiento de la vida, heme aquí privado de humanos
¡Arrástrame entonces a mi confinamiento!
26
¡Dios es testigo! Que ningún sol salga ni se ponga
Sin que Tu amor esté unido a mis suspiros
Y que no me aísle para distraerme con el prójimo
Sin que Tú seas mi distracción con el prójimo
Y que triste o gozoso no Te invoque
Sin que Tú estés en mi corazón entre mis dudas
Y que de sed no me apreste a beber agua
Sin que vea una imagen de Ti en mi copa
¡Ah! ¡si yo pudiera, iría a Ti
corriendo con el rostro o caminando con la cabeza!
27
¡Oh brisa! ¡Di al cervatilloque beber no hace más que acrecentar mi sed!
Tengo un Bien Amado cuyo amor está en medio de las entrañas
Que Él pisotee mis mejillas si Él quiere
Su espíritu es mi espíritu, mi espíritu Su espíritu
Si Él quiere yo quiero y si yo quiero Él quiere
28
No ceso de flotar en los mares del amor
Las aguas me elevan y me hunden
Ya sea que las aguas me sostengan
Ya sea que caiga y me hunda
En fin Él me lleva en amorAllá donde no hay orilla
Yo llamaba a Aquel cuyo nombre no desvelo
Y que jamás traicionaré en amor¡
Que mi alma no Te desee, Señor,
Pues ese no fue nuestro pacto!
33
¡Mi Único me ha unificado por la unificación de lo Verdadero
Verdadero que no conduce a multitud de caminos
Yo soy lo Verdadero y lo Verdadero es Verdadero por lo Verdadero
Él se viste de Sí mismo y la diferencia se desvanece
Estrellas puras se manifiestan
Centelleando en brillantes relámpagos!
34
¡No se nos calumnie! He aquí los dedos
que tenemos teñidos con sangre de los amantes
36
Tu espíritu se mezcla a mi espíritu
Como el ámbar al almizcle oloroso
Si una cosa Te toca, ella me toca
Porque Tú eres yo inseparablemente
38
La vida de aquí abajo me hace creer que me equivoco
Como si yo no supiera su estado
Dios condenando lo ilícito
Y yo evitando lo lícito
Ella me tendió su derecha
Y yo la devolví con su izquierd
aYo la vi en la necesidad
Y le hice ofrenda de su totalidad
¿Y cómo llorar su abandonocuando no conozco sus favores?
39
Con el ojo del saber mi mirada indicó
Indicó con el solo pensamiento secreto
Y en mi conciencia algo apareció
Más sutil a comprender por la imaginación de mi imaginación
Y dividí el tumulto de la mar de mi pensamiento
Atravesándolo como una flecha
Y mi corazón se elevó con las plumas de mi nostalgia
Fijas a las alas de mi determinación
Hacia Aquel que, preguntándoseme sobre Él,
Yo indico por un símbolo pero que no nombro
Hasta que, habiendo sobrepasado todo límite
Errante en los desiertos de la proximidad
Yo miraba dos puntos de agua
Y no veía ahí nada que sobrepasara los límites de mi imagen
Entonces dócil, vine a Él
Sosteniendo el extremo de mi traílla en la palma de mi sumisión
El amor grabó de Él en mi corazón
A hierro de la nostalgia, una huella ¡qué huella!
Y en la proximidad, la visión de mí se ausentó de mí
Tanto que olvidé mi nombre
40
Me sorprendo de Ti y de mí
Me sorprendo de Ti y de mí
Oh Tú que deseas al deseante
Tú me has acercado a Ti
Al punto que he creído que Tú eras yo
Y me he absorbido en el amor
Al punto que Tú me has aniquilado en Ti¡
Oh, mi felicidad en la vida
Y mi quietud después de mi sepultación!
En mi lamento y mi confianza
Sólo Tú me acompañas
¡Oh Tú cuyos jardines de signos
Abrazan toda apariencia
Si yo deseo una cosa
Tú eres todo lo que yo deseo
41
Oh tú que me acusas por Su amor,
¡Cómo me acusas!
No me habrías acusado si de Él hubieras sabido por qué sufro
Algunos van de peregrinación, la mía está ahí donde yo habito
Sacrifican el ganado y yo, mi alma y mi sangre
Aquellos que, sin la ayuda de los sentidos, giran alrededor de la Ka’aba,
Giran alrededor de Dios,
Quien les dispensa del Lugar Sagrado
44
¡Ay! ¿Tú o yo? ¡He aquí dos dioses!
Lejos de mí, lejos de mí la afirmación de dos
Ah, jamás mi no-ser es para Ti un ser
Y mi todo es en todo ambiguo al doble rostro
¿Dónde, entonces, está Tu ser ahí donde yo miro?
Pues ya mi ser está allá o él no tiene “donde”
¿Y dónde está Tu rostro que yo busco con la mirada?
¿En la visión del corazón? ¿En la visión del ojo?
Entre Tú y yo, un yo está de más¡
Que la separación cese y que el Tú avasalle al yo!
47
Dos en mí vigilan, testigos de Su amor
Y dos en mí atestiguan que Tú me ves
En lo más profundo de mí, no hay pensamiento sino para Ti
Y mi lengua no dice más que Tu amor
Si yo quiero el oriente, Tú eres el oriente del oriente
Y si quiero el occidente, Tú estás justo delante de mis ojos
Si quiero un en-lo-alto, Tú eres el en-lo alto del en-lo-alto
Y si yo quiero un en-lo-bajo, Tú eres todo espacio
Tú eres el lugar de todo, o más bien su no lugar
Y Tú estás, imperecedero, en el todo de todo
En mi corazón, mi alma, mi conciencia mi pensamiento,
La alternancia de mis respiros y el nudo de mi íntimo.
ELISABETH KUBLER-ROSS: Vivir y Morir.
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En todas las experiencias ha quedado de manifiesto que personas que profesan diferentes religiones ven apariciones distintas según su religión. Quizá nuestro mejor ejemplo es el de este niño de dos años. Como resultado de un medicamento que le inyecto un medico, tuvo una reacción alérgica de tal violencia, que el médico llego a declarar que estaba muerto. Avisaron al padre, y mientras el médico y la madre lo esperaban, esta abrazaba a su hijo, gimiendo, llorando y sufriendo atrozmente. Después de un tiempo, que le aprecio una eternidad, el niño con palabras que podían haber sido las de un hombre viejo, dijo: “Mama, yo estaba muerto. Estaba con Jesús y María. Y María me dijo repetidas veces que mi tiempo aun no había llegado y que yo debía volver a la tierra. Pero yo no quería creerle. Y como ella veía que yo no quería escucharla, me tomo suavemente de la mano y me alejo de Jesús diciendo: "Pedro, debes volver. Debes salvar a tu madre del fuego"“. En ese momento volvió a abrir los ojos y añadió con sus propias palabras: “¿Sabes, mama? Cuando me dijo eso volví corriendo hacia ti”.
Durante trece años esta madre fue incapaz de hablar de este episodio con nadie.
Estaba muy deprimida y hacia una interpretación errada de las palabras dirigidas por María a su hijo.
Había entendido que su hijo un ida la salvaría del fuego, es decir del infierno, pero lo que no en tendía era porque le esperaba el infierno precisamente a ella, que era una buena cristiana, creyente y que trabajaba duramente. Intente explicarle que había interpretado mal el lenguaje simbólico y que ese mensaje era un regalo único y maravilloso de María, que, como todos los seres del plano espiritual, era un ser de amor total e incondicional. Ella no podía criticar ni juzgar a nadie, contrariamente a los seres humanos, en quienes tales cualidades de sensibilidad faltan todavía. Le solicite que durante un momento hiciera abstracción de sus pensamientos para permitir que su cuadrante espiritual e intuitivo le respondiera. Y luego le dije “¿Que habría sentido usted si María no le hubiera devuelto a su Pedro, hace trece años?”. Ella tomó su cabeza con las dos manos y exclamo: “Dios mío eso habría sido el infierno". Por supuesto que no tuve necesidad de plantearle la cuestión: “¿Comprende usted ahora por que María la ha preservado del fuego?”.
Las Sagradas Escrituras abundan en ejemplos de lenguaje simbólico y si la gente escuchara más a menudo su parte intuitivo - espiritual, en lugar de envenenar los mensajes de esa maravillosa fuente de comunicación con su propia negatividad, sus miedos, sus sentimientos de culpabilidad, sus ganas de castigarse a sí mismos y a los demás, también comenzarían a comprender el maravilloso lenguaje simbólico de los moribundos cuando estos intentan confiarnos sus preocupaciones, sus conocimientos y sus percepciones.
Comprobamos también que personas que pertenecen a distintas religiones ven apariciones diferentes y seguramente no necesito precisar que un niño judío no se encontrara nunca con Jesús y que un niño protestante no verá nunca a María. Esto no quiere decir que estos seres no se ocupen de los niños que pertenecen a otras religiones, sino sencillamente que cada persona obtiene lo que más necesita. Los seres que nos encontramos en la vida después de la muerte son aquellos a los que más quisimos y que murieron antes que nosotros.
Después de haber sido acogidos por nuestros padres y amigos en el mas-allá, por nuestros guías espirituales y ángeles de la guarda, pasamos por una transición simbólica que a menudo se describe como un túnel. Algunas veces se vive como un río, otras como un pórtico, siempre según los valores simbólicos respectivos. Mi propia experiencia fue en una cima de montaña con flores silvestres, por la sencilla razón de que mi representación del cielo se refiere a las montañas y a las flores silvestres que fueron la alegría y felicidad de mi juventud en Suiza. El concepto de cielo depende, pues, de factores culturales.
Después de haber pasado por una transición visual muy bella, digamos una especie de túnel, nos acercamos a un manantial luminoso que muchos de nuestros enfermos han descrito y que a mí me fue dado a conocer. Pude vivir la experiencia más maravillosa e inolvidable, lo que se llama la conciencia cósmica. En presencia de esta luz, que la mayoría de los iniciados de nuestra cultura occidental llaman Cristo, Dios, Amor o simplemente Luz, estamos envueltos en un amor total e incondicional de comprensión y de compasión.
Esta luz tiene su origen en la fuente de la energía espiritual pura y no tiene nada que ver con la energía física o psíquica. La energía espiritual no puede ser creada ni manipulada por el hombre. Existe en una esfera en la que la negatividad es imposible.
Esto quiere decir también que en presencia de esta luz no podemos tener sentimientos negativos, por mala que haya podido ser nuestra vida y sean cuales fueren nuestros sentimientos de culpabilidad. En esta luz que muchos llaman Cristo o Dios es también imposible ser condenado puesto que El es amor absoluto e incondicional. En esta luz nos damos cuenta de lo que pudimos ser y de la vida que hubiéramos podido llevar. En presencia de esta luz, rodeados de compasión, de amor y de comprensión, debemos revisar toda nuestra vida para evaluarla. Ya no estamos unidos a la inteligencia física que ha limitado nuestro cuerpo terrestre; por lo tanto, ya no estamos atados a un espíritu o cerebro físico que nos limita, y poseemos el saber y la comprensión absoluta. Es ahora cuando debemos revisar, evaluar y juzgar cada pensamiento, cada palabra y cada acto de nuestra existencia y cuando comprendemos sus efectos sobre nuestro prójimo. En presencia de la energía espiritual, no necesitamos una forma física. Nos separamos del cuerpo eterice y volvemos a tomar la forma que teníamos antes de nacer sobre la tierra, entre nuestras vidas, y la que tendremos en la eternidad, cuando nos unamos a la Fuente, es decir a Dios, después de haber cumplido nuestro destino.
Importa mucho comprender que desde el principio de nuestra existencia hasta nuestro retorno a Dios conservamos siempre nuestra propia identidad y nuestra estructura de energía y que entre los millares de seres de todo el universo no hay dos estructuras de energía iguales; por lo tanto, no existen dos hombres que sean idénticos ni siquiera si se considera el caso de los gemelos homocigotos. Si alguien dudara de la grandeza de nuestro Creador no tiene más que reflexionar en el genio que hace falta ser para crear millones de estructuras energéticas sin una sola repetición. Así recibe cada hombre el don de su singularidad. Podría compararse esto a los infinitos copos de nieve que caen sobre 1a tierra, todos diferentes en sí. Me fue concedida 1a gracia de ver con mis propios ojos físicos, en pleno día, centenares de estas estructuras energéticas en movimiento. Aprecian copos con pulsaciones, colores y formas diferentes. Así seremos después de la muerte y así hemos existido antes de nuestro nacimiento.
No se necesita espacio ni tiempo para trasladarse de una estrella a otra, ni del planeta Tierra otra galaxia. Las estructuras energéticas de estas mismas entidades pueden encontrarse entre nosotros. Si tan solo tuviéramos ojos para ver nos daríamos cuenta de que no estamos nunca solos, sino rodeados de entidades que nos guían, que nos aman y nos protegen. Intentan guiarnos y ayudarnos para que permanezcamos en el buen camino con el fin de cumplir nuestro destino.
Hay veces, en momentos de gran dolor, de gran sufrimiento o de gran soledad, en que nuestra percepción aumenta hasta el punto de poder reconocer su presencia.
También, podríamos hablarles por la noche antes de dormirnos y pedirles que se muestren a nosotros, y hacerles preguntas conminándoles a darnos las respuestas en los sueños. Los que recuerdan los sueños saben que muchas de nuestras preguntas encuentran una respuesta. En la medida en que nos acercamos a nuestra entidad interior, a nuestro yo espiritual, nos damos cuenta de como somos guiados por esta entidad interior que es la nuestra y que representa nuestro yo omnisciente, esta parte inmortal que llamamos: “ mariposa “.
Quisiera ahora compartir con vosotros algunos aspectos de mis propias experiencias místicas que me han ayudado a saber, más que a creer, que todo lo que esta mas allá de nuestra comprensión científica son verdades y realidades abiertas a cada uno de nosotros.
Deseo destacar en forma especial que anteriormente yo no tenía ninguna idea de una conciencia superior. No tuve nunca gurú, y no he sabido ni tan siquiera meditar. La meditación es fuente de paz y comprensión para muchas personas no solamente en Oriente, sino cada vez más en nuestra parte del mundo. Es cierto que yo entro en mi misma cada vez que hablo con los enfermos moribundos, y son quizás esas miles de horas que he pasado junto a ellos, sin que nada ni nadie pudiera molestarnos, las que constituían una meditación. Visto desde este ángulo, efectivamente medite muchas horas.
Estoy convencida de que para tener experiencias místicas no es necesario vivir como un eremita en la montaña ni estar sentado a los pies de un gurú en la India. Cada ser tiene un cuadrante (un cuarto físico, emocional, intelectual y espiritual. Pienso también que si pudiéramos aprender a liberarnos de los sentimientos desnaturalizados, de nuestra ira, de nuestros miedos o de nuestras lagrimas no vertidas, podríamos encontrar de nuevo la armonía con nuestro yo verdadero y ser tal como debiéramos ser.
Este yo verdadero está compuesto de estos cuatro cuadrantes, que deberían equilibrar y dar un todo armonioso. No podamos alcanzar ese estado de equilibrio interior más que con una condición: la de haber aprendido a aceptar nuestro propio cuerpo-físico.
Debemos llegar a expresar nuestros sentimientos libremente sin tener miedo de que se rían de nosotros cuando lloramos, cuando estamos enfadados o celosos, o nos esforzamos en parecernos a alguien por sus talentos, dones o comportamientos.
Debemos comprender que solo existen dos miedos: el miedo a caerse y el miedo al ruido. Todos los otros miedos han sido impuestos poco a poco en nuestra infancia por los adultos, pues proyectaban sobre nosotros sus propios miedos y los transmitían así de generación en generación.
Sin embargo, lo más importante de todo es aprender a amar incondicionalmente.
La mayoría de nosotros hemos sido educados como prostitutas. Siempre se repetía lo mismo: “Te quiero si. . . “ y esta palabra si...” ha destruido más vidas que cualquier otra cosa sobre el planeta Tierra. Esta palabra nos arrastra hacia la prostitución, pues nos hace creer que con una buena conducta, o con unas buenas notas en la escuela, podemos comprar amor. De esa manera nunca podemos desarrollar el sentido del amor o la gratificación de uno mismo.
Cuando éramos niños, si no cumplíamos la voluntad de los adultos, éramos castigados, y sin embargo una educación afectuosa habría podido hacernos entrar en razón. Nuestros maestros espirituales nos han dicho que si hubiéramos crecido en el amor incondicional y en la disciplina no tendríamos nunca miedo de las tempestades de la vida. No tendríamos más miedo, ni sentimientos de culpabilidad, ni angustias, pues estos son los únicos enemigos del hombre. “Si cubrís el Gran Cañón del Colorado para protegerlo de las tempestades, no veréis nunca la bella forma de sus rocas”.
Como ya he dicho, yo no buscaba un gurú y no intentaba meditar ni llegar a un nivel de conciencia superior, pero cada vez que, a través de un enfermo o de una situación de la vida, tomaba conciencia de algo negativo en mi, buscaba la manera de enfrentarlo con el fin de alcanzar un ida esa armonía entre mis cuadrantes físico, emocional, intelectual y espiritual. Y cuando hacía “mis deberes” y me intentaba aplicar a mi misma lo que enseñaba a otros me encontraba cada vez mas colmada de experiencias místicas. Estas eran el resultado tanto de un intercambio de pensamientos con mi yo espiritual, intuitivo, omnisciente, que comprende todo, como de la toma de contacto con fuerzas conductoras que vienen de un mundo intacto. Permanentemente nos rodean y esperan la ocasión para transmitirnos no solo el conocimiento o algunas indicaciones, sino también para ayudarnos en nuestra comprensión de nuestra razón de ser más particularmente sobre el significado de nuestra tarea aquí en la tierra, permitiéndonos cumplir nuestros destinos.
Viví una de mis primeras experiencias en el curso de una investigación científica en la que me fue permitido abandonar mi cuerpo. Esta experiencia fue inducida por medios iatrógenos en un laboratorio de Virginia y vigilada por algunos sabios escépticos. En el transcurso de una de ellas fui atraída de mi cuerpo físico por el jefe del laboratorio, que estimo que había partido demasiado pronto y demasiado deprisa. Ante mi gran consternación, el interfirió así en mis propias necesidades y en mi propia personalidad. Después del siguiente intento decidí soslayar el problema de una intervención ajena programando yo misma mi salida para ir más rápido que la velocidad de la luz y más lejos, donde ningún ser humano haya estado durante una experiencia extracorporal. En el mismo momento en que esta fue inducida, abandone mi cuerpo a una velocidad increíble.
Lo único que recuerdo de la vuelta a mi cuerpo físico fueron las palabras SHANTI NILAYA. No tenía ni idea del significado o de la interpretación de esa palabra. Tampoco tenía noción de donde había estado. Lo único que sabía antes de volver es que estaba curada de un estreñimiento casi total así como de un problema dorsal muy doloroso que me había impedido incluso recoger un libro. Ahora bien, después de esta experiencia extracorporal pude comprobar que mi intestino funcionaba de nuevo y que podía levantar un saco de cincuenta kilos sin cansancio ni dolor. Las personas que estaban presentes me decían que había rejuvenecido veinte años. Cada uno de ellos intentaba obtener otras informaciones sobre mis experiencias. Yo no supe donde había estado, hasta que aprendí algo mas la noche siguiente.
Esa noche la pase sola, en una pensión aislada en medio del bosque de Blue Ridge Mountains. Poco a poco, y no sin miedo, me di cuenta de que había ido demasiado lejos en mi experiencia extracorporal y que ahora debía sufrir las consecuencias de mi propia decisión. Intente luchar contra mi cansancio, presintiendo que “aquello” llegaría, y sin saber lo que “aquello” podía ser. En el momento en que me abandone tuve probablemente la experiencia más dolorosa y solitaria que un ser humano pueda vivir. En el propio sentido del término, viví en mí misma las miles de muertes por las que habían pasado mis enfermos. Agonizaba en el sentido físico, emocional, intelectual y espiritual. Fui incapaz de respirar. En medio de esos sufrimientos físicos yo era perfectamente consciente de que no tenía a nadie cerca para ayudarme. Debía atravesar esa noche completamente sola.
En esas horas atroces no tuve más que tres descansos muy breves. Estos dolores se podrían comparar con las contracciones de un parto, salvo en que aquí se sucedían sin interrupción. En los momentos de descanso en los que conseguí respirar profundamente, ocurrieron algunos acontecimientos importantes en el plano simbólico que solo entendí mucho mas tarde. En el momento del primer descanso yo pedía un hombro en el que apoyarme y en efecto yo pensaba que aparecería e1 hombro izquierdo de un hombre en el que podría apoyar mi cabeza para poder soportar mejor mis dolores.
Apenas se había formulado esta demanda una voz profunda y serena, pero llena de amor y compasión, me dijo sencillamente: “No te será concedido”.
Después de un tiempo infinitamente largo me fue acordado otro plazo. Esta vez yo pedía una mano que yo habría podido coger. Y de nuevo esperaba que una mano surgiría por el lado derecho de mi cama y que yo podría cogerla para soportar mejor mis dolores. Se dejo oír la misma voz: “No te será concedida”.
En el tercero y último descanso decidí no pedir más que la punta de un dedo.
Pero enseguida añadí, dado mi carácter: “No, si no me es dada la mano, renuncio a la punta de los dedos”. Claro que cuando yo decía punta de los dedos lo que quería era una presencia, aunque no pudiera engancharme a la punta de su dedo.
Y por primera vez en mi vida, la salida fue la de la fe. Esta fe llegaba del saber profundo de que yo disponía de la suficiente fuerza y del coraje como para poder sufrir sola esta agonía. De pronto comprendí que solo tenía que cesar en mi lucha, transformar mi resistencia en sumisión apacible y positiva, y decir sencillamente “si”.
En el mismo momento en que dije “si” mentalmente, cesaron los sufrimientos.
Se calmo mi respiración y desapareció el dolor físico. En lugar de esas miles de muertes fui gratificada con una experiencia de renacimiento que no podría ser descripta con nuestro lenguaje.
Al principio hubo una oscilación o pulsación muy rápida a nivel del vientre que se extendió por todo mi cuerpo. Esto no fue todo, porque esta vibración se extendió a todo lo que yo miraba, fuera el techo, la pared, el suelo, los muebles, la cama, la ventana y hasta el cielo que veía a través de ella. Los arboles también fueron alcanzados por esta vibración y finalmente el planeta Tierra. Efectivamente, yo tenía la impresión de que la tierra entera vibraba en cada molécula. Después vi algo que parecía al capullo de una flor de loto que se abría delante de mí para convertirse en una flor maravillosa y detrás
apareció esa luz esplendorosa de la que hablaban siempre mis enfermos. Cuando me aproxime a la luz a través de la flor de loto abierta y vibrante, fui atraída por ella suavemente pero cada vez con más intensidad. Fui atraída por el amor inimaginable, incondicional, hasta fundirme completamente en el.
En el instante en que me uní a esa fuente de luz cesaron todas las vibraciones. Me invadió una gran calma y caí en un sueño profundo parecido a un trance. Al despertarme sabía que debía ponerme un vestido y unas sandalias para bajar de la montaña y que “esto” ocurriría a la salida del sol.
Cuando me desperté de nuevo una hora y media más tarde aproximadamente, me puse el vestido y las sandalias y baje de la colina. En ese momento caí en el éxtasis más extraordinario que un ser humano haya vivido sobre la tierra. Me encontraba en un estado de amor absoluto y admiraba todo lo que estaba a mi alrededor. Estaba en comunión amorosa, con cada hoja, con cada nube, brizna de hierba y ser viviente.
Sentía incluso las pulsaciones de cada piedrecilla del camino y pasaba “por encima” de ellas, en el propio sentido del término, interpelándolas con el pensamiento: “No quiero pisaros porque podría haceros daño”, y cuando llegue abajo de la colina y me di cuenta de que ninguno de mis pasos había tocado el suelo, no dude de la realidad de esta vivencia. Se trataba sencillamente de una percepción como resultado de la conciencia cósmica. Me fue permitido reconocer la vida en cada cosa de la naturaleza con este amor que soy incapaz de formular.
Me hicieron falta varios días para volver a encontrarme bien en mi existencia física, y dedicarme a las trivialidades de la vida cotidiana como fregar, lavar la ropa o preparar la comida para la familia, y necesite varios meses para poder hablar de mi experiencia.
Pude compartirla con un grupo de gente maravillosa que no juzgaban sino que comprendían y que me habían invitado a Berkeley en California, con ocasión de un simposio sobre psicología transpersonal. Después de haber participado, este grupo le dio un nombre a mi experiencia: “Conciencia Cósmica”. Según mi costumbre me dirigí rápidamente a una biblioteca por si encontraba un libro que tratase de este tema, para poder comprender su significado también en el plano intelectual. Gracias a este grupo aprendí que “Shanti Nilaya", que me fue comunicado cuando me fundí en la energía espiritual (el primer manantial de energía), significa el abra y el puerto de paz final que nos espera. Ese estar en casa al que volveremos un día después de atravesar nuestras angustias, dolores y sufrimientos después de haber aprendido a desembarazarnos de todos los dolores y ser lo que el Creador ha querido que seamos: seres equilibrados entre los cuadrantes físico, emocional, intelectual y espiritual. Seres que han comprendido que el amor verdadero no es posesivo y no ponen condiciones con el “si...”.
Si vivimos una vida de amor total estaremos sanos e intactos y seremos capaces de cumplir en una sola vida las tareas y los fines que nos han sido asignados.
La experiencia que acabo de relataros cambio mi vida de una manera que no os sabría explicar. Creo haber comprendido también en aquella época que si yo difundía mi conocimiento sobre la vida después de la muerte tendría que pasar literalmente por miles de muertes, puesto que la sociedad en la que vivo intentaría aniquilarme, pero la experiencia y el saber, la alegría, el amor y la excitación que siguen a la agonía son recompensas siempre superiores a los sufrimientos.
TRES TEXTOS LAKOTES - SIOUX.
Epitafi
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"No vayas a mi tumba y llores
pues no estoy ahí.
Yo no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan,
el brillo de un diamante en la nieve,
la luz del sol sobre el grano maduro,
la suave lluvia de verano.
En el silencio delicado del amanecer
soy un ave rápida en vuelo.
No vayas a mi tumba y llores,
no estoy ahí,
yo no morí".
Yo no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan,
el brillo de un diamante en la nieve,
la luz del sol sobre el grano maduro,
la suave lluvia de verano.
En el silencio delicado del amanecer
soy un ave rápida en vuelo.
No vayas a mi tumba y llores,
no estoy ahí,
yo no morí".
Cancó.
"Un hombre susurró: Dios, habla conmigo.
Y un ruiseñor comenzó a cantar...
Pero el hombre no oyó.
¡Entonces el hombre repitió:
Dios, habla conmigo!
Y el eco de un trueno, se oyó...
Más el hombre fue incapaz de oír.
El hombre miró en derredor y dijo:
¡Dios, déjame verte!
Y una estrella brilló en el cielo...
Pero el hombre no la vió.
El hombre comenzó a gritar:
¡Dios, muéstrame un milagro!
Y un niño nació...
Más el hombre no sintió el latir de la vida.
Entonces el hombre comenzó
a llorar y a desesperarse:
¡Dios, tócame y déjame saber
que estás aquí conmigo...!
Y una mariposa se posó
suavemente en su hombro...
El hombre espantó la mariposa con la mano y,
desilusionado, continuó su camino,
triste, sólo y con miedo".
La legenda de l'atrapasomnis.
“Hace mucho tiempo cuando el mundo era joven, un viejo líder espiritual Lakota estaba en una montaña alta y tuvo una visión. En esta visión Iktomi, el gran maestro bromista de la sabiduría apareció en la forma de una araña. Iktomi le hablo en un lenguaje sagrado, que solo los líderes espirituales de los Lakotas podían entender.
Mientras le hablaba Iktomi, la araña tomo un aro de sauce, el de mayor edad, también tenia plumas, pelo de caballo, cuentas y ofrendas y empezó a tejer una telaraña.
Él habla con el anciano acerca de los círculos de la vida, de como empezamos la vida como bebes y crecemos a la niñez y después a la edad adulta, finalmente nosotros vamos a la ancianidad, donde nosotros debemos ser cuidadosos como cuando éramos bebes completando el circulo.
Pero Iktomi dijo mientras continuaba tejiendo su red, en cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas, algunas buenas otras malas, si te encuentras en las buenas fuerzas ellas te guiaran en la dirección correcta. Pero si tu escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimaran y te guiaran en la dirección equivocada.
El continuo, ahí hay muchas fuerzas y diferentes direcciones y pueden ayudar a interferir con la armonía de la naturaleza.
También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas.
Mientras la araña hablaba continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro.
También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas.
Mientras la araña hablaba continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro.
Cuando Iktomi termino de hablar, le dio al anciano Lakota, la red y le dijo: ve la telaraña es un circulo perfecto, pero en el centro hay un agujero, usa la telaraña para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la gente, sueños y visiones.
Si tu crees en el gran espíritu, la telaraña atrapara tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero.
El anciano Lakota, le paso su visión a su gente y ahora los indios Siux usan el atrapasueños como la red de su vida.
Este se cuelga arriba de sus camas, en su casa para escudriñar sus sueños y visiones.
Lo bueno de sus sueños es capturado en la telaraña de vida y enviado con ellos, lo malo de sus sueños escapa a través del agujero en el centro de la red y no será más parte de ellos.
Se cree que el atrapasueños sostiene el destino del futuro personal de cada individuo.
Si tu crees en el gran espíritu, la telaraña atrapara tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero.
El anciano Lakota, le paso su visión a su gente y ahora los indios Siux usan el atrapasueños como la red de su vida.
Este se cuelga arriba de sus camas, en su casa para escudriñar sus sueños y visiones.
Lo bueno de sus sueños es capturado en la telaraña de vida y enviado con ellos, lo malo de sus sueños escapa a través del agujero en el centro de la red y no será más parte de ellos.
Se cree que el atrapasueños sostiene el destino del futuro personal de cada individuo.
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