dissabte, 11 de setembre del 2010

FRANTISEK KUPKA: LOS ORÍGENES DEL ARTE ABSTRACTO

“Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu”.




A lo largo de muchos años como enseñante de la asignatura de Historia del Arte, me he encontrado ante la enorme dificultad de explicar el arte del siglo XX a mis alumnos. Así como los períodos llamados clásico, medieval, el Renacimiento, el Barroco, incluso las primeras vanguardias del S.XIX,  tienen un lenguaje más o menos inteligible,  pero el contemporáneo y en particular el Abstracto, son difíciles de entender y en general, se quedan con la sóla impresión de si les ha gustado o no.
Veamos. El siglo XX se caracterizó por su movimiento, su velocidad, sus descubrimientos, sus aportes a la ciencia y a la tecnología, a lo práctico. Bien, todo eso había que representarlo en la pintura. Piensen que un artista trabaja en base al contexto social que le toca vivir, por lo tanto lo abstracto fue una propuesta que representara todo esto que puntualizamos.
La verdadera clave del arte abstracto es que el artista no pinta lo que ve, sino que pinta lo que siente ante lo que ve.
A esa bonita frase tienen que sumarse los tremendos conocimientos que tiene un artista, la percepción visual personal, la búsqueda interminable desde lo empírico que desarrollan, la simplificación y descomposición de las formas y la insaciable pretensión del desprejuicio.


A ver,…un cuadro abstracto puede estar lleno de líneas y colores que se unen, que se entrecruzan, con colores oscuros y claros, líneas que van de un lado para otro, de distintas extensiones, distintas formas, etc.
Vamos a ver una especie de clase súper vertiginosa de composición, aclarando de antemano o mejor dicho groseramente, que esto es como el a-b-c o, como hacer los primeros palotes.
Así, las líneas en diagonal generan movimiento, acción, violencia, energía.
Líneas de forma horizontal por el contrario denotan pasividad, quietud, calma.
Líneas de forma vertical algo similar que las horizontales con el agregado del equilibrio, y según donde estén pueden generar movimiento también. Las verticales son ambiguas.
El lugar que ocupen también representa significados importantes, izquierda, derecha, centro, arriba, abajo, depende del sitio tendrán aspecto psicológicos  que el autor trata de transmitir.
El color ofrece también significados importantes desde su ubicación, luminosidad, mezclas y tratado. 




 


Con un fondo oscuro los claros vendrán hacia delante indefectiblemente, igual resultado ocurrirá con los cálidos y los fríos con el agregado de la alegría (prevalecen cálidos) y de la tristeza o bajón para los fríos (su característica es más de apagado, distinta a la de los cálidos que tienen “mucha luminosidad y claridad”). Este efecto tendrá como resultado establecer el famoso fondo/figura que en apariencias una obra abstracta carece.
El rojo y negro generan sensación de violencia.
Los colores monocromáticos (celeste, rosa, todos los mezclados con blanco) dan una sensación etérea, de paz, de tranquilidad, de calma.
El rojo, amarillo, naranja, de calidez, lo contrario de los fríos que se relacionan a lo metalico, a lo distante.

Los valores (escala del blanco y negro) también ofrecen una lectura plástica, relacionada a la nostalgia, lo de antaño, sin alegría, sin vida.
El equilibrio en la composición es fundamental. A excepción de “tirarlo” todo hacia un lado a propósito, el color y las formas tienen su lectura.
Se puede generar con formas, con colores o valores a través de la superposición o de las transparencias.


El claro y el oscuro son dos elementos importantes para establecer esto del equilibrio visual (o porque no el desequilibrio). Los oscuros (negro, azul, violeta.) serán mucho más pesados que algo claro o de un color alto (lo denominado oscuro es bajo y lo claro ocupará el lugar de los altos) como por ejemplo un amarillo, rosa, naranja claro, etc.
Todos éstos elementos tienen mucho que ver con el arte abstracto y son algunos de los elementos que los artistas de ésta tendencia tienen muy en cuenta a la hora de elaborar sus obras.
Cuando se habla del arte abstracto, hay nombres que de inmediato acuden a la memoria. La mayoría pueden relacionarse, en algún momento de su trayectoria artística, con la sinestesia y la pintura influida por la música, el sonido u otros aspectos intangibles de la realidad, a saber, Kandinsky, Miró, Mondrian y Pollock, entre otros. Todos ellos son muy importantes con respecto al tema que estamos tratando, pero quiero seguir con el que muchos consideran el padrino o abuelo del arte abstracto: Frântiçek Kupka.


František Kupka fue un pintor y artista gráfico checo considerado como uno de los pioneros y co-fundador de las primeras etapas del arte abstracto y cubismo órfico (orfismo). Las obras abstractas de Kupka surgieron de una base de realismo, pero más tarde evolucionaron hasta el arte abstracto puro.

Biografía:

El pequeño Frantisek vino al mundo en Opochno, Bohemia oriental, en 1871. Ya desde muy pequeño demostró poseer unas grandes aptitudes para el dibujo, y su propio padre le aleccionó en un primero momento. Con sólo 13 años decidió abandonar el colegio (parece ser que no mostraba gran interés por el estudio), y entró como aprendiz en el taller de un guarnicionero. Fue este personaje quien, al parecer, le inició en el interés por el ocultismo y ciertas doctrinas esotéricas. De forma paralela, su mentor también apreció las grandes dotes artísticas del joven Kupka, y le alentó para que intentara ingresar en la Escuela de Artes Aplicadas de Jaromer. Desde 1889 hasta 1892, estudió en la Academia de Arte de Praga. En esta época pintó temas históricos y patrióticos.


Con 18 años pasó a ser aprendiz del pintor nazareno Frantisek Sequens y, al mismo tiempo y para ganarse la vida, Kupka ejercía como médium en sesiones espiritistas. No se trataba de una práctica fraudulenta o un timo para incautos, sino que el joven pintor estaba realmente convencido de sus habilidades como intermediario con el más allá…
Después de haberse licenciado en Praga, Kupka viajó hasta Viena, también con la intención de completar sus estudios, entró en la Akademie der Bildenden Künste de Viena, Austria, donde se concentró en temas simbólicos y alegóricos. Expuso en el Kunstverein, Viena, en 1894, en la Academia de la ciudad. En aquellos años, la urbe es un hervidero de cultura, y cuenta con la presencia de personajes como el pintor Gustav Klimt o Sigmund Freud. Fue precisamente durante su estancia en Viena cuando Kupka profundizó aún más en su interés por el esoterismo. Allí se integró en una sede de la Sociedad Teosófica, y aumentó sus ya de por sí numerosas lecturas.



Kandinsky, seguidor de la obra de Kupka, nos dice en su obra “De lo espiritual en el arte”: “La Sra. H. P. Blawatzky (Blavatsky) ha sido seguramente la primera que, tras largas estancias en la India, ha conseguido relacionar a esos salvajes con nuestra cultura. De ahí parte un importante movimiento espiritual que une hoy a un gran número de personas y que incluso ha concretado esta unión espiritual en la Sociedad Teosófica, constituida por logias que buscan una aproximación, por medio del conocimiento interior, a los problemas del espíritu. Sus métodos, en total contraposición con los positivistas, proceden en principio de métodos pre-existentes, relativamente precisados.


La teoría teosófica, base del movimiento, fue formulada por Blawatzky en una especie de catecismo en el que el alumno puede encontrar las respuestas concretas del teósofo a todas sus preguntas. Teosofía significa, con palabras de Blawatzky, verdad eterna. El nuevo emisario de la verdad encontrará una Humanidad preparada para recibir su mensaje gracias a la sociedad teosófica: encontrará una forma de expresión con la que presentar las nuevas verdades, y una organización que de algún modo está esperando su llegada para eliminar los obstáculos materiales y las dificultades de su camino. Blawatzky supone que en el siglo XXI la tierra será un cielo, comparada con lo que ahora es. Con estas palabras termina su libro. A pesar de que la tendencia de los teósofos a elaborar teorías y su alegría un tanto precipitada por dar respuesta rápida a la eterna y gran cuestión pueden inspirar un cierto escepticismo al observador, la amplitud de este movimiento espiritual es una realidad. En el ambiente espiritual actúa como un poderoso agente que representa también una promesa de salvación para los corazones desesperados y envueltos en las tinieblas de la noche. Aparece así una mano que señala el camino y ofrece su ayuda”.


Durante todo ese tiempo, mantuvo sus particulares creencias esotéricas, espiritistas y religiosas, que le acompañarían hasta el final de su vida y que influyeron notablemente en su creación artística, tal y como han reseñado algunos estudiosos:
El interés de Kupka por la espiritualidad significaba que se creía a sí mismo capaz de dividir su conciencia durante las sesiones de espiritismo y ver el mundo desde afuera. Años antes de las primeras fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio, Kupka pintaba lo que creyó eran ‘visiones’ del Cosmos. Aunque Kupka nunca aseguró que sus visiones interiores fueran algo más que fragmentos que ‘flotaban en nuestras cabezas’, él creyó que su visión clarividente le prestó una trascendencia que le permitía inspeccionar el Cosmos.
Kupka no sólo llegó a pintar lo que creía observar durante sus "viajes astrales", sino que también creó algunas de sus obras directamente influido por los trances mediúmnicos que experimentaba durante las sesiones de espiritismo. Y, del mismo modo, también aplicó sus creencias teosóficas en muchas de sus obras:
Como teósofo, Kupka habría conocido las publicaciones de Besant y Leadbeater, particularmente aquellas relacionadas con los esotéricos 'pensamientos creadores de forma', y tal literatura ocultista apoyó el interés de Kupka por 'dimensiones más elevadas', y su creencia en una realidad vital, compleja, oculta bajo la superficie de realidad.


En 1895 continuó con sus viajes y llegó, por fin, a París, la ciudad en la que residiría durante gran parte de su vida, aunque nunca se desvinculó del todo de su patria (de hecho, llegó a participar en la Primera Guerra Mundial y alcanzó el grado de capitán junto con las tropas checas).  



En éstos años empezó a leer filosofía con denuedo, en especial Kant, Shopenhauer, Bergson y Nietzsche En la ciudad del Sena tuvo la oportunidad de codearse con los grandes artistas que vivían en la capital en aquella época. En aquellos primeros años en la "ciudad de la luz" Kupka practicaba asiduamente la meditación, y su estudio era un remanso de paz, con una atmósfera propia de un lugar sagrado. En París estudió con Jean-Pierre Laurens en la Ecole des Beaux-Arts. Kupka trabajó como ilustrador de libros y carteles, durante estos primeros años en París, siendo conocido por sus dibujos satíricos para periódicos y revistas. En 1906, se estableció en Puteaux, un suburbio de París, y ese mismo año expuso por primera vez en el Salón d’Automne.
Empezó a asistir a discursos en la Sorbonne sobre física, biología y fisiología. En 1910 destruyó gran parte de su obra anterior y empezó sus primeras pinturas abstractas. En 1912 se exhibieron éstas en París. Su influencia en el mundo artístico en las primeras décadas del siglo XX superó con creces a su reconocimiento posterior.


Sus primeras obras artísticas muestran una preocupación inusual, a menudo poco realista, por el color y por una distorsión expresiva.
Kupka quedó profundamente impresionado por el primer Manifiesto futurista, publicado en 1909 en Le Figaro. La pintura de Kupka del año 1909 «Teclado de piano / Lago» marcó una ruptura en su estilo representativo; su obra fue haciéndose progresivamente abstracta alrededor de 1910–1911, reflejando sus teorías de movimiento, color, y la relación entre la música y la pintura (orfismo).
Desde 1911 a 1912, al mismo tiempo que el pintor francés Robert Delaunay, Kupka realizó sus primeros trabajos completamente abstractos, como Amorfa: fuga de dos colores (1912, Galería Národní de Praga), que consiste en formas circulares coloreadas y líneas organizadas en una disposición rítmica. En 1911, acudió a reuniones del grupo Puteaux. Al año siguiente, expuso en el Salon des Indépendants en la Sala Cubista, aunque no quería ser identificado con ningún movimiento.


 
Por éstos años escribió “Creación en las Artes Plásticas” libro que  acabó en 1913, fue publicado en Praga en 1923.
Entre 1919 y 1938 Kupka fue apoyado financieramente por su buen amigo, el coleccionista de arte y empresario industrial Jindřich Waldes quien acumuló una significativa colección de su arte.
Continuó experimentando dentro de la abstracción, y agrupó su obra artística en cinco categorías: círculos, verticales, verticales y diagonales, triángulos y diagonales. En 1931, fue miembro fundador de Abstraction-Création. En 1936, su obra fue incluida en la exposición «Cubism and Abstract Art» (Cubismo y Arte Abstracto) en el MoMA de Nueva York, y en una importante muestra con otro excelente pintor checo, Alphonse Mucha, en el Jeu de Paume de París.






 


Una retrospectiva de su obra tuvo lugar en la Galerie Mánes de Praga en 1946. El mismo año, Kupka participó en el Salon des Réalités Nouvelles, donde siguió exponiendo con regularidad hasta su muerte. Durante los primeros años de la década de los cincuenta, obtuvo reconocimiento general y tuvo varias exposiciones individuales en Nueva York. Aunque no es muy conocido por el gran público, hoy los historiadores del arte reconocen a este magnífico artista como uno de los "padres" de la abstracción, aunque muchas de sus obras más tempranas poseen un marcado espíritu simbolista. 


Kupka murió en Puteaux, Francia, el 24 de junio de 1957. No obstante, no fue un pintor tan influyente como otros del movimiento abstracto, por lo que no recibió el reconocimiento que se merecía hasta después de su muerte.

Su obra

Frank Kupka  fue uno de los primeros artistas que se aventuraron en la abstracción del color puro. Aunque Kupka, seguidor del cubismo Órfico de Delaunay, vivía la abstracción como  una liberación deseada del espíritu y de las relaciones existencialistas; la objetividad como tal, sin embargo, siguió siendo el tema principal de su producción artística. La obra de arte abstracta consigue con Kupka su significado concreto de la combinación de primitivas imágenes morfológicas y de las condiciones arquitectónicas que son propias de su propio organismo.
Los cuadros de Kupka recuerdan preparaciones microscópicas que manifiestan todo aquello que sólo se abre ante la mirada minuciosa de la existencia objetiva. A Kupka le fascinaban las analogías de la forma que encontraba en varios niveles de micro y macro-estructuras. Prestó mucha atención a estudios de lo que él llamaba los órganos de pensar y sentir: el cerebro y el ojo, los medios por los que, según él, la naturaleza se volvía auto-conciente. Recomendaba a sus colegas tomar vistas microscópicas de todas las maravillas del cuerpo humano y de los órganos cuyas funciones eran “pensar y sentir”.


En su obra, Kupka plasmó su gran sensibilidad hacia la música, lo sinestésico y lo intangible del universo. Por otro lado, Kupka fue de los primeros artistas en pintar obras completamente abstractas basadas en la fuga musical. Sus fuentes de inspiración eran los pensamientos científicos y filosóficos más importantes de su época, además de la mitología y filosofía antigua.
Sus pinturas con títulos musicales son mucho más que representaciones de canciones.
Además de expresar la idea musical de una fuga a través de una visión abstracta, también fueron las primeras visualizaciones de la teoría del caos y el fractal. Su obra trataba de temas no fácilmente descritos o definidos en su tiempo. Él quería expresar lo intangible y inefable; lo que se experimenta pero no se dice. Sus cuadros con títulos musicales se malinterpretaban a menudo. Sin ir más lejos, al término de una entrevista con Kupka, el poeta checo Richard Weiner declaró que:
"Kupka quiere que la pintura suene como la música…" – Weiner, R. 


Esto era una simplificación de las intenciones de Kupka. Hay que abordar la articulación discursiva de Kupka y de sus metas estéticas según su propia definición:
“Es más bien morfismo lo que es importante para mí en la pintura… cuido las unidades morfológicas en las relaciones entre diferentes formas." – Kupka, F.
 Kupka buscaba un puente entre oposiciones para crear una visión de una realidad integral basada en la noción de una interconexión de todas las cosas. En contraste con el pensamiento lineal, los trabajos de Kupka mostraron aproximaciones a las manifestaciones teoría del caos en detalles de la naturaleza; en lugar de reducir, complicaba; exponía un principio orgánico en lugar de uno mecánico; no utilizaba objetos estáticos y silenciosos, sino fluidos intangibles y musicales.
Emplea sus franjas de color como elementos que son a la vez forma y contenido, utilizando 
la abstracción como fórmula para obtener su propio significado, y reivindicando, como Klee, 
una alternativa espiritual a la realidad  objetiva.  
La idea de la espiritualidad dentro del arte, es decir, de la búsqueda de inspiración dentro 
de las regiones más inconscientes del ser humano, entre la imaginación y el racionalismo; 
su investigación sobre las formas y los colores. Pero, su búsqueda sobre los valores 
psicológicos de las formas se ha desplazado más hacia cuestiones de luz y color. 
La exaltación que desarrolla del color puro como forma y tema, prescindiendo de la 
identificación del espacio pictórico y  sustituyendo gradualmente las imágenes de la 
naturaleza por formas lumínicas de color. 
 
 
Kupka tenía un fuerte interés en teoría del color; alrededor de 1910 comenzó a desarrollar sus propias ruedas de color, adaptando un formato que previamente habían explorado Sir Isaac Newton y Hermann von Helmholtz. Esta obra a su vez llevó a Kupka a ejecutar una serie de cuadros que llamó «Discos de Newton» (1911-1912). Kupka estaba interesado en liberar los colores de asociaciones descriptivas. Su obra en esta área se cree que influyó a otros artistas como Robert Delaunay.
Acaso sea por la combinación de intereses de Kupka -por la filosofía, la teosofía y las ciencias- que sus obras abstractas fueron tan exitosas e influyentes como la primera pintura cinética. Kupka era un pionero. No fue el primer artista en hacer analogías musicales en su obra, ni tampoco el primero en interesarse por el espiritualismo, la metafísica y las ciencias. Tal vez fue por el modo en que combinó sus intereses artísticos con el concepto de la realidad integral, por lo que tuvo tanta influencia hacia 1912, cuando los artistas buscaban una expresión de la realidad invisible e intangible. Lo que buscaban no era representar una realidad física, sino transmitir el sentimiento del hombre, que es la Naturaleza consciente de sí misma.


Kupka se inspiró hasta tal punto en la filosofía y la ciencia del momento, que se podría decir que su obra es una expresión poética, bien definida y muy bien pensada de la ciencia y la filosofía propiamente dichas. Este tipo de pensamiento fue el motor y la musa para muchos artistas de principios del siglo XX. La fuerza intelectual y la belleza de la obra de Kupka inspiró a muchos creadores y movimientos. A pesar de su importante influencia y de su relación con muchos artistas, Kupka guardó las distancias con los movimientos del momento, en favor de la autonomía y la libertad para explorar. No obstante la determinación de Kupka de ser un artista solitario, el mero hecho de que su obra fuera tan bella y sus ideas tan novedosas, motivó que el público y los críticos intentaran encasillarlo.
El Orfismo fue uno de los movimientos de principios del siglo XX más rico en conceptos sinestésicos, como la abstracción y la intuición. Es natural que Kupka emergiera como la gran potencia de este movimiento. En 1913, el artista expuso sus abstracciones junto con las obras de varios creadores europeos de prestigio en el Salón d’Automne. El periodista Warshawsky, que reseñó la exposición para el New York Times, reclamó que el Orfismo estaba claramente definido como un movimiento radical, con Kupka a la cabeza.
Como un complemento a su talante experimentador, Kupka siempre trabajaba con el propósito de encontrar y representar una nueva imagen de la realidad hecha de armonía y belleza, capaz de inspirar y expresar la naturaleza consciente de sí misma. Aunque no se interesó por ser la cabeza de ningún movimiento, el Orfismo siguió bajo su influencia, aunque sin su presencia.
Definió el orfismo como el arte de pintar nuevas estructuras a partir de elementos 
que no han sido tomados de la esfera visual sino enteramente creados por el 
propio artista. Es arte puro.
 
 
“El sacerdote órfico enseñaba cómo la evolución de las fuerzas naturales venía desde el caos primordial y que lentamente se organizó para crear, con su último esfuerzo, al Hombre, a través del cual encontró la conciencia. Así, el Orfismo introdujo la idea del poder del espíritu que anteriormente estaba oprimido por la materia, pero que vuelve de nuevo exaltado por una fuerza extraña que luego someterá a la materia que le había creado.” – Dhuys (Andel, J. – Kosinski, D., 1997: 102)
Está introducción de Dhuys tiene mucho que ver con los pensamientos de Kupka. Creía que el papel del artista era revelar la verdad universal que está oculta en todas las cosas, incluso el ser humano.
El término “Orfismo” proviene de la leyenda de Orfeo, el mitológico inventor de la música y la expresión poética. Orfeo adquirió una posición destacada en esta fase de desarrollo del arte moderno, que convertía al artista en profeta o sacerdote. La doctrina del Orfismo proponía que el arte es la expresión del espíritu humano que revela el más allá de la vida. Para los pintores que buscaban una nueva expresión, la idea de la música, por su cualidad intangible, efímera, emocionalmente dominante, pura y nacida del espíritu, era muy atractiva. Esto hizo que la música volviera a ser el ejemplo ideal para la búsqueda plástica, para hablar directamente al espíritu mediante la abstracción no mimética del color y la forma.


Merced al Orfismo, la música llegó a ser una estética ideal que inspiró nociones como la sinestesia, correspondencias entre la visión y el sonido, y la obra artística integral. El Catálogo de la retrospectiva de Kupka, Pintando el Universo (1997), describe la trascendencia del Orfismo en relación con los movimientos del arte abstracto:
“La historia de Orfeo, el poeta-músico-mago que podía animar a las piedras, dominar los animales y penetrar los misterios más profundos del mundo, y aún más su muerte despedazado -que representaba su integración total con la naturaleza-, nos dio la metáfora perfecta para la autorreflexión, la desaparición del sujeto y la narrativa, y la emergencia de la abstracción. La base narrativa del mito de Orfeo se esfuma, pero los principios básicos de Orfeo empujan al artista hacia una obra de pura forma y color, expresiva de verdades espirituales. La estética idealista del arte abstracto puede ser entendida como una perpetuación de la voz órfica.”


“Los colores se oyen, los sonidos se ven” sería una de las máximas de ésta escuela y en particular de Kupka
Para la biología, la sinestesia es la sensación secundaria o asociada producida en una parte del cuerpo como consecuencia de un estímulo que se aplica en otra parte de él. La psicología, por su parte, denomina sinestesia a la imagen o sensación subjetiva, que es propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente.
En cuanto a la retórica, la sinestesia es una figura literaria (tropo) que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales: “Verde chillón”.
En este sentido, puede distinguirse entre la sinestesia de primer grado (reúne impresiones de dos sentidos corporales diferentes) y la sinestesia de segundo grado (asocia la impresión de un sentido del cuerpo a una emoción).



Se trata, en definitiva, de la mezcla de impresiones de sentidos diferentes. Se dice que un sinestético puede ver sonidos, oír colores y obtener sensaciones gustativas al tocar un objeto. Esto ocurre ya que perciben correspondencias entre tonos de color, diferentes sonidos y la intensidad de los sabores de forma involuntaria. De esta forma, un sinestético puede ver el color azul con mayor intensidad cuando un sonido se vuelve más grave, por ejemplo.
Cabe destacar que estas experiencias no son metafóricas sino que son percepciones. La sinestesia también es un efecto producido por algunas drogas psicodélicas, como el LSD o la mescalina.
Algunas de sus obras más sugerentes, y en las que se aprecian sus particulares creencias son:


El principio de la vida (1900-1903), en el que toca el tema budista de la flor de loto como símbolo del alma, "intentando operar una síntesis entre la tradición espiritualista y la visión científica de su época (el feto está unido a la flor de loto por un cordón umbilical").


En Balada - Los júbilos de la vida, una obra preabstracta, todavía simbolista, de 1901, se observa cómo Kupka ya utilizaba conceptos de lo intangible para mostrar sus filosofías sobre el universo:
“Las figuras femeninas en el trabajo de Kupka de 1901 a 1910, emitían una energía sexual poderosa y hasta brutal. Balada, Los júbilos de la vida (1901) se puede comparar a cuentos eróticos contemporáneos de Munich, de principios del siglo XX… Las bandas repetidas y sinuosas de agua en la costa afirman la fascinación que Kupka sentía por las secuencias de ritmo y el movimiento -o sonido- en todos los aspectos del mundo natural. Estas tiras ondulantes de color que siguen una curva por la orilla de la costa, establecen un ritmo visual que es a la vez auditivo en sus implicaciones.” 
Veamos alguna de las obras que más me impresionan de nuestro autor:



El ídolo negro o El desafío (1903), de aire fantástico y sobrenatural. Según algunos autores, como Gibson, esta aguatinta podría haber influido a Francis Ford Coppola a la hora de crear su castillo de Drácula. Conviene recordar que por éstos años Kupka pintava aquellas imágenes que le eran presentadas en la imaginación en sus sesiones espiritístas.


The lotus soul (1898), igualmente vinculada con la idea de la flor de loto y el alma.Aquí también podemos observar la presencia de las teorías teosóficas que tanto influyeron en nuestro autor. La India ejerció una gran influencia, tanto por la temática espiritual, como por su arquitectura -como veremos más adelante-.
 
La vía del silencio (1900). Otra obra de carácter fantástico, con las inquietantes esfinges y el cielo estrellado. De la que existen dos versiones:




La vía del silenció és una obra marcadamente esotérica, con el paseo de las esfinges -con o sin personaje-, nos trae a la memoria el templo de Karnak en Egipto, con todo el contenido de verdades esotéricas que influyeron en nuestro autor.
En "El sueño", Kupka escribió la experiencia que originó esta pintura: le parecía "que estuviera observando a tierra desde fuera. Estaba en un vasto espacio vacío y veía a los planetas dar vueltas lentamente". Kupka, en su juventud, se formó junto a un espiritista que dirigía una sociedad secreta. Sus experiencias visionarias las trasladó a la pintura, creando unas imágenes que estaban más allá de la percepción habitual, en ellas el color y el espacio aparecen en un constante fluir. Para Kupka, como para los teósofos, la naturaleza se manifestaba por una rítmica fuerza geométrica. 


 
Sorprende la semejanza de la pintura de Kupka con la representación del nacimiento de Eva. En las Escrituras está escrito que Eva nace después de un sueño, "extasis", del costado de Adán. Pero aquí Kupka juega con los personajes masculino y femenino, como ejemplo de la totalidad, de la complementariedad de los opuestos. Según las enseñanzas cabalísticas -teosóficas y espiritistas-, se trataría de su cuerpo astral.
No menos importantes són las pinturas que podríamos llamar inspiradas en la Índia:






Y como no, sus experimentos con el color en sus famosos "Discos de Newton":





Kupka era un pionero. No fue el primer artista en hacer analogías musicales en su obra, ni tampoco el primero en interesarse por el espiritualismo, la metafísica y las ciencias. Tal vez fue por el modo en que combinó sus intereses artísticos con el concepto de la realidad integral, por lo que tuvo tanta influencia hacia 1912, cuando los artistas buscaban una expresión de la realidad invisible e intangible. Lo que buscaban no era representar una realidad física, sino transmitir el sentimiento del hombre, que es la Naturaleza consciente de sí misma.


El arte nace y llega a nosotros por la vía mística y tal vez -y en muchos de los casos- sin darnos cuenta.

Acompaño ésta entrada con una muestra más amplia de la obra de nuestro autor:




Como siempre,  espero que os sea útil.

2 comentaris:

el efecto orfeo ha dit...
L'autor ha eliminat aquest comentari.
el efecto orfeo ha dit...

AL LEER SUS COMENTARIOS SOBRE KUPKA ME HA GENERADO UNA AGRADABLE SENSACIÓN DE SOLIDARIDAD CON SU PENSAMIENTO. GRACIAS POR ESA ENSEÑANZA. COMO ES LÓGICO RECIBIMOS INFORMACIÓN BÁSICA EN LAS ESCUELAS A QUE UNO ACUDE PERO EL ALMA MÍA, PIDE COMPRENSIÓN DE SU NATURALEZA Y PRODUCTO DEL AZAR UNO VA ESCRIBIENDO Y DEJANDO UN TRAZO PARA COMPLACERLA, PERO NO ES POSIBLE POR UNO MISMO CUBRIR SUS EXPECTATIVAS. SE NECESITA DE MAESTRO. GRACIAS POS SU BONDAD.