dijous, 24 de març del 2016

LAS AMATISTAS DE VILADRAU: LEYENDAS, MITOS Y CERTEZAS.

Los lectores de éste blog, saben bien que he dedicado, a lo largo de éstos años, diversas entradas a los cristales en general y a sus uso en Gemoterápia, Cristaloterápia, incluso a la Gemosofía.
Es cierto, siento una muy especial fascinación, por esas "piedrecitas"  y todo lo que traen asociado, desde su belleza:



hasta su asociación con los orígenes de la vida, tal y como vimos en una entrada anterior.
Ésta fascinación, me ha llevado, en el transcurso de los años, ha aprender todo aquello que me ha sido posible y, como no podía ser de otra manera, a buscar por mis paseos por el Montseny, ejemplos de éstos preciosos minerales.
Hoy hablaremos de las Amatistas de Viladrau, tema del que se ha hablado mucho pero del que existe relativamente poco material. Ha sido mi intención, reunir ese material disperso, procedente de múltiples fuentes y reunirlo en un conjunto que si bien no pretende ser exhaustivo, si permita al lector interesado, hacerse una idea global sobre el tema.
Para empezar, me gustaría mostraros, algunos ejemplares de cuarzo de la zona, los que "la suerte" me ha permitido ir encontrando. Sé que no se trata de ejemplares de gran valor, ni museístico, ni siquiera para un coleccionista medianamente capacitado, sólo son pequeños tesoros personales, por el hecho de haberlos hayado personalmente:





Se trata de una drusa de cuarzo blanco fumado, con limonita, se fracturó en el momento de desprenderla de la roca madre. Encontrada cerca de la carretera que va desde Espinelves a Sant Marçal. En la parte más ancha mide unos 20 cms. Ahora, está sucia, llena de pequeñas agujas de abeto,  pues la tengo a la intemperie, en la entrada de casa, para dar la bienvenida a aquellos que vienen a visitarme.
La siguiente, encontrada cerca de la Font de les Agudes, tiene el valor de que fué la primera que descubrí, allí por los años 1980; también es un cuarzo ahumado:


El ejemplar más notable, por su tamaño, un sólo cristal de cuarzo ahumado y biterminado de 25 cms. de largo por 13, 5 de ancho, encontrado en el término municipal de Sant Hilari Sacalm, muy cerca de la Font Vella:



El siguiente, fué hayado en el término municipal de Espinelves, aunque en la foto no puede apreciarse muy bien, destaca por el color rojizo de las puntas de lo que parece ser un cuarzo blanco (?).



Éste otro, se encontraba en el término municipal de Sant Hilari Sacalm, en las cercanías de la ermita del Nen Jesús de Praga:



Para terminar con ésta pequeña exibición de vanidades, quisiera mostraros ésta Amatista, encontrada en un depósito de aluvión, enterrada bajo la arena en una pequeña playa de la Riera Major, hacia el 1990. Corroborando que efectivamente, en ésta zona hay amatistas.


Podéis observar su transparencia y calidad:






La Amatista es la piedra más preciosa dentro del grupo de los cuarzos, ya que su color púrpura es considerada un color de la realeza, la amatista, el cuarzo morado transparente, goza de una gran importancia histórica para las insignias del poder. Las Amatistas finas han figurado en las Joyas de la Corona británica y también fueron una de las piedras favoritas de Catalina la Grande y de la realeza egipcia.




La Amatista era también una piedra favorita en las altas filas de la iglesia cristiana y se referían a ella  llamándola "la piedra de los obispos". 






La palabra griega "amethystos" se traduce como "no borracho". En la antigüedad greco-romana, la Amatista fue considerada como un potente antídoto contra la ebriedad, razón por la cual las copas de vino eran a menudo talladas con la misma. Las piedras preciosas –en general- simbolizan todavía la sobriedad.

Colores de la Amatista

El color de la amatista viene determinado  por la cantidad de hierro. La gama de colores varía del púrpura, violeta pálido a rojo-violeta. El verde en la amatista es producido por tratamiento térmico, el hermoso color verde menta es estable y permanente.
Los colores profundos son los más valiosos, en particular, un púrpura cálido con destellos rosados. La denominada amatista "Siberiana", de color púrpura intenso con destellos rojos y azules, domina los precios más altos. 






La Amatista no expone una calidad deseable en la luz artificial. Con más precisión, se ve mejor a la luz del día, particularmente después del amanecer y antes del anochecer, cuando la luz es suave y cálida.
Una amatista excelente es transparente, lo que significa que la luz pasa a través de la piedra sin dificultad. Una amatista translúcida debilita ligeramente el paso de la luz a través de la piedra. La mejor calidad de la amatista es "limpia", es decir libre de inclusiones de cualquier tipo. Como la piedra es abundante, especialmente después del descubrimiento de grandes minas en Brasil, Uruguay y Bolivia, hay pocas razones para comprar piedras con inclusiones visibles.


Corte





Debido a la rugosidad de la distribución de colores en los cristales, la amatista es cortada a menudo como un brillante redondo para maximizar el color. Otros cortes pueden ser utilizados cuando el color esta mejor distribuido. Son apreciadas las amatistas con muchas facetas. La Amatista está disponible en una amplia gama de tamaños calibrados y formas, entre ellas muchas formas fantasiosas.




Ubicación y depósitos de la Amatista

Los depósitos más importantes están en Brasil, concretamente, en “Palmeira”, amatistas de Rio Grande do Sul y en "Marabá", amatistas de Pará. Otras locaciones son encontradas en Bolivia, Canadá, India, Madagascar, México, Myanmar (Birmania), Namibia, Rusia, Sri Lanka, Estados Unidos (Arizona), Uruguay y Zambia.







Tratamientos comunes de la Amatista

Tratamiento térmico de 878-1382 grados F (470-750 grados C) resulta a la luz, amarilla, rojo-marrón, verde o variedades incoloras. Algunas amatistas pueden perder su color de saturación a la luz del día. El color original puede ser restaurado por radiación de rayos X.

Gemología de la Amatista

Especie: Cuarzo
Color: Morado, violeta, rojo pálido violeta
Composición química: SiO, dióxido de silicio
Sistema cristalino: (Trigonal), prismas hexagonales
Dureza: 7 (escala de Mohs)
Gravedad específica: 2,65
Índice de refracción: 1,544 a 1,553
Birrefringencia: 0.009
Carácter óptico:
Color de raya: Blanca
Espectro de absorción: 550 - 520
Fluorescencia: Débil, azulado

Permitidme compartir con vosotros éste pequeño reportage sobre  la: "Extracción de una geoda de amatista de 14750 Kgs. De la Mina Santiño, Artigas-Uruguay".


Después de dar un repaso a las características generales de la amatista, y de observar la maravillosa salida a la Luz, de esa enorme geoda, ahora podemos entrar en el contenido de nuestra entrada. Para ello nos apoyaremos en el texto: "Las amatistas del Montseny, entre la historia y la leyenda". (del que hemos hecho un breve resumen tomado de Frederic Varela, Foro de Mineralogia Formativa que podéis leer completo aquí: http://www.foro-minerales.com/forum/viewtopic.php?t=6880)



"Desde tiempos remotos, mezcladas entre la historia y la leyenda, las amatistas han ido apareciendo en el devenir de estas tierras, especialmente en la zona del Montseny. Piedra semipreciosa por excelencia, su color violáceo ha atraído al ser humano desde tiempos inmemoriales.
El nombre de la Amatista procede de una leyenda de la mitología griega. Conocemos por lo menos dos versiones de la misma. En una de ellas, Dionisio, el dios de la embriaguez y de la intoxicación, se enojó un día por un insulto recibido de un humano y juró venganza sobre el próximo mortal que cruzara su sendero. Unos tigres violentos deberían llevar a cabo su deseo. Amatista, una bella joven soltera, en su camino a rendir homenaje a la diosa Diana, se convertiría en la víctima propiciatoria para calmar la ira del dios. Diana transformó a Amatista a una estatua de cuarzo puro cristalino, para protegerla de las garras brutales. Dionisio lloró lágrimas de vino, en remordimiento por su acción a la vista de la hermosa estatua. Las lágrimas del dios mancharon el cuarzo de púrpura, creando la famosa joya.
En otra versión, Dionisio pretendía gozar sexualmente de Amatista, quien pretendía mantenerse virgen para dedicarse al culto a Diana, como sacerdotisa de ésta. Enterada de las intenciones de Dionisio, pidió protección a la diosa, quien efectivamente la convirtió en una estatua de cuarzo blanco. Llevado por la ira y la frustración, Dionisio vertió una jarra de vino sobre la escultura, de ahí el color de la Amatista
En el terreno de la leyenda debemos situar, pues no hay pruebas fehacientes de ello, la explotación por parte de los romanos de esta preciada piedra en tierras catalanas. 



Dice la tradición, y así queda reflejada en la “Topografia mèdica de Viladrau” publicada en el año 1915, que el pueblo de Viladrau, en el Montseny, fue fundado por siete lapidarios romanos que beneficiaban – recogían- amatistas en esta montaña y las vendían a los comerciantes romanos. Bien es cierto que a partir del siglo II d.C, Roma dominaba toda la región, centrando su poder en Ausa, posteriormente la Vicus Ausonensis del período altomedieval y la actual Vic. Conocían sin duda el Montseny, que ellos denominaban Mons Signus, ya que se dice que sus altas cimas servían de referencia a los barcos que seguían las costas catalanas. No sería por tanto descabellado pensar que la administración Imperial, siempre ávida de recursos naturales, hubiera conocido y explotado dicho recurso mineral. 
Entrando ya en el terreno histórico, se cree que las amatistas del Montseny se descubrieron a finales del siglo XVI o a principios del XVII. Quizá el primer documento donde se citan estas amatistas sea en la descripción de Catalunya de Fra Francesch Diago, que aparece en el reverso, (y continúa y acaba en una hoja suelta) del mapa "Cataloniae Principatus Novissima et Accurata Descriptio", editado en Amberes en 1605 por Ioannes Baptista Vrients incluído a su vez en el Atlas de Abraham Ortelius " Theatrum Orbis Terrarum". Concretamente escribe el Padre Diago: "No ha mucho que cerca del Mont-seny se hallado una mina de Amethisto." 
Las noticias sobre las amatistas del Montseny serán un tema recurrente en las diferentes reseñas que viajeros, funcionarios e historiadores transcriban desde el siglo XVII hasta el siglo XIX. Como por ejemplo en la "Cataluña Illustrada" de Esteban de Corbera, editada en Nápoles en 1678, donde leemos: 
"Dicen Autores graves que (el Montseny) es muy abundante de minas de oro, y plata: pero estas no se ven. Tambien dizen que ay canteras de marmoles finissimos aunque ahora, o no le saben, o no sirven. Lo que la experiencia no muestra es la riqueza que tiene de piedras preciosas, y señaladamente de Topacios, y Ametistas excellentissimos en grandeza, fineza, y hermosura que se hallan cada dia en ella en notables cantidades."





   

También en "Les delices de l´Espagne et du Portugal" de Juan Alvarez de Colmenar, quien dice: "On laisse sur la gauche la ville de Vic (...) Entre Vic et les côtes de la mer, s´eleve une montagne fort haute, nommée le Mont-Seni (Mons -Signi) féconde en simples ou herbes médecinales, et en pierres rares et précieuses. On y trouve du crystal, et sur-tout une espêce d´amethyste de couleur violete, très-rare, entrecoupée de veines rouges fort brillantes." 
Otros autores también las habían citado, como el historiador y eclesiástico de Reus, Pere Gil (1551-1622), en el "Llibre primer de la història catalana en lo qual se tracta d’història o descripció natural, ço és, de coses naturals de Catalunya", también el portugués Méndez Silva, y algunos otros. Muchas veces estos autores se limitan a transcribir noticias a menudo exageradas, de segunda mano o extraídas de las obras de autores anteriores.


Primeros datos concretos: la recopilación de Enrique Flórez.

Decíamos que la escasa información aportada por muchos autores procedía de fuentes imprecisas o sencillamente eran la transcripción literal de datos aparecidos en otras obras. Únicamente el fraile agustino Enrique Flórez, en el tomo XXVIII de su obra magna "España Sagrada. Teatro Geográfico-Histórico de la Iglesia de España", editado póstumamente en 1774, da información extensa y de primera mano sobre las amatistas del Montseny, información que le fue proporcionada por el Conde de Aranda, Presidente del Consejo de Castilla y a la sazón propietario de los territorios que comprendía esta montaña.
En la parte de su obra dedicada al Montseny, y en el apartado "Noticia del monte de las Amatistas" , Flórez transcribe lo siguiente:
"Al concepto geografico de Vique (Vic) corresponde la famosa montaña de las Amatistas (*), llamada Monseny........Llamanse Amatistas de Vique (Vic) , no porque se crien junto a la ciudad, sino por estar dentro de su Diócesi, en el confín con las de Barcelona y Gerona como se va á explicar".
(*) Nótese que el nombre "montaña de las Amatistas" aparece aquí por primera vez, y se repetirá mucho más adelante, en 1908, en la obra "La muntanya d´ametistes"del poeta catalán Jaume Bofill i Mates, más conocido como Guerau de Liost. 

A la muntanya d’ametistes

Apoteòsic, d’enroscades trompes
soni l’esclat imperial. Un jorn
set lapidaris, traficants de pompes,
la cuita violaren de ton forn.

I prodigares —camperola festa—
no pas de ginebrons d’òpal espars
ni el topazi florit de la ginesta,
sinó violes en cristall de quars.

Avui, sorruda, ta dolor consagra
d’exhausta mina l’oblidat renom.
I encara sotges amb la testa magra

el responsori de les boires tristes
que sots avall s’agemoleixen com
un enderroc de noves ametistes.

Guerau de Liost: "La muntanya d’ametistes",
Edicions 62, Poetes del XX, abril del 2013

Flórez da detalles interesantes de San Segimón y precisa el lugar donde se hallaban las amatistas: 
"El nombre de Monseñ se aplica a una circunferencia de montes que en particular tienen varios nombres, y altura, en los confines de Viladráu, Seva, la Castaña , Brull, (que son del Corregimiento, y Obispado de Vique), Monsén (del de Barcelona,) y Arbucias (de Gerona.) En medio de esta circunferencia hay un monte alto, y grande , llamado de S. Sagismundo (*), tenido por el verdadero Monsén..... No hay en él mas que una casa unida a la Iglesia de S. Sagismundo. En este Monte es donde se crian las Amatistas, y no en los demás de la circunferencia : y en este, no por todos costados sino por el del Norte que mira a Viladrau." 
(*) El santuario de Sant Segimón de Montseny está situado a 1.230 metros de altitud, en la zona del Matagalls. Está documentado desde 1290, cuando se construyó la primera capilla. El nuevo santuario se edificó entre el 1647 y el 1732, casualmente durante la época en que la actividad de extracción de amatistas fue más intensa. 
Pero quizá lo más sorprendente que aporta Flórez sea la descripción, por decirlo de alguna manera, geológico-minera:
"Las Amatistas se crian debajo de la tierra, à mayor ò menor distancia , vencida con el trabajo , cabando , y tal vez usando de pólvora. Regularmente se buscan en cuevas ò profundidades donde antes trabajaron , volviéndolas á limpiar , y cabando hasta hallar las piezas. La señal de su mina es una especie de Roca salpicada de blanco , contalqual Amatista: y en descubriendo piedra de color amarillo es indicio seguro de estar cerca la mina. Para algunas se profundiza mas de treinta varas (aproximadamente unos 25 mts) , hallando siempre agua , y tal vez en tanta abundancia, que no puede beneficiarse la mina. 





El modo regular de criarse , y hallar las Amatistas, es en hendiduras , ó divisiones de la Roca , en una y otra superficie , entre lodo y agua, de modo que las mismas Amatistas unen las dos separaciones de la Roca, y tal vez las sacan unidas unas piedras con otras. También suelen hallarse en huecos de la peña entre lodo y agua, blandamente unidas à la Roca, pues la mano basta para desprenderlas. Yo las tengo firmemente unidas a la basa nativa de la Roca, que en la superficie, donde están las Amatistas, es de color amarillo (como Ocre) y por debajo es el trozo blanco. Las Amatistas tienen diversos tamaños, y grados de color : blancas las mas pequeñas : y las mayores (como garbanzos , no grandes) teñidas de su color natural de violeta , mas ó menos vivo". 
En su obra sigue describiendo las amatistas y revisa críticamente las citas de esta gema en obras anteriores, desmintiendo también la presencia de topacios que otros autores afirmaban que existían: 
"Por Cataluña anda mucha abundancia de ellas (especialmente entre los Plateros de Barcelona) y hay algunas muy perfectas en brío, y en color : pero hoy no se hallan de notable grandeza : ni el monte produce piedras de otro color que el de las Amatistas: según lo qual no se informó bien Marcillo , que en su Crisí de Cataluña dijo con Méndez Silva  , criarse aquí Topacios. Lo mismo escribió el Señor Marca  , pero no se conocen mas que las Amatistas : y aun estas parece no estaban descubiertas al principio del siglo pasado, en que escribió Pujades  : pues no las menciona al describir este monte, y solo nombra con Gerónimo Paulo  minas de oro, plata , y marmoles muy finos. Acaso alude à esto el que Marcillo escribe que se descubrió algunos años ha una mina de Amatistas. Esto se imprimió casi ochenta años despues de Pujades, (en el 1685) quarenta después del libro de Mendez  (en que están mencionadas las Amatistas) y según esto fue el descubrimiento después de escribir Pujades, y antes de Méndez, entre el 1609 y el 45. cuyo medio corresponde al 1627." 

La explotación comercial de las amatistas del Montseny: el Memorial Puigrubí. 






El primer documento directamente relacionado con la explotación de amatistas data de 1610, y es un convenio firmado en la ciudad de Vic que transcribo: 
“Die lune nona mensis augusti anno a Nativitate Domini 1610. In civitate Vici. 
En Nom de Déu. 
Sobre lo treballar y traure pedres de las padreras de ametistes y altres pedres de anells que son y es trobaran en la parroquia y terme de Sant Martí de Viladrau, bisbat de Vich, (...)” 
traduzco aproximadamente: 
“En el nombre del Señor. 
Sobre trabajar y extraer piedras de las canteras de amatistas y otras piedras de anillos que hay y que se encontrarán en la parroquia y término de Sant Martí de Viladrau, obispado de Vich, (...)”
Aunque quizá el documento más valioso sobre la explotación de amatistas en el Montseny sea el que apareció hace unos pocos años en el Memorial Puigrubí, un conjunto de más de cuatro mil cartas enviadas desde 1651 a 1690 a Josep Puigrubí, mercader de Vic y “ciutadà honrat” de Barcelona, así como los más de veinte mil asentamientos de la contabilidad de sus negocios realizados en aquellos años, que se conserva en el Arxiu Comarcal d´Osona. 
Josep Puigrubí, de origen humilde y simple comerciante, pasó a convertirse gracias a algunas influencias en un importante hombre de negocios y en suministrador de las galeras reales. Entre otras actividades económicas, Puigrubí se dedicaba también al comercio de las amatistas, si bien es verdad que más como un negocio secundario, y que le permitía hacer amistades y contentar a personajes de la Corte, de la Iglesia, de la nobleza y de la alta burguesía. 
La información sobre amatistas la encontramos en las cartas escritas entre 1678 i 1682, y aunque un poco largo, la transcribo aquí por su interés. La primera noticia la encontramos en la carta con fecha de 11 de noviembre de 1678 en la cual Francesc de Montserrat i Vives, marqués de Tamarit escribe a Puigrubí, que por aquel entonces llevaba los negocios del marqués en la comarca, y le comunica lo siguiente: 











“mi señora la marquesa de Santa Cruz - Casi con toda probabilidad se refiere a Francisca de Velasco y Ayala, casada con Francisco Diego de Bazán y Benavides, quinto marqués de Santa Cruz de Mudela, y a la sazón Capitán General de las Galeras de España -   me a dit auria de menester una partida considerable de pedras amatistas de Monseny y me a manat procuràs que alguna persona de los que tractan de eixia matèria vingués assí [Barcelona] a veura´s ab Santa Cruz y tractar aqueix negoci” (mi señora la marquesa de Santa Cruz me ha dicho que necesitaría una partida considerable de piedras amatistas del Montseny y me ha encomendado procurase que alguna persona de los que tratan en esa materia viniera aquí (Barcelona) a verse con Santa Cruz y tratar este negocio.)” 
En la carta del dia 18, Francesc de Montserrat le agradece a Puigrubí “la diligencia que a possat en lo de las pedras que vingué lo pedrayre a veura´s ab mi Sra la marquesa que està molt bé y veurem si mos podrem ajustar” (la diligencia que ha puesto en lo de las piedras, que vino el pedrayre -el que tiene como oficio la extracción o el comercio de las piedras, en este caso amatistas-  a entrevistarse con mi Sra. la Marquesa que está muy bien y veremos si nos podemos ajustar).
En otra carta fechada el 11 de Enero de 1682 y escrita desde Madrid, leemos lo siguiente: “lo adrés de las pedras moradas estava tan avansat que lo llapidari li aví dit que dins quatre dias los entregaria” (el envío de las piedras moradas estaba tan avanzado que el lapidario (tallador) le había dicho que en cuatro días las entregaría).
El 7 de febrero Francesc de Montserrat le pedirá a Puigrubí que lo más pronto posible le envíe “exas pedras violades y avisar-me del preu de ellas” (esas piedras violeta y me haga saber su precio). Posiblemente estas amatistas eran para Pedro Antonio de Aragón - Pedro Antonio de Aragón (Pere Antoni d’Aragó) Folc de Cardona y Fernández de Córdoba-Figueroa, que era Conde d’Empúries, Duque de Segorbe, Conde de Prades, Marqués de Comares, Senyor de la Baronia d’Entença y fue Virrey de Catalunya de 1642 a 1644 - 
a tenor de lo que Francesc de Montserrat comunica a Puigrubí en la carta del 14 de marzo, y le dice que por “no haver tingut lloch de anar a casa lo Sr. Don Pedro de Aragón no las y he entregadas” (por no haber tenido ocasión de ir a casa del Sr. Don Pedro de Aragón no se las he entregado). 





En otra carta datada el 22 de agosto de 1682 encontramos referencias a otro encargo de amatistas para Francisco San Martín, Contador de la Cruzada (Bula de Cruzada de Indias), en el sentido que Francesc de Montserrat queda enterado de la información que sobre estas amatistas le ha proporcionado Puigrubí, que le había indicado: “lo llapidari estava a buscar pedras y que luego fos vingut posaria mà a las que li tinch” (el tallador ha ido a buscar piedras y que en cuanto llegara se encargaría de las que le tengo preparadas), añadiendo, en un gesto de confianza hacia Puigrubí, “que corrent per sa mà no dupto seran de bona calitat” (que pasando por sus manos, no dudo serán de buena calidad).
Tres dias más tarde y en respuesta a una carta de Puigrubí, le escribirá, esta vez en castellano, que “estimo el cuydado que Vm tiene de componer el adreso de piedras moradas”. El 29 de agosto de 1682 y también en respuesta a lo que le ha comunicado Puigrubí, dirá que queda advertido “del que.m diu de que lo dilluns comensarian a treballar en las pedras amatistas moradas y que no se´n llavaria mà fins esten acabadas” (de que tal como me dice, el lunes empezarán a trabajar con las piedras amatistas moradas y que no se dejará estar hasta que estén acabadas). 
Finalmente, el 21 de noviembre de 1682, Francesc de Montserrat dará las gracias a Puigrubí por haber enviado a Antoni de Camporrells, Señor de Biosca, “las catorze dotzenas de pedras moradas” y, ya que no las ha podido ver por encontrarse en Madrid, añade que no duda “seran de tota satisfassió per aver corregut esta obra per mà de Vm.” (serán de su total satisfacción por haberse encargado usted personalmente).
Esta es la última carta relacionada con el comercio de amatistas. Más adelante comentaremos algunas hipótesis que pueden obtenerse de los datos obtenidos de esta correspondencia. 


Del negocio floreciente a la decadencia y el olvido.


Estas cartas contenidas en el Memorial Puigrubí confirman fehacientemente que la extracción, el tallado y la comercialización de las amatistas fue un negocio relativamente floreciente en aquella época (último tercio del siglo XVII) coincidiendo en Catalunya con un aumento sustancial de la producción de bienes, acompañado de un cierto auge del comercio interior y especialmente del exterior (transacciones con América). Las amatistas eran sin duda un producto que satisfacía una demanda en un momento de cierta bonanza económica.


Otros testimonios:





El P. Pedro Gil en su Historia Natural de Cataluña, fechada en 1600, pocos años atrás publicada por el competente geógrafo e historiador José Iglesias Fuerte, refería que en Cataluña no faltaban piedras preciosas (y), que si bien eran de menos valía que las esmeraldas, diamantes y rubíes, etc., no por eso dejaban de ser muy apreciadas.
Tal eran las turquesas de color blanco, muy bellas, que se encontraban en la montaña del Montnegre, cerca de Hostalric, y, las amatistas de color violeta, a veces muy finas y buenas. Se usaban para la decoración de anillos, pectorales, collares, cintas, mitras, guarniciones de cruces, aderezo de imágenes, diadema y coronas de santos y santas.
Entre tales piedras preciosas, famosas en todas las descripciones del principado, existían las amatistas del Montseny, de cuarzo violado, asentado en el camino de San Segismundo y sus alrededores, o sea las que procedían de la mitad de la vertiente septentrional del Matagalls, de las que se tienen documentadas noticias de finales del XVI, asimismo citadas por los historiadores Padre Diago, Méndez Silva, Esteban de Corbera, Pedro de Marca, Feliu de la Peña, y, por el Padre Flórez.
Estas amatistas eran nombradas Piedras de Vic, por ser los plateros de Vic, los que más las utilizaban en sus joyas, sacadas del Montseny, en el término de Viladrau, obradas y pulidas por aquellos artífices, pero el hecho de desaparecer su utilización en la pasada centuria, da lugar a suponer no eran suficientemente finas para la joyería moderna.
Notamos como 19 de junio 1682, Jaume Xauet, lapidario de Barcelona, ​​firmaba un acuerdo con el mercader de dicha ciudad Jaime Tejedor, tesorero del duque de Cardona, de 38 libras y 10 sueldos.
De esta suma de dinero, 16 libras, 10 sueldos correspondían al importe de la venta de una docena de piedras amatistas de Montseny moradas grandes, mientras que las restantes 22 libras eran por suministro de cuatro docenas de dichas piedras pequeñas, a razón de 55 reales la docena.





Casi un mes después, a 20 de julio, fue formalizada una venta similar por parte del mercader barcelonés Francesc Sauleda, también por idéntica destinación, el cual acredita que fue recibido 85 libras y 10 sueldos por la venta de 21 piedras amatistas moradas del Montseny, Trece de las cuales estaban valoradas a razón de 35 reales la docena, mientras que las 8 docenas restantes fueron tasada en 50 reales.
Una referencia facilitada por el buen amigo José Serra Rosselló, corrobora la aplicación de las amatistas en ornamentos de lujo. Se trata de 13.199 piedras moradas finas, rectas, arqueadas y redondas del Montseny, empotradas en planchas de oro y de plata, para la decoración de un baúl asimismo de oro, fabricado a cuenta del conde de Melgar, delicada obra confiada a los artífices plateros barceloneses Francisco Grifell, Francesc Cabeceras, Pau Santpere, José Costa y Isidro altamente, como sub-contratistas de esa obra anteriormente concertada por su compañero de oficio Joan Nadal.

De la extracción de las amatistas se encargaban los llamados lapidaris (palabra también usada para los que tallaban y pulían las gemas), conocidos también como minaires (mineros), que al principio solían ser emigrantes franceses en busca de trabajo, y más tarde gente de la comarca y vecinos del propio Viladrau, que según parece era el centro de la actividad de extracción de amatistas.
Los arrendadores de las minas en ocasiones fueron joyeros, pero también como hemos visto comerciantes, casi siempre originarios o residentes en la ciudad de Vic. Una parte de estas amatistas se tallaron para ornar arte sacro, no en vano estas joyas eran conocidas como "pedres de Bisbe" (piedras de Obispo) y se usaban, junto a otras gemas, en la fabricación de insignias episcopales como anillos, báculos, pectorales, etc. trabajos que eran realizados por orfebres y talladores en la misma ciudad de Vic y también de Barcelona. Sorprende en todo caso la ausencia de estas amatistas en el catálogo de arte episcopal de la catedral de Vic. Sí consta que una de estas amatistas está engarzada en la cruz procesional que se guarda en la iglesia parroquial de Sant Martí de Viladrau. Es interesante también destacar que a tenor de la correspondencia del fondo documental Puigrubí queda constancia que éste no fue únicamente un comercio local más bien supeditado al arte sacro, sino que las amatistas del Montseny eran conocidas y apreciadas entre la nobleza española y probablemente de otros puntos de las posesiones imperiales de la época (Nápoles, Flandes, etc.) aunque de esta posible internacionalización no haya podido hallar constancia específica. 





En mi opinión la explotación comercial de las amatistas del Montseny acabaría a principios del siglo XVIII coincidiendo con los años convulsos de la Guerra de Sucesión y el posterior período de decadencia en Catalunya, aunque como veremos más adelante, quizá la razón principal fuera el agotamiento de los filones de cuarzo ricos en amatistas de tamaño y calidad aptas para su talla.
Todavía en 1787, Joan Antoni de Fivaller i de Bru, marqués de Villel y miembro de la Reial Acadèmia de Ciencies i Arts de Barcelona, leerá en esta institución el trabajo titulado "Memoria sobre los ametistos de la Montaña de Montseñ ". Desgraciadamente no he podido acceder a este texto de momento, pero es probable que en esta época, los yacimientos de amatistas del Montseny ya estuvieran agotados (Flórez en su libro ya indicaba varias veces que el tamaño de las amatistas que se obtenían era más pequeño que antaño, y que las mayores tenían el tamaño “de un garbanzo”). Ante esta falta de recursos locales, y contando que la demanda seguía en alza, se buscaron otras fuentes de abastecimiento.
En el libro de Saint-René Taillandier "Resumé de l'histoire d'Auvergne, par un auvergnat” editado en París en 1826, se cuenta que en la villa de Vernet (Auvernia, Francia) existían unas minas de amatistas a las cuales acudían cada año españoles provinientes de Catalunya para hacer provisión de ellas con destino a ser talladas, y describe una bonita historia de amistad y confianza. que paso a transcribir del francés:
“ Cerca de Usson se halla la villa de Vernet, remarcable por sus amatistas. Estas fueron durante bastante tiempo recogidas por españoles, que llegaban cada año con mulas para hacer una amplia provisión. En 1780 fueron asaltados durante el viaje; llegaron a Vernet sin dinero. Sus habitantes se ofrecieron para trabajar gratuitamente en la mina; les alimentaron y les avanzaron el dinero necesario para su regreso a España. Los españoles por su parte prometieron pagar su deuda en el momento en que llegaran a su casa; y fueron fieles a su palabra. Llegados a su país, lo primero que hicieron fue hacer llegar a Auvernia las sumas que les habían avanzado .”
Sin duda pues las amatistas seguían siendo muy apreciadas y su comercio rentable para justificar semejante viaje, ya que los yacimientos de la zona de Auvernia se hallan a unos 500 km. de la frontera española. Debió de ser de nuevo un negocio importante, pues se dice que los habitantes de Vernet, Issoire (situada en el Camino de Santiago, y seguramente medio por el cual los catalanes tuvieron noticia de las amatistas francesas), Pégut, Genestine y La Reinerie, esperaban cada año impacientes la llegada de los españoles, que contribuían sin duda a animar el comercio local. En la zona del barranco de Pégut todavía se localizan los llamados “filons des espagnols”. 




Quizá la obtención de amatistas en el Montseny continuara de forma intermitente, ocasional y a muy pequeña escala durante los siglos XVIII y XIX, pero perdiéndose poco a poco en la memoria colectiva. Puede constatarse que durante la segunda mitad del siglo XIX coincidiendo con los inicios del excursionismo y del naturalismo científico, la presencia de amatistas pasa prácticamente desapercibida, y ni Almera ni tampoco Font i Sagué aportan nada nuevo sobre el tema, lo que indicaría que la explotación habría quedado ya relegada a tiempos muy lejanos, siendo a principios del siglo XIX poco más que una leyenda o un episodio más bien romántico. 


La época moderna.


Con los inicios de la mineralogía moderna en Catalunya, Llorenç Tomás en su libro “ Els Minerals de Catalunya ” (1919-1920) cita refiriéndose al cuarzo "los bellos cristales que se encuentran en el Montseny, siendo conocidos desde tiempos antiguos los de color violeta o morado, la falsa amatista" . Es curioso el calificativo de falsa amatista que otorga Tomás a los cuarzos amatista del Montseny. Actualmente se conoce como “falsa amatista” a algunos ejemplares de fluorita azul tallada.
También ya en época moderna, Mata-Perelló en su obra " Els minerals de Catalunya" (1990) cita las importantes mineralizaciones de cuarzo (variedad amatista ) en el término municipal de Viladrau, y Bareche cita además en su libro " Els minerals de Catalunya: segle XX "(2005) las amatistas de los primeros hallazgos de Riudarenes y Sils, así como los posteriores hallazgos modernos en ambas localidades y en Maçanet de la Selva.
Así pues durante los siglos XIX y XX los coleccionistas irían recolectando ejemplares de amatista de forma más o menos esporádica, tanto en el Montseny como en algunos otros lugares como veremos más adelante, hasta llegar al hallazgo de cierta importancia de Daunis (de localización incierta, pues no está claro si se encontraron en Sant Segimón o en la zona de Sils-Riudarenes) y sobretodo los extraordinarios hallazgos recientes en Maçanet de La Selva (Pedrera Can Súria ), Sils (Pedrera Mas Ceber-Massabé), y especialmente Riudarenes (Cantera de prestamos Soliva- Cantera de trabajos del AVE) sobradamente conocidos por todos. 




Las amatistas del Montseny, del negocio floreciente a la decadencia y el olvido.


La aportación de Joan Antoni de Fivaller i de Bru, Marqués de Villel y su trabajo "Memoria sobre los ametistos de la Montaña de Montseñ ".

Gracias a la amabilidad de los responsables de la biblioteca de la Reial Acadèmia de les Ciències i Arts de Barcelona, he podido acceder al manuscrito original de este trabajo que el Marqués de Villel leyó el 25 de abril de 1787 en la sede de la Academia. Por aquel entonces dicha Academia constituía un cuerpo público consultivo del Rey para los asuntos del Principado de Catalunya.
Joan Antoni de Fivaller i de Bru, marqués de Villel fue miembro de la parte más culta de la nobleza catalana . Participó en diversas instituciones culturales y ocupó cargos importantes en el Ayuntamiento de Barcelona. Durante la invasión francesa fue miembro de la Junta Suprema Central (leales a la Monarquía española), sin embargo mostraba cierta simpatía por los ideales ilustrados de la Revolución Francesa, y en algunos círculos se le llegó a acusar de afrancesado, sin mucho éxito todo hay que decirlo.
Este trabajo nos aporta algunos datos interesantes sobre la explotación y el aprovechamiento de las amatistas del Montseny, si bien es verdad que describe tiempos pasados y no aporta ninguna información que haga pensar que en la fecha de la lectura esa explotación se llevara a cabo todavía de modo intensivo. Recoge sobretodo información de la época de Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda (contemporáneo suyo pero ya de una edad muy avanzada por aquel entonces) y cita literalmente algunas de las descripciones geográficas del libro de Enrique Flórez, editado trece años antes.
Sobre los lugares apropiados para la búsqueda de las amatistas, confirma que “se hallan en los cerros baxos, desde donde empieza a encumbrarse la montaña” , y a profundidad muy variable, indicando que “a vezes una excavación mui profunda dexa burlados y sin fruto los trabajos de los interesados, mientras que otra de pocas varas o palmos descubre en abundancia este fosil: ni se hallan tampoco igualmente en todos los cerros baxos, sino que como es muy regular en semejantes producciones unos parages estan del todo exaustos quando en otros rebosan en cantidad estas piedras.” 




Afirma que los mineros buscan aquellas zonas donde el terreno es parecido al de hallazgos anteriores que tuvieron éxito. Allí abren una zanja grande y profundizan hasta que encuentran las primeras señales de cuarzo. Si a una cierta profundidad no aparecen indicios adecuados, cambian de lugar. En algunos casos la búsqueda se lleva a cabo también en cuevas o en lugares donde ya se había trabajado anteriormente, volviendo a remover y a cavar. Deja constancia del riesgo de hundimiento de esas zanjas, y se hace eco de las numerosas desgracias y muertes acaecidas.
Destaca también el importante papel en el fomento del comercio de amatistas que jugaron tanto el Conde de Aranda como su antecesor, Francisco de Bournonville y de Perapertusa, Marqués de Rupit. A pesar de que la Casa de Aranda tenía la prerrogativa de que ningún particular podía llevar a cabo ninguna excavación sin su permiso, se facilitaba la búsqueda y la explotación, pues interesaba potenciar el comercio de dichas piedras, que ahora sí podemos confirmar, fueron apreciadas en las Cortes extranjeras: “Queda probado que en el siglo pasado siguiendo las antiguas huellas que habian dexado los Mineros para extraerlos, se emplearon muchos brazos para enriquecer compañías que pasaron nuestros ametistos a las Cortes extrangeras y esparcieron por toda España el gusto y uso de ellos.” Comenta incluso que siendo el Conde de Aranda embajador en París (cargo que ejerció desde 1773 a 1783), mandó hacer a sus expensas varias excavaciones hasta que reunió una cantidad apreciable de amatistas, que una vez los lapidarios hubieron dejado en disposición de engastar, “las repartio entre la primera gente y de mejor gusto de aquella rica Corte.” (se refiere a la Corte francesa).
Fivaller da cuenta también de la calidad de estas amatistas del Montseny, afirmando que de entre las amatistas occidentales o europeas (para diferenciarlas de las orientales, muy raras en aquella época) son de las más perfectas. Las compara también con las amatistas de Cartagena, afirmando que son de calidad similar.
Dice que las amatistas del Montseny destacan por su muy buen color, su dureza y su elevado peso específico (que medían con una balanza hidrostática). Afirma que de todas las que se extraen, solo se aprovechan las mejores y cita “las muchas piedras que se abandonan para escoger las más preciosas en las excavaciones que se hacen” , con la finalidad de preservar la calidad y el buen nombre del producto. 




Sobre el trabajo de los lapidarios, explica que separaban las amatistas del cuarzo matriz, y las trabajaban hasta obtener el mayor número de facetas para que brillaran el máximo posible y mostraran su mejor color. Asimismo las pulían con ruedas, esmeril y otras piedras hasta darles lustre y transparencia.
Para finalizar, y remarcando su perfil ilustrado, Fivaller niega todas las virtudes que de antiguo (Aristóteles, Plinio…) se habían asociado a esta piedra, afirmando “no tienen los ametistos propiedad alguna, y que su mayor o menor mérito depende de la moda y caprichos de los hombres.” 
Por su parte, la revista Ausa del Centre d’Estudis Osonencs, en el nº 173 (año 2104) publicó un interesante artículo, sobre las cavidades (minas?) de los alrededores de Sant Segimon a unos 4 Kms. De Viladrau, vale la pena conocer parte de su contenido:




La interpretación de los datos históricos que poseemos sobre este lugar apunta en dos direcciones diferentes. Por un lado, hay indicios que permitirían hablar de un poblamiento eremítico de los alrededores del santuario, empezando por la misma cueva de Sant Segimon. Por otra parte, una segunda línea de interpretación iría en la línea de una supuesta explotación mineral, concretamente de amatistas. Finalmente, apuntamos unos datos que nos han parecido interesantes sobre la llamada cueva de San Miguel de los Santos (STS 6).

eremitismo


Aunque la leyenda sitúa el espacio que se está analizando como el escenario de una estancia eremítica de san Segismundo, hijo de un rey de Borgoña, la historia es un poco más seca en cuanto a datos concretos. Como dice Pladevall, parecería que no fue hasta el siglo XIV que este espacio Montseny se convirtió en un lugar de vida eremítica y que «(...) en la misma peña donde estaba la cueva con la capilla inicial, otras dos cuevas con indicios de vida eremítica, como se puede observar sobre todo en la mejor conservada en la que se ve una capilla y otros testigos de aprovechamiento por vivienda »(Pladevall Font, 1986: 22). 






Plan Devall se refiere, sin duda, a la cavidad que llamamos STS 5 o cueva de Sant Segimon y seguramente en el STS-4, pero un poco por encima de ambas cavidades se han localizadas dos más de morfología análoga que podrían haber tenido fines similares. De todas formas, y a falta de una intervención arqueológica que pudiera aportar nuevos datos, sólo la cueva de Sant Segimon (STS 5) presenta muestras evidentes de ocupación humana.
Todo hace pensar que el origen del santuario se encuentra vinculado a un pequeño núcleo de ermitaños.





El 1290 aparece la primera referencia documental y en 1317 se concedían 40 años de indulgencias a todos los que visitaran la cueva o capilla «no fabricada por mano de hombres sino por gracia de Dios (...) en un lugar de gran horror y ancha soledad »(Pladevall Font, 1986: 22; Solà, 1918: 58). Un manuscrito Vic conocido con el nombre de la Leyenda áurea, de la primera mitad del siglo XV (transcrito por Ordeig y Mata, 1987: 93 y ss.), Da fe de la consolidación en el imaginario catalán del espacio de San Segimon del Montseny como lugar de eremitismo: cuando san Segismundo llega ya encuentra un ermitaño ( «apparech darle humano se forma de Armit», «Y esta cueva, quien vuy día es hecha Esgleyes, es dicho el armitatge de siendo Sagimon »). También Pladevall (1986: 30) acepta que se conoce la existencia de ermitaños o dados desde principios del siglo XV y que en invierno estos residían en el santuario de la Erola.
Uno de estos ermitaños habría construido la capilla de San Miguel de los Barretones, y estaba todavía en agosto de 1557, cuando iría el obispo de Vic en visita pastoral (Pladevall Font, 1986: 33).
Consideramos que la explicación eremítica podría servir para explicar el origen de algunas cavidades del sector que hemos nombrando de Sant Segimon, pero -con los datos de que disponemos actualmente- no se puede concretar exactamente cuáles. 






Por otra parte, algunas de estas cavidades presentan una morfología similar a las cavidades que hay en la Roca Foradada, un espacio donde se hace más difícil hablar de empleo eremítica.


Explotación de amatistas


Otra línea de interpretación pasa por la posibilidad de que algunas de estas cavidades fueran el resultado de la explotación de una piedra que llegó a tener connotación de piedra preciosa, las amatistas.
En este sentido, digamos que no está claro si las amatistas del Montseny fueron conocidas o no por los romanos. En todo caso, hay una serie de autores que consideran que su descubrimiento habría tenido lugar a finales del siglo XVI o principios del XVII (Pladevall Font, 1986: 81). El documento más antiguo que se conoce sobre la explotación de amatistas, fechado en 1610, indica que la explotación se hacía en canteras y que éstas serían barridas por trabajadores que se dedicaban a buscar las preciadas amatistas. Pero en 1721 dos concejales de Viladrau tienen que pagar 10 libras por las minas y el derecho de buscar amatistas y otras piedras preciosas en la montaña del Montseny (Pladevall Font, 1986: 85). Sabemos también que en el siglo XVIII el conde de Aranda «(...) mandó acero a acerca expensas varias excavaciones y Descubrimientos para Extraer de entre aquellas rocas lo más precioso que contenían: y Hecho una colección de ametistos, siguiendolos en todos acerca ESTADOS (...) »(citado en Pladevall Font, 1986: 85).



Según Pladevall, la documentación histórica sugiere que los hallazgos y la exploración de las amatistas se hacían en la parte baja de la montaña, nunca a grandes alturas, y normalmente en hondonadas de arroyos o grandes cárcavas (Pladevall Font, 1986: 87) . En este sentido, el marqués de Villel decía que las amatistas se encontraban en: "(...) cerros bajos desde Donde Empieza a encumbrar a la montaña, pero nunca en determinada Profundidad, pues a veces una excavación muy profunda dexa burlados y sin Fruto los Trabajos de los Interesados, Mientras que Otras de pocas varas ó PalmoS Descubre en abundancia este fosil, ni se Hallan Tampoco Igualmente en todos los cerros baxo, sino que, como se muy regular en semejantes producciones, Unos parajes están de todo exaustos , quando en Otros rebosan en Cantidad estas piedras »(Citado en Pladevall Font, 1986: 87)




El padre Enrique Flórez, en los años setenta del siglo XVIII, también decía que las amatistas se hacían bajo tierra, donde había que ir a buscarlas cavando o bien con pólvora y que «Regularmente se buscan en cuevas o profundidades Donde antes trabajaron, y cabando ta Hall las piedras ». Según dice, las amatistas se hacen en grietas entre la roca, muchas veces con gran presencia de humedad. Tanto Flórez como el marqués de Villel -aunque parece que este último plagió el primero- aseguran que durante el siglo XVIII se había procedido a volver a intentar explotar las antiguas minas.
De hecho, un contrato de 1680 establecía que para construir las minas era necesaria la col • colaboración de muchos puntales y respaldos de madera, que había que extraer de los bosques de los alrededores (Madurell y Marimon, 2006).
De todos modos, la hipótesis que sugiere que algunas de estas cavidades podrían ser el resultado de antiguas explotaciones de amatistas, aunque es plausible no parece poderse verificar. En este último sentido, hay que tener en cuenta el hecho de que el mapa en que Pladevall indica dónde se encontraban las referencias históricas a estas piedras preciosas no incluye la zona estudiada. La más cercana sería un espacio por debajo del santuario de Sant Segimon, donde no se ha encontrado ningún rastro de cavidad y donde los pórfidos tienen una distribución más bien residual. De todos modos, no se puede menospreciar la idea de que, tratándose de una piedra preciosa con la que se comerciaba, los documentos debían ser muy cuidadosos para no dar las localizaciones exactas de las explotaciones.


Otras posibles explicaciones


La zona que se ha estudiado, por su posición geográfica aislada, ha sido históricamente lugar de refugio de los habitantes de las cercanías. Tenemos constancia durante la Guerra del Francés y durante la Guerra Civil, pero nada permite asegurar que estas cavidades hubieran sido construidas con el fin de servir de refugio.




En este sentido, sólo la Balma Murada (RF 4) presenta una morfología adecuada para estas necesidades, aunque todas las demás podrían haberse utilizado en un sentido similar. De todos modos, excepto en el caso mencionado, no se han encontrado estructuras que permitan pensar en una zona de refugio más o menos continuado.





El caso de la Gran Mina de la Roca Foradada (RF 6) parece indicar una explotación minera que se había pensado que fuera a gran escala, con un acceso complicado (está colgada a media pared y cada vez que hemos accedido nos hemos tenido de descolgar rapelando, aunque se puede acceder desde abajo con la ayuda de una cuerda fija). Pero, como ya se ha dicho en otros momentos, no poseemos ninguna evidencia que permita indicar el objeto de explotación de la mina.


Cueva y huellas de San Miguel de los Santos



Teniendo en cuenta que no podemos decir cuál fue el origen de las cavidades de la cueva de San Miguel y de la de los Cerdos (STS 6), sí podemos intentar explicar el cambio de valoración que este espacio vivió a finales del siglo xix.
En este sentido, en 1884 se publicó la excursión geológica en el Montseny del insigne geólogo Jaume Almera. En esta obra, Almera habla del santuario de Sant Segimon y dice que es memorable porque recuerda la vida de dos héroes: san Segismundo y San Miguel de los Santos. Sobre este último dice que "(...) en su infancia vino á estas soledades para hacer vida eremítica en una cueva que lleva su nombre y en la que está columbrado en vivo, con imágenes regulares, el acto de ser descubierto por su padre el ínclito hijo de Vich. Las duas piadosas tradiciones las conserva fielmente el pueblo, y las cuentan los pastores de esta montaña »(Almera, 1884).
Pocos años más tarde (1890) se publicaba el relato del viaje topográfico que hizo Julio Sierra por las Guilleries. Este relato es interesante porque, al pasar cerca del santuario de Sant Segimon, habla de unas huellas atribuidas a San Miguel de los Santos y de la cueva donde este se habría retirado: «Apretando, pues, el paso, todo lo que consentir áspera bajada, dejamos junto á nosotros la cueva de San Miguel, cuyo nombre se Debe al glorioso San Miguel de los Santos, patrones de Vich, que por el siglo xVI hizó en ella, segun se fama, vida ascética y Hubo de milagrear abundosamente, el parecía, por el Montseny y sus contornos. 



Y digo esto, Porque en distintos puntos de la comarca he oído contar La misma tradición, con la sola variante del Lugar en que se supone acaecida. Era el caso, al decir de las gentes, que Persiguiendo el santo buenas obras, recorría sin cesar toda la sierra, y siempre Hallabat al diablo estorbando acerca designios; en pugna con Él mediaron entre ambos cian secretos desafíos, y actualmente arrojándose á una sima tenebrosa, ora Saltando un profundo precipicio, siempre era vencido el segundo, que se estrellaba entre las rocas ó se aplastaba contra el fondo, Mientras el santo salia ileso de la prueba Mostrando Cuánto gozaba el favor de Dios contra las malas artes del demonio; y la imaginación popular, Dando vida á la leyenda, Quiere ver en cada piedra las huellas de la lucha problemática, Cuando no las señales con la configuración MISMA del terreno ó las supone bajo el agua de los ríos. »(Sierra, 2002: 112 )
Ante estas referencias, lo primero que hay que matizar es que no se ha encontrado en las obras publicadas antes del siglo XIX ninguna evidencia de la cueva donde se retiró el santo en su primera ida al Montseny. Los documentos hablan de una cueva, pero en ninguna parte se hace referencia a Sant Segimon, donde sí se dirigía en su segunda huida al desierto, aunque no llegó porque un ángel del hizo de abundancia en pasar por Espinzella. No habiendo sido nunca, parece que esta atribución de significado en el lugar del Montseny fue bastante posterior.
Parecería que la invención de estas huellas se produjera alrededor de los años sesenta del siglo XIX, momento de la canonización del santo Vic. Efectivamente, San Miguel de los Santos fue canonizado el año 1862 y la ciudad de Vic lo celebró con una gran participación popular. Como decía Eduard Junyent, desde ese momento San Miguel pasó a ser considerado el patrón de la ciudad y a ocupar un lugar privilegiado junto a los Santos Mártires. Los documentos de Almera y de Serra son a la vez lo suficientemente cercanos y bastante lejanos al momento de su canonización como para poder suponer que las fiestas que tuvieron lugar en la ciudad de Vic desencadenaron el interés por este lugar y por la presencia del santo.




En este contexto, el 8 de mayo de 1862 el periódico Vic El Ausonense publicaba una carta anónima fechada el mismo santuario el día 30 de abril en el que se habla del encuentro de Sant Segimon. Su autor anónimo dice que una de las ideas que más le «preocupaban» era visitar la cueva donde había hecho penitencia San Miguel, pero que ninguna de las personas a las que había pedido información -incluso el ermitaño- no le sabían dar razón y su pregunta causaba sorpresa.
«Y aun una persona anciana me ha Contestado con singular enfado -no vino aquí el B. Miguel; yo soy de la comarca y nunca oyó hablar de tal cosa. »
Sin embargo, el cronista no paró hasta encontrar lo que buscaba: el masovero de can Gato se ofreció a acompañarlo y así pudo encontrar la cueva: «La cueva que me ha DICHO fue del Beato está poco distante de la de S. Segismundo; pero el camino, si es que Merezco tal número el sendero por dónde Hemos Pasado, se muy malo y asaz espuesto: la cueva se doble, una llega y otra abajo sin comunicación entre sí; la de llega que parece una de túnel Tiene siete metros de Profundidad miedo uno de altura y de diámetro; la inferior es mas ancha y menos profunda ... A esta Traens los cerdos la temporada que pastan en la montaña. "
El escrito termina con un consejo que es a la vez una premonición: ahora que el santo será canonizado, sería deseable que sus devotos dieran a la cueva la veneración que se merece, «poniéndo allí algo que recordase este paso admirable de super vida y facilitando el camino á los peregrinos ».
Aunque no un mes más tarde, Mariano Fàbregas anunciaba en el mismo periódico la apertura del eremitorio durante aquella temporada y recordaba el artículo anterior explicitando que a poca distancia del santuario estaba la cueva y pidiendo que se asea el camino que llevaba. Las fiestas de la canonización del santo tuvieron una gran cobertura por parte de El Ausonense, periódico que se descuidó de mencionar el paso que se había hecho en la calle de Gurb. Gracias a este olvido sabemos que en esta calle se había representado una escena con el santo en el desierto o cueva del Montseny cuando su padre lo encontró arrodillado ante la cruz: la ida en San Segismundo ya era un hecho y cualquier Vic lo había visto de forma diáfana.
El lunes 22 de septiembre de 1879 se fue en procesión hasta la cueva y se asentaron • lar unas imágenes de San Miguel y su compañero de fuga, arrodillados ante la cruz en el momento en que su padre los encontró. Eran obra del escultor Pedro Cuadras -ya eran hechas en 1827, pero no sabemos porque no se asentaron • lar antes- y el acto coincidió con el centenario de la beatificación del santo.



Para llegar hasta el lugar había sido necesario abrir un nuevo camino, cortado en la roca, que aún se conserva parcialmente. El acto contó con la participación del pintor Luciano Bertrana.
Después de la misa, se llevó la reliquia del santo (suponemos que la que tenía la ciudad de Vic) hasta la cueva, en procesión de una sola fila. Puesta la reliquia del santo en la boca de la cueva, el penitenciario bendijo el lugar con una ramita de haya.
Jaume Collell -que había hecho el sermón- publicó la crónica en La Voz del Montserrat del 27 de septiembre de 1879.


Conclusiones e hipótesis


Desgraciadamente no hemos sido capaces de dar cuenta del origen de estas cavidades. Por esta razón, las conclusiones de este trabajo deben tener un carácter puramente hipotético: todo indica que se trataría de antiguas minas de explotación de amatistas, pero no hemos encontrado una manera clara de ligar los documentos históricos con las evidencias que se encuentran sobre el terreno, sobre todo teniendo en cuenta que la documentación sitúa estas cavidades por debajo de nuestra zona de estudio.
De todos modos, la documentación histórica parece sugerir que la explotación de amatistas en el Montseny habría comenzado a finales del siglo XVI. Posiblemente las primeras explotaciones fueron canteras a cielo abierto o pequeñas vetas de mineral que se encontraban cerca de la superficie. El siglo XVIII habría vivido una segunda oleada, que los documentos refieren con expresiones como «excavaciones», que permiten pensar en el uso de galerías excavadas en el subsuelo (minas). El padre Flórez resulta aún mucho más claro cuando recoge ambas ideas y dice que las amatistas se encuentran «(...) en cuevas o profundidades Donde antes trabajaron (...)».
Suponiendo, pues, que las cavidades estudiadas -al menos algunas- pudieran corresponder a antiguas minas de amatistas, se plantea una cuestión de geografía histórica: por qué parece que este tipo de minas sólo se abrieron en la zona estudiada? Ya se ha dicho que a poca distancia se encuentra el cerro de las Quereda, donde aparecen también amplias extensiones de pórfidos, pero sin ninguna evidencia que haga pensar en explotaciones mineras. Lo mismo se puede decir de la zona del Risco Redondo o los afloramientos cercanos a Sant Marçal y el cuello de Borderiol”.

EPÍLOGO




Y a pesar de todo, este no es el final ya que esta es una historia abierta. Una historia que tal vez empezó hace casi 2000 años en el Mons Signus, un monte cercano a la urbe romana de Ausa. Una historia de mapas y tratados antiguos, de minas escondidas y santuarios remotos, de “minaires”, “lapidaris” y comerciantes de amatistas, piedras buscadas por gentes modestas y apreciadas y exhibidas por obispos y nobles. Una historia que casi llegó a perderse en la bruma de tiempos pasados, y que poco a poco volvió a resurgir de la mano de esforzados aficionados a la mineralogía que fueron hallando en sus salidas las escasas y preciosas amatistas, búsqueda que culminó con los hallazgos espectaculares en la comarca de La Selva hace unos pocos años.
Es una historia abierta porque el potencial de hallar nuevos yacimientos de amatista es enorme, debido a la singularidad de la geología catalana. Las amatistas están ahí, esperando a que el buscador tenaz y afortunado las encuentre. Qué tesoros no se esconderán entre las rosadas rocas del Cap de Begur y de la Serra de Cadiretes, en los montes agrestes de les Gavarres, les Guilleríes y el Montnegre, en los barrancos de Viladrau o Arbúcies, y porque no, en los pequeños asomos graníticos del Priorat y del Baix Camp en Tarragona, hasta donde llega este gran batolito granítico catalán.
Es también una historia abierta porque falta todavía mucha información que recoger, amatistas magníficas de localidades hasta ahora desconocidas que reposan en colecciones particulares o en recónditos cajones de algún museo.

Aspectos esotéricos y terapéuticos de la Amatista.


Veamos un vídeo muy interesante sobre el uso de la Amatista vinculado a la meditación. En conjunto, los videos de Conexión Cristalina, a pesar de estar realizados con pocos medios, las explicaciones de Pitu Musa, son entretenidas y bastante rigurosas, en el sentido de que se basan en la experiencia.


Pero el valor de las amatistas además de ser utilizadas como joyas por parte de la Iglesia, se basa también y desde muy antiguo, en otras causas.
Los poderes curativos de las gemas siguen siendo una cuestión controvertida, pero se mencionan durante siglos por curanderos, chamanes y hombres medicina. Si son hechos ciertos, o sólo un efecto placebo no importa, si ayuda a mejorar las dolencias de los que sufren.
Leonardo da Vinci, el gran genio del Renacimiento, escribió que la amatista tenía el poder de disipar los malos pensamientos y de afinar la inteligencia.
Según July Hall, una de las más apreciadas y reconocidas expertas en gemoterapia nos explica que:
La amatista es una piedra extraordinariamente poderosa y protectora, con una elevada vibración espiritual.
La amatista es un tranquilizante natural que bloquea las tensiones geopáticas y las energías ambientales negativas. Tiene grandes poderes curativos y limpiadores, y potencia la conciencia espiritual. Supera adicciones y bloqueos de todo tipo, y usada a un nivel superior, la amatista te abre a otra realidad.
La amatista es extremadamente benéfica para la mente, relajándola o estimulándola, según resulte adecuado. Ayuda a la meditación, haciendo que te sientas menos disperso y más enfocado en el control de tus facultades. Potencia la asimilación de nuevas ideas y conecta la causa con el efecto.
Esta piedra facilita el proceso de toma de decisiones, aportando sentido común e intuiciones espirituales. Mentalmente, calma y sintetiza, y ayuda a transmitir las señales neuronales dentro del cerebro. Es de gran ayuda en los casos de insomnio causados por una mente hiperactiva y protege de las pesadillas recurrentes. La amatista potencia la memoria y mejora la motivación, haciéndote más capaz de marcarte objetivos realistas.
La amatista favorece el centramiento emocional, equilibrando las subidas y bajadas. Disipa la ira, la furia, el miedo y la ansiedad. Alivia la tristeza y la pena. Ayuda a integrar las pérdidas.
La amatista es una de las piedras más espirituales, pues promueve el amor a lo divino, potenciando el desinterés y la sabiduría espiritual. Abre la intuición y refuerza los dones psíquicos. Es una piedra excelente para meditar.



A nivel curativo, la amatista potencia los órganos de limpieza y eliminación,  el sistema inmunitario y la producción de hormonas, y sintoniza el sistema endocrino y el metabolismo. Excelente limpiador sanguíneo, la amatista alivia el dolor y las tensiones físicas, emocionales y psicológicas, y bloquea el estrés geopático. Alivia los dolores de cabeza y permite soltar tensiones. Ayuda a sanar las enfermedades pulmonares, las dolencias de la piel y los desórdenes celulares y del sistema digestivo. Es benéfica para los intestinos, pues regula la flora, elimina parásitos y favorece la reabsorción de agua. La amatista trata el insomnio y aporta un sueño reparador.
La amatista limpia el aura y transmuta la energía negativa, estimulando los chakras. Puede estabilizar enfermedades psiquiátricas, pero no debe usarse en casos de paranoia o esquizofrenia.
Como joya, la amatista es especialmente benéfica cuando se lleva sobre la garganta o el corazón.
Como más oscuro es el color lila de la amatista, más fuertes son sus propiedades.


Zodiaco, mito y leyenda de la Amatista



Amatista es la piedra natal para aquellos que nacieron en febrero o para el signo zodiacal de Piscis.
En la antigüedad, así como en la Edad Media, la gente creía que el cosmos se reflejaba en las piedras preciosas. La amatista es asignada al planeta Neptuno.
Pero veamos algunas de las utilizaciones tradicionales de la Amatista.
La amatista, es una piedra empapada de la magia antigua. Es quizás tan popular hoy en día como lo fue hace dos mil años.
Ya en el Antiguo Egipto, las amatistas gozaban de gran prestigio como piedras mágicas y eran utilizadas en talismanes y joyas de uso ritual.
En épocas greco-romanas, los anillos de amatista engarzados en bronce se usaban como amuletos con­tra el mal, y las copas mágicas esculpidas en la amatista desterraban el dolor y el mal de todos los que de ella bebían.





En la magia renacentista, las amatistas grabadas con la imagen de un oso se usaban como amuletos protectores.
Colocada debajo de la almohada o usada al momento de ir a la cama, la amatista aleja el insomnio y las pesadillas.
Produce sueños placen­teros, agradables, curativos y hasta proféticos. También asegura­rá que quien la usa no duerma más de lo necesario.
La amatista es una piedra espiritual sin ningún efecto colateral, como asociaciones con la violencia, la ira o la pasión desatada.
Es la piedra de la paz. Cuando las tensiones de la vida cotidiana desborden en su interior, sostenga una amatista en su mano izquierda (o en la derecha si es zurdo). Hay que dejar que sus vibraciones calmantes, relajantes y pacíficas invadan nuestro ser. O mejor aún, use una amatista de manera que le toque la piel, y podrá evitar así estados emocionales perturbadores.
La amatista calma los miedos, eleva las esperanzas, levanta el espíritu y fomenta pensamientos de la realidad espiritual en nuestras vidas.
Usarla significa alejar la culpa y el autoengaño, ayuda a superar adicciones como el alcoholismo, pone freno al exceso de indulgencia y otorga buen juicio.
La amatista calma las tormentas emocionales.
La amatista también brinda coraje a quien la usa y es un poderoso amuleto para los viajeros. Quien la usa está protegido contra los ladro­nes, el daño, la enfermedad y el peligro.
Gracias a que es una piedra espiritual, la amatista se usa con frecuen­cia durante la contemplación o se coloca en simples altares de medita­ción.
Una pieza puesta delante de una vela blanca y un incensario den­tro del que arde algo calmante y de elevadas vibraciones, como el sándalo, es favorable para las prácticas de meditación.
La amatista también se usa para aumentar la conciencia psíquica y para agudizar el "sexto sentido".
Algunos tienen una amatista junto con sus naipes de tarot, sus tallos de milenrama o monedas de I Ching, o sus piedras mágicas para aumentar sus energías interiores.



Natural­mente, se usa durante sesiones psíquicas o adivinatorias.
Como tam­bién es una piedra de sabiduría, permite que la información recibida a través de la mente psíquica sea utilizada adecuadamente.
Esta bella piedra también agudiza la mente consciente, estimulando el ingenio y aumentando los poderes mentales. Se utiliza para mejorar la memoria, para aliviar las jaquecas y para mantener los pensamientos de acuerdo con los objetivos de la vida.
Acción Psiquica: de gran poder para poder superar estados de desesperación espiritual; de confusión mental por exceso de preocupaciones de índole laboral, de desánimo.
Es ideal para chicos irritables que no soportan que los toquen o los miren, hecho este que obedece, en muchos casos, a la presencia de parásitos intestinales, a los que esta piedra combate eficazmente. 
Acción Emotiva: Ayuda a personas que desean templar el ánimo y sus emociones; aporta claridad y serenidad en caso de hondos contenidos emocionales a los que ayuda a superar.
Es un gran estabilizador anímico. 
Acción Energética: Es en esta esfera donde brinda sus mayores beneficios, ya que sus vibraciones tienen la virtud de abrir los canales de energía que conducen hacia una mayor conciencia global.
Brinda ayuda inapreciable a quienes han emprendido un camino de búsqueda espiritual, pero que no pueden controlar su energía sexual para transformarla en energía creadora.
A través de los siglos, siempre ha recibido el nombre de "piedra benéfica", porque atrae la buena suerte para los amantes, los deportistas, los cazadores y los hombres de negocios.
Según la tradición popular, el poder de esta gema puede corroborarse, puesto que es la única eficaz contra la embriaguez.
Se asegura que quien duerme con una amatista en contacto con la piel tiene sueños placenteros, ya que elimina la angustia, aleja los temores y dota de confianza, coraje y vigor.




Desde el punto de vista curativo, se le asigna poder para resolver problemas de gota, desequilibrios nerviosos y, en menor medida, envenenamientos.
La amatista es especialmente favorable a los nacidos bajo el signo de piscis, pero resulta un amuleto tan poderoso que se considera afortunado para todos los signos.
Esta piedra es excelente para mitigar el enojo, el estrés y la depresión.
Entre sus múltiples propósitos mágicos están el Amor, la seguridad en sí mismo, la libertad de adicciones, la curación y la guía espiritual.
Aumenta la inteligencia, preservando de las enfermedades contagiosas y la gota.
Es adecuada para los sistemas nervioso y endócrino.
Ayuda controlar la diabetes y fortalece los glóbulos rojos.
Purifica y armoniza el ambiente en que se vive ó trabaja, transmutando las energías negativas en positivas.
Sirve de protección, paz y espiritualidad pues no permite la tristeza ni la injusticia.
Desarrolla el poder psíquico y produce buena suerte.
Es la puerta de las fuerzas espirituales superiores.
Las neuralgias y los dolores de cabeza se curan frotando la piedra en el lugar afectado.
Por su proyección de luz ultravioleta es muy empleada por los médicos y los sanadores.
Está relacionada con los chakras coronario y el tercer ojo. 
Antiguos alquimistas decían que la piedra se oscurecía si se encontraba o enfrentaba con poderes negativos.

Bueno, hasta aquí la entrada. Como siempre, espero que os sea útil e interesante.