divendres, 20 de gener del 2017

LOS COLORES DE LA EDAD MEDIA SEGÚN LOS HERMANOS LIMBOURG

Tenía una deuda pendiente con los Hermanos Limbourg y finalmente llegó la hora de pagarla. 
En las páginas de éste blog, hemos hablado de literatura, de escultura, de ilustración, de música, de pintura, pero deliberadamente, había obviado el tema que hoy nos ocupa, quizás por que no me sentía preparado para ello, quizás me faltaba el estímulo necesario. La reciente visita a la Real Biblioteca del Monasterio del Escorial y la observación en directo de las muchas maravillas que allí descansan, actuó de acicate para la realización de la presente entrada.







Los Hermanos Limbourg, fueron unos monjes holandeses que crearon una de las obras de arte más importante de todos los tiempos, el libro manuscrito miniado conocido como Les Tres Riches Heures del Duque de Berry, de los que hablaremos y veremos detalladamente de aquí en adelante.
Pertenecientes al estilo que se ha venido a denominar gótico internacional destacaron por muchas de las facetas de su arte, pero quisiera hacer incapié en algo que en si resultó, sino revolucionario, por lo menos altamente innovador, sentando las bases para lo que sería la pintura del renacimiento en el norte de Europa, como fué la atención que dedicaron a la naturaleza. En el gótico tradicional, la naturaleza era repudiada, por razones teológicas se consideraba que el "mundo" era el reino de Satanás, por ello en las representaciones artísticas, la acción siempre se situaba en un decorado sobrenatural, celestial, a menudo, simplemente un fondo dorado. 
A partir de la predicación de San Francisco de Asís (1181-1226), algunos artistas por él influidos, como Giotto 





fueron los primeros en introducir una mirada benevolente hacia la Naturaleza, que dejaría de ser el "reino de Satanás", para convertirse en el espejo donde admirar la belleza de la creación divina.
Y no poco contribuyeron los Hermanos Limbourg con su obra a dar impulso a éste nuevo paso adelante en la evolución del arte y del pensamiento, sobre el mundo que nos rodea y en definitiva, sobre el papel que el ser humano tiene en él.
Veamos en primer lugar la materia sobre la que se expresaron.

Los manuscritos iluminados

Los manuscritos iluminados son textos que se complementan o decoran con dibujos;  libros escritos a mano que han sido decorados (iluminados) con oro, plata o colores brillantes. Las iluminaciones pueden incluir ilustraciones pequeñas (miniaturas), iniciales, bordes ornamentales u otros elementos decorativos. Servían para indicar divisiones dentro de un texto, para contar historias y para embellecer y agregar elementos visualmente memorables a los textos.  Éstos se desarrollan a partir de la invención del libro, es decir, cuando se abandonan los rollos de papiro y pergaminos y se adopta el formato de los códices elaborados por la unión de hojas. La importancia de estas obras está no sólo en su valor artístico o histórico, sino que gracias a ellos se pudo conservar la cultura clásica, de no haber sido por estos manuscritos, realizados en los monasterios se hubiera perdido la literatura occidental de Grecia y Roma.
Si bien los ejemplos sobrevivientes más antiguos datan de la Antigüedad tardía (del siglo III al siglo V), no fue hasta la Europa medieval que la iluminación de manuscritos alcanzó su apogeo: los iluminadores, que trabajaban dentro de talleres llamados scriptoria, producían salterios iluminados, Biblias, textos litúrgicos, vidas de santos ilustradas, entre otras obras.
En la edad media, tanto el escriba como los iluminadores eran monjes que trabajaban en las scriptorias de los monasterios. Generalmente varios artistas compartían la decoración del libro y durante el proceso, el maestro escribano dejaba espacios en blanco para los ilustradores con las instrucciones a seguir.
En el Siglo VII surge la primera escuela importante de ilustradores de manuscritos en Lindisfame (Inglaterra).
Entre los más antiguos hay que destacar el Libro de Kells,  










manuscrito ilustrado con motivos ornamentales, realizado por monjes Celtas y con 1,200 años de antigüedad es considerado como uno de los manuscritos de arte religioso mas importantes de la edad media y además una de las fuentes de conocimiento sobre el arte y la cultura Celta.

MANUSCRITOS ROMÁNICOS

El arte de los manuscritos iluminados se desarrolla a través de toda la edad media, lográndose verdaderas obras de arte. Tenían un carácter religioso y la técnica se reservaba casi exclusivamente para la realización de biblias con las cuales se adornaban los altares de los papas, reyes y grandes monasterios.
Los escritos se adornaban con hermosas pinturas en miniaturas; es así que las letras capitales, los márgenes e incluso páginas enteras eran profusamente decorados con temas muy variados: dibujos geométricos, vegetales, animales y figuras humanas.
De los muchos manuscritos románicos cabe destacar el denominado Beato de Liébana.




MANUSCRITOS GÓTICOS

El arte de los manuscritos iluminados o ilustrados se extendió durante toda la época gótica, en un principio tenían un carácter especialmente sacro y dado lo costoso y elaborado de la técnica se reservaba generalmente para biblias de altar; pero pronto, con la aparición de la rica clase burguesa y de las universidades se empiezan a elaborar fuera de los monasterios y se introducen temas profanos. En este sentido cobra muchísima importancia la ilustración del Libro de Horas o el libro devoto personal de las personas pertenecientes a la aristocracia o burguesía. Las Horas eran oraciones que se rezaban cada día, un libro de horas debía contener un calendario, y esto se convirtió en la magnifica oportunidad para demostrar el talento de los miniaturistas. Destaquemos el Breviario de Isabel I...
En otras culturas también hubo excepcionales libros miniados, entre los más apreciados destaca el Libro de la Felicidad encargado por el Sultán Murad II.




El arte de la iluminación de lo manuscritos alcanzó su máximo auge con las obras de los tres hermanos Limbourg, Paul, Hermann y Hennequin, exponentes del gótico internacional;





Los Hermanos Limbourg (en holandés Gebroeders van Limburg) (Herman, Paul, y Johan; fl. 1385–1416) fueron miniaturistas de fines de la Edad Media originarios de la ciudad de Nimega.
Se encontraban activos a principios del siglo XV en Francia. Son conocidos sobre todo por el manuscrito iluminado de Las muy ricas horas del duque de Berry.
Su abuelo, Johannes de Lymborgh, probablemente provenía de Limbourg del Mosa en Nimega, entonces capital del ducado de Güeldres. Su hijo Arnold fue un buen ebanista que trabajó en la corte ducal. Alrededor de 1385 se casó con Mechteld Maelwael, hija de una familia de pintores heráldicos. Herman (Hermant en fuentes francesas) fue el hijo mayor (nacido alrededor de 1385), seguido por Paul (Polleke, o Polequin en fuentes francesas: 1386 o 1387), y Johan (Johanneke, o Jacquemin, Gillequin o Jehanequin en fuentes francesas: probablemente en 1388). Tenían hermanos más jóvenes, Rutger y Arnold, y una hermana, Greta.
Alrededor de 1398, después de la muerte de su padre, su madre los envió con su hermano Johan Maelwael (Jean Malouel en fuentes francesas), un pintor heráldico que trabajó para las cortes francesa y borgoñona. Herman y Johan aprendieron el arte de la orfebrería en París. A finales de 1399 hicieron un viaje a Nimega, pero debido a la guerra fueron capturados en Bruselas. Su madre no pudo pagar el rescate de 55 escudos de oro. La guilda local de orfebres comenzó a recoger dinero pero finalmente Felipe II de Borgoña pagó el rescate en beneficio del tío de los hermanos, que era su pintor; los dos jóvenes fueron liberados en mayo de 1400.
Por documentos conservados se sabe que, en febrero de 1402, Paul y Johan fueron contratados por Felipe para trabajar durante cuatro años exclusivamente en la tarea de iluminar una Biblia. Aunque Millard Meiss y otros historiadores de arte han identificado esta biblia con la Bible Moralisée 



que se conserva como Ms.fr.166 en la Biblioteca Nacional de Francia (casi con certeza un trabajo temprano de los Limbourg), el consenso académico no es unánime. Felipe murió en 1404, antes de que los hermanos completasen la obra.
Herman, Paul y Johan marcharon a trabajar para Juan I de Berry, hermano de Felipe, a finales de 1404. Era un extravagante coleccionista de obras artísticas, especialmente libros. Su primer encargo fue la iluminación de un libro de horas hoy conocido como Las bellas horas de Jean de Berry (Belles Heures du Duc de Berry), 



actualmente en el museo The Cloisters en Nueva York.
La obra fue finalizada en 1409 para gran satisfacción del duque, que entonces les encargó un proyecto más ambicioso, Las muy ricas horas del duque de Berry (Très Riches Heures du Duc de Berry), considerado en general la última gran iluminación medieval y posiblemente el libro más valioso del mundo. Se conserva como Ms 65 en el Museo Condé en Chantilly, Francia.
La iluminación de manuscritos, aunque hoy en dia no está de moda -ya prácticamente no se hacen libros iluminados, excepto para raros y ricos coleccionistas- es mucho más que un simple oficio de un artesano más o menos calificado. Requiere de una tal cantidad de conocimientos que nos parece increíble que aquellos muchachos de entre 19 y 16 años pudiesen realizar todo lo que realizaron y con la calidad con que lo hicieron.
Clicando en la siguiente imgen, podéis seguir el proceso de creación de un manuscrito desde la preparación de la vitela hasta el producto final:





Paul Limbourg tenía muy buenas relaciones con el duque, quien lo nombró valet de chambre (criado personal) y le dio joyas y una gran casa en Bourges. Paul se enamoró de una joven, Gillette la Mercière, pero sus padres desaprobaban la relación. El duque hizo apresar a la joven, y sólo la liberó por orden del rey. En 1411 Paul y Gillette finalmente se casaron, pero el matrimonio no tuvo hijos (la chica tenía 12 años entonces, y su marido 24).
En 1416, Juan de Berry y los tres hermanos Limbourg murieron, probablemente de peste, y Las muy ricas horas del duque de Berry quedaron inacabadas. En los años 1440, cuando el libro estaba en posesión de Renato I de Nápoles, un artista sin identificar (posiblemente Barthélemy van Eyck) trabajó en las miniaturas para los meses de marzo, junio, julio, septiembre, octubre y diciembre. A fines de la década de 1480 Jean Colombe finalizó la obra para la Casa de Saboya.
La obra de los hermanos Limbourg, en su mayor parte inaccesible para el gran público, quedó olvidada y casi desconocida hasta el siglo XIX. No obstante, en su época establecieron un modelo para las siguientes generaciones de pintores, que prolongaron el arte de la miniatura, y su huella puede distinguirse en la generación posterior de la escuela de primitivos flamencos, especialmente en Jan van Eyck y Robert Campin. Obras de artistas posteriores como Joachim Patinir o Pieter Brueghel el Viejo también presentan conexiones evidentes con el arte de los hermanos Limbourg.

Juan I Duque de Berry




Juan de Francia, nació el 30 de noviembre de 1340 en Vincennes y murió el 15 de marzo de 1416 en París, fue un príncipe francés de la rama de Valois de la dinastía capetiana. Fue Duque de Berry de 1360 hasta su muerte.
Era hijo del rey de Francia Juan II el Bueno y de Bona de Luxemburgo.
En 1360 se casó con Juana de Armagnac (muerta en 1388, hija del Juan I conde de Armagnac y de la condesa de Charolais Bátrice de Clermont).
Con ella tuvo cinco hijos:
Carlos (1362 - 1382), conde de Montpensier
Juan (1363 - 1401), conde de Montpensier (1386 - 1401)
Luis (1364-1383)
Bona (v. 1366 - 1435),
x (1) 1377 Amadeo VII, conde de Saboya,
x (2) 1394 Bernardo VII, conde de Armagnac
María (v. 1367 - 1434), duquesa de Auvernia y condesa de Montpensier (1416 - 1434),
x (1) Luis de Châtillon (muerto en 1391), conde de Dunois,
x (2) Felipe de Artois (1358-1397), conde de Eu,
x (3) 1401 Juan I, duque de Borbón
Hijo bastardo:
* Owuoald ( 1370 - av.1382), nacido y muerto en Inglaterra.
En 1389, se casó con Juana II de Auvernia (1378 - apr. 1424), condesa de Auvernia (1404 - 24) y condesa de Boulogne (1404 - 24), sin descendientes conocidos.
Fue heredero de Berry (1360 – 1416) y más tarde de Poitou y, por matrimonio heredó el título de duque de Auvernia y fue conde de Montpensier de 1404 a 1416.
Tras la lamentable derrota de Poitiers(1356) 




donde su padre fue apresado, Juan de Francia fue entregado como rehén a los ingleses hasta que el rey regresó a Francia en 1360, permaneciendo en Inglaterra hasta 1367. Después del fallecimiento de su hermano Carlos V ocurrido en 1380, Juan fue nombrado, junto con los duques de Anjou y de Borgoña, uno de los tutores del joven rey Carlos VI, cargo en el que destacó por su avaricia y rapacidad. Cuando Carlos VI fue declarado demente, la autoridad y poder fueron repartidas entre: Juan de Berry, su hermano el duque de Felipe II de Borgoña (1342 - 1404), y su sobrino el duque Luis I de Orleans (1372 - 1407. Las disputas entre estos príncipes perjudicaron seriamente a Francia. En 1381, el duque Juan I de Berry fue nombrado lugarteniente general del rey en Languedoc donde castigó severamente al Tuchinat. Este nombramiento empeoró las cosas: el Tuchinat se puso en contra de los impuestos, del poder real y de sus métodos. Las tropas, dirigidas por el duque de Berry hicieron frente a los Tuchins comprometiéndose en peligrosas batallas, entre ellas la de Uchaud cerca Lunel. Juan sometió a la región a toda suerte de vejaciones y exacciones.
Cuando Carlos VI fue capaz de gobernar, le destituyó e hizo quemar a Jean Bétisac principal ejecutor de su tiranía. Actuó como mediador en los enfrentamientos entre Borgoña y Orleans y favoreció, a partir de 1410, a los Armagnacs, después pactó con los ingleses y fue nombrado Capitán de París y lugarteniente del rey del Languedoc.
Fue un gran mecenas de las artes y la literatura, poseía los más codiciados manuscritos de la época (Salmos). 
Se hizo construir muchos palacios, el más importante el de Mehun-sur-Yèvre y, sin duda alguna, el más hermoso de todos ellos en Bourgues, un castillo al borde del agua en Poitiers. El arquitecto de la mayor parte de estas construcciones fue Guy de Dammartin.



Las Tres Riches Heures du duc de Berry 





se presenta bajo la forma de un manuscrito de 206 páginas, de 29 X 21 centímetros. Tiene 66 grandes miniaturas a página completa y 65 más. Se encuentra actualmente en el Musee Conde en Chantilly (Francia).
Realizado entre 1410 y 1489 por los hermanos Limbourg y otros artistas bajo el auspicio y patrocinio del duque Jean de Berry, el libro de horas Las Tres Riches Heures del que forma parte el calendario que vamos a estudiar, refleja un mundo rural donde la riqueza descansa en la propiedad de la tierra, una sociedad dominada por los propietarios que detentan el poder económico y político. La importancia de un señor esta medida por el número de sus vasallos, la extensión de sus tierras, el tamaño y el número de sus castillos.
El calendario celebra en sus miniaturas la importancia del gran señor que es el duque Jean de Berry, representando en las escenas sus castillos, sus vasallos, sus tierras y las diferentes categorías de campesinos que trabajan para aumentar sus ingresos (en 1416 a su muerte posee el condado de Poitiers, el ducado de Berry y de Auvergne, el condado de Etampes y de Boulonge, un enorme conjunto territorial de más de 450.000 Km2, 1/8 del Reino de Francia adquirido poco a poco en el transcurso del tiempo).
Es también una obra a la gloria de la paz que propone una imagen de buen gobierno y refleja una idea nueva de la monarquía, la de una realeza nacional y territorial en un reino indivisible. Las Tres Riches Heures fue realizado durante la guerra de los Cien Años contra los ingleses. En plena guerra civil entre los franceses (Argamagnac dirigidos por Jean de Berry y los Bourguignos comandados por su sobrino Juan sin Miedo).
El paisaje escenificado es un paisaje encantado, domesticado por los hombres, hecho de tierras de labor, praderas, jardines, huertas y bosques harmoniosamente entrecruzadas por riachuelos vivos y placidas aguas, de pueblos y castillos. Ninguna referencia a los años de peste, de hambre de guerra y de anarquía. Nos sitúa en unas tierras donde reina la seguridad,el orden público ha sido restaurado por Jean de Berry y el rey de Francia.
Los castillos con sus líneas verticales, sus altas torres coronadas con tejados cónicos donde ondean las banderas coloristas son como castillos de cuentos de hadas. La obra de los hermanos Limbourg celebra los de Jean de Berry, incansable constructor, a querido incluir en el paisaje transformando o construyendo todos estos castillos y resaltando la presencia protectora y complaciente del príncipe, el rey y de su justicia.
El calendario muestra los placeres que las distintas estaciones del año ofrecen a los príncipes, si la paz se concreta. Habla de una época donde los aldeanos pueden ir tranquilamente a sus trabajos y tener tiempo para descansar junto a la chimenea o al borde del agua, bajo la protección de poderosos castillos y príncipes.
Pero esta fe en un ideal de paz para el cual Jean de Berry trabaja hasta el final de su vida y que los artistas glorifican en las “Très Riches Heures” queda estancado en el barro de la batalla de Abincourt el 25 de octubre de 1415. 



En la cual se enfrentan los ejércitos del inglés Enrique V y las tropas leales a Carlos VI y en la que el primero apoyado por el duque de Borgoña reclama la corona de Francia, y logra conquistar Normandía (1417-1419).
La realidad histórica nos presenta un panorama muy distinto, la ejecución del manuscrito se llevó a cabo durante casi la totalidad del siglo XV en una época muy agitada social y políticamente, en el momento en que los hermanos Limbourg comienzan el manuscrito Francia no ha salido de la guerra de los Cien Años y las guerras civiles hacen furor en Francia. La anarquía crónica y los caprichos de la naturaleza contribuyen asolando el territorio, arruinando la agricultura y ocasionando hambre y peste diezmando a un tercio de la población del reino. Hay que tener en cuenta que a partir de la gran peste negra que asola Francia a partir del invierno de 1347 la epidemia forma parte de la vida cotidiana del hombre de la Edad Media y hasta finales del siglo XV se desarrollan una quincena de nuevas epidemias.



La economía rural y las estructuras industriales que ya en épocas normales eran muy frágiles se ven afectadas por la situación social y política, desde 1346 son muchas las hambrunas que padece la población, a principios del siglo XV muchas tierras son abandonadas retornando a sus condiciones salvajes. Por otra parte las compañías de mercenarios contratadas por los nobles entre batalla y batalla viven sobre el terreno, asolando y robando en ciudades y pueblos.
Las “Muy Ricas Horas del Duque de Berry” representa al libro de horas, tal como era en la más pura tradición medieval. Se trataba de una colección de textos para cada hora litúrgica de la jornada, de ahí el nombre de esta obra, que incluía igualmente textos y escritos suplementarios. Calendarios, plegarias, salmos y misas eran frecuentemente incluidos en los libros de horas.
Las Muy Ricas Horas es una pieza absolutamente única y maravillosa, arquetipo verdadero del arte gótico. Es una de las primeras veces en la historia artística, que el calendario sirve de base a una ornamentación y a un refinamiento tan detallista. Las miniaturas son notables en su disposición de la iluminación, lo que hace pensar, dado el estilo, que uno de los autores de estas iluminaciones había visitado Italia, dándole un lugar importante a las pintures descriptivas de los paisajes del Norte.



Las doce iluminaciones que conciernen al calendario de la obra fueron pintadas entre 1412 y1416 (salvo quizás la de Noviembre, que lo fue en fecha muy posterior probablemente por Jean Colombe), y constituyen indiscutiblemente una obra de arte de la cultura francesa de la Edad Media. En términos de importantica cultural o histórica, se podría sin duda comparar las “Muy Ricas Horas” a la obra de arte de Leonardo Da Vinci, La Gioconda, representando así un trabajo de iluminación de todo punto excepcional.
Los libros de horas eran libros de oración utilizados por los laicos para sus devociones privadas, contenían las plegarias y las meditaciones adaptadas a los diversos momentos de lajornada, y también al día de la semana, al mes y a la estación del año. Estos libros llegaron a ser extremadamente populares en el siglo XV, hasta el punto fueron los libros más iluminados en todas las categorías de obras medievales. A partir del siglo XV, versiones impresas por prensas de madera, hacen también su aparición. El mas celebre de estos libros de horas es sin duda el de las “Muy ricas horas del duque de Berry” (Museo Condé, Chantilly).
El Duque de Berry era probablemente el mejor conocedor de las Artes Visuales del periodo medieval, con una particular predilección por las joyas, los castillos, la artesanía y los animales exóticos. Entre su magnífica colección de castillos, citemos por ejemplo sus posesiones de Saumur y de Bicêtre, sus rubís de 240 quilates, su cría de avestruces y de camellos, y por supuesto su magnífica colección de libros. Se encontraban en su biblioteca mapamundis, tratados de astronomía, así como numerosos libros religiosos: 14 biblias, 16 colecciones de salmos, 18 breviarios, 6 misales y no menos de 15 libros de horas y también como no, el de sus “Muy Ricas Horas”.
Los hermanos Limbourg han utilizado una impresionante gama de colores, obtenidos a partir de minerales, plantas o derivados químicos, mezclados con goma de arabia o tragacanto con el fin de obtener un ligante para la pintura. Entre los colores inhabituales para la época, citemos el verde de llama, obtenido a partir de flores machacadas y el azul, llamado azul de ultramar, obtenido de piedras preciosas venidas del Medio Oriente, Lapislázuli, triturado y machacado para conseguir esos azules tan resplandecientes, (lo que hace reflexionar sobre el precio de la obra, incluso en aquella época).



La atención a los detalles, parece ser una de las cualidades de los hermanos Limbourg, y eran conseguidos con la ayuda de brochas y pinceles verdaderamente finos, pero también gracias a un trabajo realizado ayudándose de grandes lupas. 


¿Qué es un libro de horas?


En el Occidente Medieval, el laico no tiene la misma percepción del tiempo que nosotros actualmente. En el siglo XV la sociedad francesa sigue siendo muy rural y pese al desarrollo de las urbanizaciones y la aparición de la burguesía mercantil, las actividades humanas están estructuradas por los ciclos de las estaciones y las fiestas religiosas.
La jornada se organiza alrededor de las campanadas de la iglesia o monasterio: maitines a medianoche, laudes hacia las tres de la madrugada, prima hacia las seis de la mañana, tercia hacia las nueve, sexta a mediodía, nona hacia las tres de la tarde, vísperas hacia las seis de la tarde y completas a las nueve de la noche. Estas horas canonícas regulan la vida monástica y eclesiástica. Los oficios divididos en siete partes son recitados durante toda lajornada. Los cálculos precisos del tiempo siguen siendo privilegio de un pequeño número de clérigos. Los hombres y mujeres de la Edad Media no tienen una visión lineal del tiempo marcado por el flujo de las horas, minutos y segundos. Su percepción es mucho más cíclica, basada en la permanencia y en la reanudación continua, perturbada solamente por la sensación de un lento envejecimiento.
Para la inmensa mayoría de la población (en general analfabeta) este calendario de la vida rustica está inscrito en la piedra de los portales de las catedrales (Amiens, Chartres, Paris,Reims, Saint- Denis o Senlis). 




Los aristócratas y los ricos burgueses tienen en sus casas el instrumento indispensable para el ejercicio de la oración privada: El libro de horas.
Un libro de horas es un libro litúrgico para uso de los ricos laicos. Es en el siglo XIV que toma este nombre porque sus lectores debían abrirlo siete veces por día en las horas canonícas.
Comienza la mayoría de las veces con un calendario donde cada mes ocupa una páginailustrada por una escena evocando una ocupación humana característica del mes. Y donde está anotado igualmente el ciclo lunar, los solsticios y los equinoccios. Vienen a continuación las plegarias celebrando los grandes acontecimientos de la vida de Cristo, la Virgen, los santos y las fiestas religiosas.
Los manuscritos más elaborados pueden contener igualmente las Horas de la Cruz que incitan a meditar sobre las etapas de la Pasión de Cristo, las Horas del Santo Espíritu para conmemorar Pentecostés y el Bautismo de Cristo. A estos oficios se añaden habitualmente extractos de los Evangelios, el oficio de los muertos, algunas oraciones y los votos a los santos.
Las “Très riches Heures” mantiene el orden habitual de un libro de horas: Calendario/Extracto de los Evangelios/Las oraciones a la Virgen/Las horas de la Virgen/Los Salmos de penitencia/La gran letanía/Las horas de la Cruz/Las horas del Santo Espíritu/El oficio de los muertos/El oficio de la semana/Las horas de la Pasión y las Fiestas del año litúrgico.
Entre 1350 y 1500 este tipo de obras se produjo en gran número. Los príncipes se regalan estos preciosos libros entre ellos, favoreciendo así los intercambios artísticos, estimulando la invención y la creación. Los miembros de la gran burguesía 



no se quedan atrás, en el siglo XV el libro de horas es un signo de reconocimiento social.
Los príncipes de niños aprenden a leer en los libros de horas. Este fue el caso de Jean Le Bon, padre del duque de Berry, del mismo duque y de sus hermanos.
El calendario de “Très riches heures” del duque de Berry está ilustrado por los trabajos de la vida rural y por las ocupaciones principescas que regulan el año. Es en efecto una obra destinada a un gran señor, a un gran propietario territorial. En el siglo XV los ricos burgueses poseen cada vez en más número los libros de horas y los artistas que los ejecutan reemplazan en el calendario, las diversiones principescas por las ocupaciones burguesas, los trabajos del campo son a veces relegados ante las representaciones de actividades comerciales y los paisajes urbanos elaborados por estos ricos burgueses.
La realización de un libro de obras es un trabajo que puede llevar varios años, se organiza básicamente en cinco etapas:
1 Ejecución del boceto que determina los emplazamientos reservados a miniaturas y texto
2 Caligrafía
3 Un pintor decora las iníciales y los finales de línea
4 Ejecución de las miniaturas: Dibujo a pluma después se realizan los fondos, el cielo, paisaje, monumentos, el primer plano y por último los personajes de la escena.
5 Decoración de márgenes y de las iníciales de principio de párrafo.
Cada uno de los 12 meses del año ocupa dos páginas del manuscrito. 
En el verso de la página 



se encuentra el calendario propiamente dicho, con el número de días del mes solar y lunar, las fiestas y los santos de cada día, la duración del día en horas y minutos y también el calendario romano (nonas, idus, y calendas). Todas estas indicaciones son comunes a los calendarios de los libros de horas de la época. Sin embargo en el reverso se nos presenta la novedad, cada mes está ilustrado de una gran miniatura a página completa. 
Cada escena del calendario esta coronada por un tímpano que incluye observaciones astronómicas. La estructura del tímpano se reproduce en todos los meses.


El círculo central es idéntico para todos los meses del calendario: Se observa en el centro, en un primer círculo pintado en camafeo azul, un hombre sobre un carro tirado por dos Caballos portando un sol radiante; imagen del carro Solar, iconografía antigua retomada por el cristianismo. Esta imagen es imitación de una medalla antigua del emperador Heraclio llevando a Jerusalén la verdadera Cruz. Jean de Berry regala un ejemplar de esta medalla a los hermanos LImbourg para las fiestas de un año nuevo. Por encima de este motivo central figuran diversas indicaciones astronómicas para febrero, junio, julio, septiembre, octubre,noviembre y diciembre.
En el tercer circulo superior, en otro camafeo azul, sobre un fondo de estrellas de oro, los signos del zodiaco para cada mes:
Enero: Capricornio y Acuario
Febrero: Acuario y Piscis
Marzo: Piscis y Aries
Abril: Aries y Tauro
Mayo: Aries (quizás un posible error) y Géminis
Junio: Géminis (en una representación distinta a mayo represento una pareja enlazada correspondiente a la iconografía astrológica) y Cáncer.
Julio: Cancer y Leo
Agosto: Leo y Virgo
Septiembre: Virgo y Libra
Octubre: Libra y Escorpio
Encima otros círculos con mas indicaciones astronómicas.

El Calendario

Enero







En los calendarios de los libros de horas, el mes de enero esta tradicionalmente ilustrado por una escena de una comida en un estancia caldeada. Aquí el artista nos presenta un episodio de la vida de la corte del duque de Berry, una escena del banquete que con ocasión de los aguinaldos de Navidad, celebra la importancia y el esplendor del patrocinador del libro de horas. El artista da al duque la apariencia calurosa y generosa que constituye tradicionalmente la imagen del príncipe ideal.
El día del año 1415 fue celebrado con más fausto que nunca. Todo en esta miniatura expresa la euforia del momento: Después de tres años de guerra, una fràgil paz entre Armagnacs y Boruguignons corona en esta fecha la actividad diplomática desarrollada por Jean de Berrry
En el salón de uno de sus palacetes, Jean de Berry, sentado a la mesa del banquete, representado de perfil como un emperador romano, tiene su corte.
Recibe los votos y los regalos de sus vasallos. Esta escena testimonia un ceremonial muy extendido. En la sociedad feudal, el señor y sus vasallos tienen obligaciones reciprocas. Por año nuevo el señor debe recibir de sus vasallos regalos y“generosidad”. Se sabe por los libros de cuentas que en este año el duque recibe 27 presentes valiosos. Entre los asistentes a la recepción el artista ha representado al duque con vestimentas lujosas: una hopalanda azul y oro, con el cuello cerrado y ceñido rodeado de un collar de oro con una joya, va cubierto con un gorro de piel.
La cabeza vuelta hacia el grupo de los que van llegando en vestimenta de fiesta, espera que su gente y sus próximos se presenten a él, a invitación del chambelán (con un manto con los colores del dosel) que dice: “aproximaos-aproximaos” en letras doradas.



El hombre del bonete gris, replegado sobre la oreja es Pol de Limbourg. Lleva una librea con los colores del duque de Berry. Uno de sus hermanos, pasando cerca del buffet, bebe vino, con velo azul detrás de él, Gillette, joven esposa de Pol come un canapé.
(A su izquierda tras él) dos personajes pertenecientes al círculo de sus íntimos como lo sugiere el gesto de uno de ellos de estar acodado familiarmente sobre el respaldo del taburete. (Estos dos personajes se encuentran también en los calendarios de abril, mayo y agosto).
(A la derecha del duque en el lugar de honor),un prelado con manto purpura, agradece el honor que se le hace. (Alrededor de la mesa en primer plano), aparece el personal de servicio. Todos están suntuosamente vestidos. (En la Edad Media, los convidados se sentaban a la mesa sin distinción de rangos).





El escanciador (en el extremo izquierdo, el personaje de cara vestido de azul), llena las copas de oro que ofrece a los invitados tras él, era el Oficial que llenaba las copas en la mesa de un príncipe o de un rey.
El panadero (en el centro, el personaje de espaldas en ropaje azul-gris claro): Ayudante de mesa que se ocupa del servicio del pan y la pastelería y sirve en la mesa en las grandes ceremonias principescas o reales.
El escudero trinchador (a la izquierda en el centro el personaje de espaldas con vestimenta verde): oficial de mesa que se ocupa de las carnes y sirve a la mesa en las grandes ceremonias principescas o reales.
Los perros familiares del duque: (En el extremo derecho) dos perritos se pasean sobre la mesa. (Abajo a la derecha), se encuentra un lebrel blanco perro que evoca en esta época la fuerza de la nobleza, un sirviente le da de comer.
El lujo de las numerosas piezas de orfebrería situadas sobre el aparador (a la izquierda de la imagen), como requiere la costumbre, la mesa con los platos bien guarnecidos, testimonian el fausto desplegado en las comidas principescas del siglo XV.
Como algo novedoso para la época se observa que aunque los convidados van a comer con sus dedos porque no hay tenedores y los cuchillos solo los utiliza el maestro trinchador, en la mesa hay platos. En el extremo derecho un recipiente de oro en forma de barco contiene los objetos de mesa personales del señor (cuchillo, cuchara, sal y especies). Este recipiente está decorado con osos y cisnes, emblemes simbolizando el nombre de la dama del duque, con el sobrenombre de Ursine, que se puede descomponer en urs (oso) y sine (cisne). Y que aparece también en el dosel encima de la chimenea. Una leyenda contada en un poema del rey René (1457) dice que el duque trae estos emblemas de Inglaterra donde fue prisionero.
Un interior lujoso en el que se representa la buena vida: los personajes están sentados delante del fuego de una chimenea disimulada detrás de una granpantalla de mimbre blanco.
Por encima de la chimenea un dosel de seda roja esta ornado en su centro con las armas del duque de Berry, azur sembrado de flores de lis de oro sobre fondo de gueules? Con osos y cisnes. El príncipe en su trono directamente bajo el dosel, lo que refuerza la impresión de majestad romana. Un tapiz representando caballeros en combate. Los unos salen de un castillo, los otros vienen de la ciudad situado en la lejanía. 



Los versos de la leyenda identifican la escena con un episodio de la guerra de Troya, pero los estandartes rojos con cruces blancas (a la derecha del dosel), son los colores del partido de los Armagnacs que combaten a los Bourgignons. Por un efecto óptico, los personajes parecen salir del muro y querer mezclarse con los invitados.
El lujo de la mesa, de las vestimentas, la perfecta fusión de los colores, la utilización del lápiz-lazuli y del oro se conjugan para poner en evidencia la fortuna del príncipe, su poder económico y político.

Febrero




El artista introduce en esta miniatura que ilustra el mes de febrero una innovación desde el punto de vista de la composición: Integra la imagen habitual -un personaje calentándose con el fuego - con una escena de la vida campesina. El espacio se ha extendido y los personajes multiplicados.
Representación realista del campo bajo la nieve pero también una escena idealitzada reflejando un mundo pacificado en una época en la cual los campos al igual que las ciudades eran víctimas de saqueadores, de bandes organizadas y de la guerra civil.
En primer plano, la granja rodeada de una empalizada: Le plessis? Destinada a mantener apartados a los animales salvajes. A la izquierda, el artista nos presenta el interior de la humilde vivienda donde tres personajes relajados y tranquilos se calientan delante del fuego mientras se seca la ropa tendida. 




Todos se levantan el vestido para calentarse las piernas y algo más...
Están vestidos más sencillamente que los personajes que figuraban en la escena del mes de enero. La paleta de colores utilizada para las vestimentas remarca esta diferencia de condición social. Un gato jugando cerca de la chimenea acentúa la atmosfera de serenidad. Las paredes desnudas, sin decoración, son de madera, el tejado de paja esta coronado por una chimenea recubierta de mimbre trenzado.
Al fondo se distinguen dos únicas ventanas en la vivienda, son muy estrechas. En general no hay más que una sola puerta que se cierra como las ventanas desde el interior por medio de un postigo de madera y una barra. La casa se compone de una sola habitación con un apartado para las camas y una pequeña cocina. El techo es bajo, el suelo de tierra batida. El campesino en la Edad Media no vive en el interior de su casa, esta solo le sirve para comer, dormir y abrigarse en invierno. Por lo cual, por muy rico que sea, esta poco atado a su vivienda y no busca embellecerla o prepararla más confortablemente.




En el centro y a la derecha del recinto cercado un aprisco con un importante número de corderos para la época, detrás con forma de torre el granero donde se almacena el trigo, la paja y el heno, a su izquierda sobre una tablazón de madera cuatro colmenas de paja. La miel era en la Edad Media de una importancia capital. Utilizada sistemáticamente en la alimentación (el azúcar de caña no sustituye a la miel más que poco a poco a partir del siglo XIII), servía también de medicamento y se vendía muy cara. Criar abejas constituía una Fuente importante de ingresos.



Un palomar más que las otras posesiones, manifiesta la posición social importante de esta familia de campesinos entre los habitantes del pueblo.
Toneles, haces de madera, una carreta, palomas que picotean: todos estos indicios nos hacen pensar que esta granja pertenece a campesinos acomodados que poseen animales e  instrumentos de trabajo y que posiblemente viven en una “tenencia”, una parcela de tierra que les ha sido concedida por Jean de Berry al cual a cambio ellos deben entregar una parte de su producción en especies o en dinero, así como realizar servicios en trabajo en la reserva, es decir el territorio directamente explotado por el duque.
En el exterior de la granja propiamente dicha, una gavilla de heno y tres personajes están situados en la escena. Uno se sopla los dedos y se apresura en llegar a la vivienda mientras que otro corta un árbol. Detrás de él un tercero lleva un asno cargado hacia el pueblo. 




Las casas del pueblo están construidas alrededor de la iglesia de la que se aprecia el campanario por encima de las edificaciones. Estas construcciones parece, no tenían necesidad de protegerse tras una muralla.
La utilización de colores apagados diluidos en la blancura de la nieve, la precisión de ciertos detalles como la pesada marcha del campesino, el vaho que sale de la boca del personaje que se apresura a entrar en la vivienda, las huellas de pasos en la nieve en el umbral de la choza, el esbozo de perspectiva atmosférica, acentúan la expresión de la dura vida campesina en relación a la vida de placeres que se lleva en la corte del duque.
El artista nos presenta una imagen nueva hasta ahora de la representación del invierno, que anuncia el arte de Bruegel.


Marzo






Comencemos por la media luna que corona la imagen. El luneto está completo, no como en otros meses. Se completó antes de 1416, en que una epidemia se llevara a los tres geniales hermanos. Azul profundo. De azul profundo es Helio y su carro tirado por caballos de fuego. Fuego levantan sus cascos y sobre nubes de fuego, nubes de fuego de oro molido disuelto en agua engomada, tiran los corceles del pesado carro. En las manos de Helio resplandece el Sol. Por encima este luneto inferior vienen los siete orbes celestiales, con sus datos astrológicos y astronómicos, en el quinto orbe, cuajado de estrellas doradas, Piscis deja el paso a Aries.
Dejemos el mundo celeste con su forma curva perfecta. Vamos al mundo terrestre, cuadrado, angular, imperfecto. El tiempo del invierno ha pasado. Las cigüeñas ya han llegado y vuelven a sus nidos del año anterior.
Una vez más, la imagen habitual ilustrando el mes de marzo, la poda de la viña está integrada en una composición más vasta que incluye los primeros trabajos de los campos en el año: laboreo, siembra de las sementeras y poda de las vides.
Esta escena campesina dominada por la potencia de la fortaleza de Lusignan, enclave estratégico del reino en Poitou, que el duque de Berry había hecho transformar y modernizar, sirve perfectamente a la intención encomiástica de las Trés Riches Heures. Simboliza el poder político y económico del príncipe mostrando el castillo y sus dependencias, tierras cultivadas por siervos domésticos y campesinos sujetos a prestar servicios al señor. Después de una “tenencia”(escena del mes de febrero), el artista nos presenta la reserva, el dominio directamente explotado por el señor.




Delante del castillo en primer plano asistimos a una escena de labor: Un campesino con la barba blanca, muy concentrado en su trabajo, guía a dos bueyes - uno marrón y otro negro- que tiran de un arado. Lleva una saya azul y un sobretodo- genero de túnica- gris. Un pañuelo rojo sostenido por su sombrero cubre su nuca, otro igual lleva en su cintura. Sus vestiduras parecen más miserables que las de los campesinos de febrero. Lleva en la mano derecha el aguijón para dirigir los bueyes y en la izquierda la manilla del arado. El arado es de madera con la reja y la vertedera de hierro. A destacar por no ser habitual en las iluminaciones de este tipo las sombras que pinta el artista de las piernas del labrador y del arado.
En segundo plano a la derecha, las primeras siembras: un campesino se inclina sobre un saco para coger el grano que va a sembrar.




A la izquierda tres obreros podan las cepas de vid (sus útiles: un hacha de mangocorto y una podadera), los zarcillos cortados de las vides son meticulosamente dispuestos en haces.
Al otro lado del camino de tierra, en otra tierra de labor, el artista representa una viña ya podada al lado de la alquería. El trabajo ha finalizado, la viña ha sido podada, arada y escardada.
En la Edad Media, el vino es en Occidente la bebida por excelencia. Considerado bueno para la salud. Es un don de Dios. Los viñedos franceses estaban mucho más extendidos que hoy en día, y los vinos de Poitou, blancos y rojos eran extremadamente reputados y exportados por la Rochelle a Inglaterra y Flandes. Sin embargo a comienzos del siglo XV estos vinos comienzan a sufrir la competencia de los de Bordeaux y de Borgogne.
En tercer plano a la izquierda, un pastor y su perro cuidan un rebaño de corderos. 




En la intersección de las diferentes parcelas de tierra, un pequeño monumento gótico llamado mojón sirve de lindero. Piedra blanca, estatuas en los lados, filigranas góticas, en esas tierras reciben el nombre de linternas de los muertos




El castillo: el iluminador no solamente a situado el castillo en posición dominante en la miniatura sino que también ha querido resaltar la fuerza por la precisión de su arquitectura: de izquierda a derecha, se distingue la doble muralla, la barbacana, la fortificación avanzada, la torre del reloj y la torre Poitevine de donde se escapa el hada Mélusine, con forma de dragón alado.
La alusión al hada Mélusine, participa también en la celebración de la importància del duque. En 1392, Jean d’Arras compone para Jean de Berry un romance de Mélusine, el hada fundadora del linaje y del castillo de Lusignan; la obra, “La noble historia de Lusignan “, cuenta que por parte de su madre, el príncipe desciende del hada. Según la leyenda, esta hada había tomada la apariencia de una bella mujer y había esposado a un mortal llamado Raymondin al cual ella daría riqueza y felicidad en tanto que el respetara una sola prohibición. Pero un día, Raymondin viola el pacto y descubre el secreto del hada, que se metaforseaba en serpiente los sábados. El hada desaparece entonces, y el pierde la felicidad que ella le había aportado.
La luz es la luz de los primeros días de primavera y sobre los ocres de la tierra, los verdes de la hierba, destaca el azul, ese azul más caro que el oro molido de las estrellas y las nubes sobre las que cabalga Helios… Traído de las profundidades de Asia central, ultramar, piedra de azul, lapislázuli. En ese azul, vuela en la dulzura del aire poitevino, de oro, convertida en serpiente alada, el hada Melusina…Y toda esa belleza no es lo más importante. Más de dos tercios de la imagen son uno de los primeros paisajes de la pintura europea. Pero hay algo más, el viejo campesino de barba blanca y calzas raídas, el pesado arado de vertedera, los lentos bueyes proyectan su sombra sobre la tierra. Paul, Hermann y Hannequin han introducido el tiempo en la pintura.


Abril









Ha pasado el tiempo, estamos en algún momento posterior a 1416. El duque bibliófilo ha muerto en su castillo de Nesle y quizá ya está enterrado en su tumba de la catedral de Bourges. En el taller de alguno de sus castillos, los pinceles de marta, las lupas, los almireces para moler los colores, la piedra de alabastro para mezclarlos, los sacos llenos del valioso lapislázuli, se llenan de polvo. Porque también en ese mismo año de 1416 o algo antes, la muerte vestida de epidemia de peste se ha llevado a Paul, Hermann y Hannequin. El carro de Helios corriendo sobre las nubes tiene menos partículas de oro y los cuatro primeros orbes celestiales y el sexto y el séptimo están vacíos. Solo en el quinto orbe, Aries y Tauro reinan entre las estrellas.
No tuvieron tiempo los hermanos miniaturistas de acabar el mundo celestial, aunque ellos no eran los calígrafos que tenían que completarlo, pero sí está completo el mundo terrenal del mes de Abril. Es quizá de todos los meses del calendario el que tiene las figuras más grandes.




Al fondo, en el cielo de azul ultramar, Dourdan, con su gran castillo hoy en ruinas y la pequeña ciudad apiñada a su pies. El río Orga donde bogan dos barcas. Un bosquecillo a la izquierda y una edificación a la derecha de la que apreciamos el huerto cercado por un muro de piedra. 




En el hortus conclusus florecen cerezos, ciruelos o manzanos.
Y siete personajes, los más grandes de todo el calendario.
El artista transforma la escena habitual del renacimiento de la primavera y recogida de flores en una escena cortesana.
Esta miniatura nos muestra que las Trés Riches Heures pueden leerse como una crónica del fasto principesco alrededor del duque y su familia.
En un decorado de renacimiento primaveral, marcado por los colores vivos, ricos y luminosos, a través de una composición extremadamente equilibrada, el artista rinde una vez más homenaje a la prepotencia de Jean de Berry: El primer plano separado en tres partes: a la izquierda, una escena de amor cortesano, en el centro, la tradicional cosecha de flores.
A la derecha, en una perspectiva caballera, la imagen queda delimitada por la arquitectura de un vergel rodeado de muros y de un edificio con almenas. El vergel del señor, situado como era normal fuera de las murallas del castillo, está aquí representado de manera mucho más realista que en la literatura cortesana. Los arboles en espalderas proporcionan al castillo las frutas, los parterres de verduras dan las legumbres y la hierbas aromáticas, las plantas textiles y medicinales.
Verdes prados, árboles de verde tierno, de la neblina verde que llena las ramas en la primavera, verde de Hungría extraído de la malaquita. ¿En verdad Paul y sus hermanos acabaron esta miniatura? El fondo de la hierba es demasiado liso, faltan detalles, falta la sombra…, es como si la escena se hubiera detenido en el tiempo. 




En la parte izquierda de la escena, una pareja- probablemente Charles d’Orleans y Bonne d’Armagnac, la hija menor de Jean de Berry cuya pedida de mano fue celebrada el 18 de abril de 1410 en Gien- intercambian una sortija ante dos testigos.
Charles, tenía dieciséis años y su novia catorce. De Bonne escribiría Charles: “Ah! Cuan grato es contemplar a la graciosa, buena y bella”. Bonne tuvo tiempo de crecer para vivir poco tiempo con su marido hasta cinco años más tarde. Porque el tiempo se detendría como está detenido en la miniatura. Charles fue uno de los prisioneros hechos por los ingleses en la batalla de Azincourt de 1415. El más valioso de los prisioneros, cuyo rescate no solo dependía del dinero sino de los vaivenes políticos. Veinticinco años pasaría Charles de Orleáns prisionero en Inglaterra. Para Bonne la historia sería más terrible: se retiró al monasterio de Castelnau-de-Montmiral, donde en el país de oc, esperó el regreso de Charles. Regreso que no pudo ver, porque para ella sí que hubo una larga e inútil espera hasta un día en que se apagó su vida en 1435.
Charles escribió de la primavera, quizá recordando el tiempo detenido en que se casó con Bonne:
Le temps a laissé son manteau / El tiempo ha dejado su manto
De vent, de froidure et de pluie / de viento, de frío y de lluvía
Et s’est vêtu de broderie, /y se ha vestido de bordados,
De soleil luisant, clair et beau. /de sol brillante, claro y hermoso.
El grupo está acompañado de un niño, representado detrás, más pequeño que los otros personajes. El artista presta una gran atención a la expresión de los personajes (el novio mira amorosamente a su prometida que baja púdicamente los ojos como lo exigían las buenas maneras de la época) y a la suntuosidad de las vestimentas (observen el habito del joven, repleto de coronas principescas).
Cuatro personajes agrupados. Es una escena de boda, la novia con un vestido azul pálido, azul de Alemania,  bordado o de brocado, con un tocado de pieles y plumas tiende la mano para recibir el anillo del novio, vestido con un manto azul intenso de lapislázuli bordado de oro. La madre y el padre de la novia asisten a la escena, un niño, vestido de rojo y negro está más alejado. Todos los personajes en lo que se puede apreciar tienen el cabello rubio simbolo de belleza real. En la Edad Media pese a su parecido, las vestimentas debían distinguir de forma clara a la mujer del hombre. Los personajes representados siguen la moda de su tiempo porque ir a la última moda significa el poder y la riqueza. Una de las doncellas lleva una hopalanda. 




No está abierta por delante ni cortada lateralmente como las de los hombres. El decoro obliga. La cinturilla de tela, atada a la espalda, está situada justo bajo los senos. Las mangas son abiertas y amplias o cerradas, y apretadas en los puños.La hopalanda está cortada de un paño de lana con bordados de oro, de seda o de terciopelo, forrada en invierno. En cuanto al peinado, las orejas quedan despejadas y el cabello reunido bajo una toca. Para resaltar la frente, los cabellos se separan con una raya en medio o bien son peinados hacia atrás. Pero también pueden llevarse sueltos sobre los hombros. El rodete de tela, relleno de algodón o estopa, que lleva la doncella de negro, se añade al peinado a comienzos del siglo XV, puede estar bordado, ornado de plumas o de engastes. La elección de colores está guiada por la moda pero también por las consideraciones jerárquicas. El azul en esta época el color más refinado, a destronado al purpura en los laicos. Los aristócratas de la Edad Media buscaban los colores más luminosos:azul, el rojo con todos sus matices, blanco, verde y amarillo.





En la parte central, inclinadas sobre la hierba, dos jóvenes cogen violetas, una vestida rosa, rosa de París, obtenido del brasilete, una madera, la otra de azul intenso y negro. El negro que también lleva otro personaje femenino, ese color negro que en esta época a partir de la corte de Borgoña se convertirá para siempre en el color de la elegancia.


Mayo




Quizá es esta la miniatura más perfecta del calendario, la más reproducida. El mundo celestial, en azul ultramar y oro sigue inacabado. Tauro y Géminis en el quinto orbe. Pero esta vez el mundo terrenal compite con el celestial. El cortejo, precedido de una fanfarria, se engalana de guirnaldas y coronas de hojas bordeando probablemente el Bois de Boulonge. Al fondo se adivina París. 




Es mayo. Surge el verde por doquier. Invade los prados, los árboles ya tienen todas sus hojas, incluso los prudentes robles más tardíos. Ya no estamos en la neblina verde de marzo y abril. El verde no solo está en la naturaleza sino en los vestidos de las jóvenes. En la corte de Francia el rey, regalaba vestidos de verde alegre a sus acompañantes, la librea de mayo. Perfecto verde de Hungría en los pigmentos de malaquita para las miniaturas, esquivo, difícil de fijar, en los tintes para los vestidos. No serían de un verde tan bello los vestidos reales ni los arreos de los caballos.
Fiesta de la juventud en la que le duque participó muchas veces. Ahora hombre maduro casi viejo, cuando encarga a los hermanos Limbourg este libro de horas, se hace representar en el cortejo, con la corona de hojas verdes, con sus vestiduras azul y oro, colores reales de Francia, junto a las jóvenes ricamente vestidas, de espaldas, 




imposible saber si es joven o no. Queda el misterio. En una escena soñada que difícilmente sería tan hermosa en la realidad, el duque, como todos los que alcanzan una edad que parecía tan lejana que nunca llegaría, sentiría la nostalgia de aquellos dulces días de mayo en que con otros seres todavía sin historia, salía a celebrar con cantos, con música, la primavera, símbolo de una juventud que parecía eterna.
Es también una crónica de los fastos principescos a través de la fiesta del 1º de mayo, fiesta del amor. Himno a la paz.
Se trata de una fiesta dada por Jean de Berry en honor de su hija Maria y de su esposo Juan de Bourbon, que fue convertido en duque en 1410. Dar fiestas es un deber para un príncipe, una ocasión de exponer su fasto y de mostrar suprodigalidad. La tradición del 1º de mayo, fiesta del amor requería que se fuera encortejo a un bosque cercano para cortar ramas con las que se decoraba acontinuación las casas y las calles con vistas a celebrar el renacimiento de la primavera.
Acompañados por una banda de músicos tocando flautas y trompas, los participantes llevaban coronas y collares de follaje. La costumbre requería que las damas fuesen vestidas de largos vestidos, el color de los cuales es conseguido en la miniatura que estamos viendo, triturando una piedra llamada malaquita. 




A un príncipe, sin duda Carlos de Orleans lo encontramos aquí y es el que lleva un suntuoso traje negro, rojo y blanco.
Bonne, va revestida de un vestido verde en el cual el forro de azul intenso con flores de oro hace eco a las vestimentas de los personajesque rodean a Carlos. El azul intenso sembrado de flores de oro es una expresiónde la grandeza y la solemnidad real.
Los arneses de los caballos llevan los colores del duque de Bourbon así como el emblema de su orden del Escudo de Oro. Los especialistas ven ahí un homenaje rendido a Maria, duquesa de Bourbon e hija de Jean de Berry, quien se implica en el frágil proceso de paz realizado en la época en que la miniatura fue ejecutada. Dos perritos que pueden ser los mismos que los de la escena del mes de Enero 




acompañan el cortejo y muestran su alegria moviendo sus rabos.
Se observara una vez más en esta escena de corte, la abundante utilización del oro y del lápiz-lazuli. Esta cabalgata atraviesa un bosque en los alrededores de Paris frecuentado en aquellos años, por las tropas armagñanas y burguiñonas, por los saqueadores y las compañías de mercenarios.
El artista sitúa la escena delante del Palacio de la Ciudad en Paris, sede del poder político legitimo de los reyes de Francia, corazón de la monarquía, donde se rinde justica, donde se toman las decisiones políticas y donde se conservan las pruebas que convierten en ilegitimas las reivindicaciones del rey de Inglaterra. En segundo plano, se observa de izquierda a derecha, la torre cuadrada del Châtelet, con una atalaya, después cuatro torres que existen todavía actualmente, la sima de la torre del Angulo, las dos torres de la conserjería y la torre del Reloj. El Châtelet edificado en 1130 para defender el Gran Puente y remodelado por Carlos V, tenía en la parte derecha, la sede de una administración real, la gendarmeria militar de Paris (Prevotazgo), y en el lado izquierdo, una prisión.
El palacio de la Ciudad fue hasta 1417 la residencia real en Paris. Posteriormente albergara la administración judicial y financiera.
Los colores luminosos resaltados por el oro y dominados por el lápiz-lazuli comunican al espectador el carácter festivo de la escena.



Junio




Miremos el mundo celestial con los siete orbes. Parece completo, están los datos astrológicos, los decanatos, las fases lunares, los días del mes y Géminis cede el paso a Cáncer, en un cielo más profundo y con más estrellas. Helio-Heraclio conduce su carro de caballos alados de fuego sobre un cielo sin nubes. Durante diez meses Helio ha llevado su carro sobre nubes de oro. En junio, cuando el verano se hace presente, cuando la luz juega con todas las superficies, el carro de Helio se desliza sobre un cielo liso, tranquilo. Pol, Hermann y Hannequin no terminaron esta miniatura. Quizá el día en que la estaban terminando faltó polvo de oro, quizá los pinceles estaban ya limpios, quizá la próxima vez se ocuparan en otra miniatura pensando que ya habría tiempo, con la lupa, con los pinceles de marta de un solo pelo, de volver sobre junio para dar los últimos y sutilísimos toques que separan el mundo de la mitología del mundo cotidiano. No volvieron nunca. Llegó 1416. En un tiempo indeterminado que no sabemos, las manos, la extraordinaria sensibilidad de los tres hermanos desaparecieron de la tierra. Entre el mundo celestial y el terrestre, en un día de junio en París, no habría fronteras.
Como en ninguna otra miniatura del calendario se juega tanto con dos colores, el azul y el verde. El cielo tranquilo sin nubes de un día de verano en Île de France, el verde del prado, de las hojas de los árboles frutales, de las pérgolas con plantas trepadoras del jardín tras las murallas. Es un mes de junio caluroso pese a estar a 48º N y ser el siglo XV una época de enfriamiento climático. Pero el tiempo, el discurrir de la Tierra nada sabe de estadísticas y de climatología histórica. 




Es la época de la siega del heno, algunos campesinos vestidos ligeramente con la camisa blanca, rosa, gris, y las piernas desnudas, con sombreros de paja y pañuelo en la cabeza siegan con guadaña un prado. La parte recién segada del heno se destaca en un tono verde más claro de la hierba que aún no se ha cortado. En la parte de delante, dos mujeres rastrillan el heno cortado y lo amontonan en las parvas. Ambas llevan vestidos azules aunque de tonos distintos.
La vista del paisaje está tomada desde el Hôtel de Nesle, la residencia de Jean de Berry en París. Por la mitad izquierda de la miniatura vemos el Sena con un barca, una curiosa puerta con una casa sobre ella nos abre la muralla que rodea la isla de La Cité. Estamos en el siglo XV pero los edificios son reconocibles y existen hoy día apenas modificados. Al fondo se yerguen las torres de la Conciergerie, palacio de los reyes de Francia y ya en esta época convertido en prisión. Muchos siglos más tarde el recinto de la Conciergerie sería para muchos prisioneros, para una reina de Francia, la antesala de la guillotina. Hacia la derecha dentro del recinto amurallado, donde hoy sigue en pie, la Sainte Chapelle, la joya del gótico que mandó construir San Luis.
La imagen habitual ilustrando el mes de junio están integrados (en este caso la siega), en una composición que se sitúa en Paris, ante el Palacio Real de la Ciudad, símbolo del estado soberano y de la justicia real.
Una vez más un homenaje al poder de Jean de Berry.
En primer plano la escena de la siega del heno se sitúa al borde del Sena, en una pradera perteneciente al palacete de Nesle, una de las propiedades preferidas del duque. Es hoy emplazamiento de la biblioteca Mazarine, en el ala derecha del Palacio del Instituto. Una mujer reúne el heno con un rastrillo, mientras que otra a la que el artista ha conferido una gran elegancia y mucha gracia, lo amontona con una horca.
A la derecha, tres segadores cortan la hierba con guadañas. El miniaturista ha dado a los campesinos una dignidad que durante largo tiempo y por convención en la pintura, se les denegaba. La fealdad y la bajeza formaban parte por definición del populacho, considerado  por la aristocracia tan terrible como las bestias salvajes.




A la izquierda en tercer plano, la escena está animada por minúsculos personajes que se ocupan de sus actividades: uno se introduce por la poterna que da sobre el Sena, una mujer, con la cabeza protegida por una pañoleta, maniobra una barca. Más arriba, una multitud sube por la escalera cubierta dirigiéndose al piso del pabellón del Ángulo.
En el plano de fondo, el Palacio real de la ciudad está representado con precisión. De izquierda a derecha, se distinguen la sala sobre el agua, las tres torres- la torre Bonbec,la torre de Argent y la torre de Cesar- más alejada, la torre del Reloj, los dos altos gabletes (frontones) de la Gran Sala, detrás la galería Saint-Louis, la vivienda del rey y la torre Montmorency; por último la Santa Capilla. El Palacio de la Ciudad había llegado a ser en aquella época la sede de la administración real, judicial y financiera. Detrás de las almenas hay que resaltar un jardín con la cúpula y el tejado de una pajarera.
La profundidad de campo en la miniatura es obtenida por la perspectiva constituida por los diferentes planos, pero también por un esbozo en perspectiva atmosférica formada de degradados de lápiz-lazuli. Los diferentes matices de verdes y azules consiguen representar perfectamente la luminosidad y la transparencia del aire propios de la estación del año.
De nuevo, en alternancia, los Hermanos Limbourg han representado una escena campesina. La postura de los hombres segando con la guadaña está minuciosamente observada, pero las dos campesinas del primer plano no desmerecen de las damas de otras miniaturas. 




Bajo los pañuelos que las defienden del sol, un fino rostro de pómulos marcados. De esbelto talle y pies pequeños en los que se enreda la hierba, se mueven con el rastrillo y la horca como en el salón de un castillo. Vestida de azul ultramar, con la falda recogida por delante, con la blanca camisa, la campesina tiene algo de dama de la realeza, cuyo color comparte. Ese azul que en siglo XV era imposible conseguir en un tinte textil.
El azul profundo del tímpano astronómico, el azul del cielo, el gris azulado de los tejados, el vestido de las campesinas; el verde de la hierba, el verde tierno de las hojas de los árboles, forman un dúo donde el lapislázuli y la malaquita entretejen una melodía que podemos ver hoy tal como fue en el tiempo en que los hermanos la plasmaron sobre la vitela. Códices miniados, amorosamente, celosamente conservados durante siglos. Cerradas sus tapas de rica encuadernación, en los anaqueles de las bibliotecas reales, nobiliarias, universitarias. Es allí donde están los colores de otro tiempo. Los colores que no han sido alterados por la luz, los repintes, las modas. El único lugar donde nos podemos asomar a un día de verano engalanado de hojas y flores de un tiempo perdido para siempre.

Julio


Estamos de nuevo ante una de las miniaturas del calendario completa, el tímpano con Helios en su carro y Cáncer y Leo, los signos zodiacales del mes de julio, los siete orbes celestiales está acabado. También es una de las miniaturas terminadas por los tres hermanos y no por Jean Colombe que retomó el libro setenta años después.
Los calendarios eran miniaturas propias de los libros de horas, pero nunca con el protagonismo que les dieron los Limbourg en que crean los primeros paisajes de la pintura europea. Los Limbourg han representado aquí las labores del campo  correspondientes al mes de julio, la siega de la cosecha de trigo y el esquileo de las ovejas. El mundo medieval, el mundo desde el neolítico, se mueve por las labores del campo. De hecho, también nuestro mundo, que ignora y olvida el campo. Cada pensamiento, cada sentimiento, cada acción nuestra, se nutre de los alimentos que sigue dando ese campo escondido y oculto.
La acción ocurre en Poitiers, una de las residencias favoritas del Duque de Berry. El Duque como jefe de una de las grandes casas feudales unidas a la familia real, había recibido Poitiers y Auvernia como patrimonio. El castillo triangular ya no existe.
La imagen tradicional del mes – la siega – figura en la escena con el esquileo de los corderos, en otra propiedad del duque de Berry. Penetramos de nuevo en un espacio poetizado, un espacio donde se experimentan las ventajas de la políticapacificadora del duque de Berry.



En las riveras del rio Clain, ante el castillo hoy desaparecido que Jean de Berry se hizo construir en su juventud, dos segadores cortan el trigo con la hoz ayudándose con una vara para enderezar los tallos de trigo. El artista ha representado los acianos y las amapolas que crecían entonces en los campos.
En primer plano, en el triangulo de la derecha, una mujer en traje azul, de espaldas, y un hombre arrodillado esquilan los corderos con la ayuda de tijeras.
En el plano de fondo, el paisaje montañoso es convencional y no refleja la realidad.




La miniatura da una vista fiel de un castillo típico del siglo XV: Pierde la función militar que tenía en la alta Edad Media para convertirse en una residencia moderna. El castillo está construido como en Chantilly, sobre un promontorio rocoso que le da su forma triangular, en la confluencia de los ríos Clain y Boivre. El exterior conserva un aspecto austero pero con sus aberturas escasas y estrechas. Se entra al castillo por una larga pasarela que protege una torre rectangular, y por un puente levadizo. Un pequeño puente permite acceder a la torre avanzada. La vida de la corte, en un decorado suntuoso se concentra a otro lado de las murallas. A la derecha del castillo, se distingue un conjunto de edificios, que incluyen una capilla. La arquitectura de este castillo de líneas depuradas obedece todavía a las exigencias de una obra defensiva pero las grandes ventanas abiertas en las torres y guarnecidas de vitrales o situadas sobre el tejado de los edificios cerrando el corredor interior, así como los elementos de estilo gótico testimonian una preocupación nueva en lo que concierne a la vivienda señorial, belleza arquitectónica y confort interior. Otras novedades: Una escalera monumental permite el acceso a la gran sala donde el poder principesco entra en escena en las grandes ocasiones; galerías y jardines, estufas confortables y baños.
Dominando la perspectiva lineal, el artista se preocupa también en poetizar la realidad gracias al empleo de los colores, a la luminosidad y a los detalles aportados para enriquecer el paisaje: 




dos cisnes, los mimbres y los juncos de la rivera, las hileras de árboles cortados que delimitan las parcelas de tierra, las sombras sobre el agua y sobre las praderas verdeantes de donde se desprende una sensación de frescor.
En el mundo de los tres órdenes, en el calendario de los Limbourg, solo hay representados dos: el mundo noble de las escenas cortesanas y el de las labores campesinas. Enero es cortesana, febrero y marzo campesinas, abril y mayo, cortesanas, junio campesina, julio campesina también, agosto vuelve a ser cortesana, quizá la última verdaderamente cortesana, porque septiembre, octubre y noviembre son campesinas y diciembre, con la caza de jabalí participa de ambos mundos.
Quisieron dejar Paul y sus hermanos una visión ideal de la vida de su época. Si hermosas eran las escenas cortesanas, igualmente bellas tendrían que ser las campesinas. En aquel mundo de los tres órdenes todo tenía su lugar, su función, y junto a los campos que siegan los hombres, junto al aprisco donde eran esquiladas las ovejas, el castillo triangular que indica el señorío. Hermosas y alegres son las escenas cortesanas y hermosas y alegres son las labores campesinas, cuando se procede a la siega de las cosechas abundantes, donde el durísimo trabajo con la hoz que encorva la espalda y llena de callos las manos, parece una danza. Sí, el mundo que soñó el duque de Berry, el mundo que representaron los hermanos Limbourg en el calendario es un mundo sin sequía, sin exceso de lluvias ni granizadas. Los campesinos se afanan en sus tierras o en las del señor, donde no existe el peso de tributos y gabelas. Por esos campos y ese camino no pasan los ejércitos feudales ni se acercan los ingleses que poseen media Francia. El verano es hermoso en la Dordoña, en el Poitou. Un verano suave de finas lluvias en la tarde sobre los espesos bosques, tan alejado del calor mediterráneo que es julio cuando se esquilan las ovejas. No es un paisaje grandioso, sino un paisaje para la nostàlgia...


Agosto





La imagen emblemática del mes de agosto – la trilla del trigo – es introducida en una escena cinegética en las tierras de una propiedad de Jean de Berry, el castillo de Etampes, destruido en 1411. Esta miniatura ilustra una vez más el prestigio y poderío del duque deBerry y las diversiones de diferentes grupos de la sociedad.
La escena representa varios cuadros inéditos en un libro de horas.
En primer plano una partida de caza, ilustra uno de los privilegios de la Nobleza de aquel tiempo, la caza al vuelo con la ayuda de aves rapaces y halcones domesticados, que cazaban pájaros tales como la grulla, el cisne, el pato y las (pollas) gallinas de agua. La caza al vuelo manifestaba el poderío y la riqueza de los señores. Verdadera ciencia, constituía una disciplina mayor en la educación cortesana. Uno de los pasatiempos favoritos de los miembros de la sociedad aristocrática que apasionaba también a las damas.





Delante del cortejo, un halconero a pie se vuelve hacia el primer caballero vestido de azul del cual espera ordenes. El halconero, vestido de gris (color de vestimentas ordinarias, sobre todo utilizadas por gentes de baja condición), tiene sobre su puño izquierdo, atados por una correa, dos halcones todavía provistos de su caperuza- capuchón que recubría la cabeza del halcón y que se le retiraba cuando la pieza a cazar aparecía, y en la mano derecha, una larga pértiga con la cual azotara arboles y matorrales para levantar la caza. Lleva en el cinturón un señuelo que imita la forma de un pájaro con dos alas y que se guarnecía de carne para habituar al halcón a regresar.
Montada a la grupa, detrás del primer caballero que se prepara para lanzar su halcón, una mujer con vestido negro, con volantes blancos y guantes largos de color rojo, cabalgan un palafrén gris. Sobre un caballo blanco, un caballero sol, el duque de Berry, lanza su halcón. El artista da de él la imagen del señor feudal todo poderoso. Esta en efecto representado con su caballo “en dextre” (manejado con la mano derecha),y llevando el pájaro de presa sobre el puño izquierdo, en la actitud típica que se encuentra muy frecuentemente en la iconografía caballeresca medieval. Añadamos que el blanco, signo de excelencia, era el color de los caballos de San Jorge y de San Miguel, patrones de la caballería.
Sobre un tercer caballo, un alazán, una pareja conversa. El hombre tiene también un halcón sobre su puño. El halcón es un animal importante en la alta sociedad medieval. Su coraje y su belleza lo hacen ser un símbolo de bravura y de concordia. Este animal fascinaba debibo a la dificultad de su adiestramiento. Se ofrecía un halcón en prenda de amor o de amistad, o como premio de un torneo o de una apuesta.
Alrededor del cortejo, corren los perros cuya función es la de traer la caza, una vez que el halcón la haya abatido. En el momento en que el pájaro no está cegado por la caperuza, se alza en el aire, divisa la presa, se abate sobre ella y la captura, después un silbido le ordena volver al puño de su amo, el deja la caza que es señalada o transportada por los perros. Estos últimos se parecen a los perros ya puestos en escena en las miniaturas de enero y de mayo.




En segundo plano, un momento de descanso-inusual en estas escenas-de gentes de un grupo social inferior. Dos hombres se bañan en el rio y el artista ha decidido representar sus imágenes deformadas por el agua que les recubre. Están desnudos, según la costumbre de la época. A su lado, una mujer se prepara para entrar en el agua. Más alejado un cuarto sale del agua.




En tercer plano, del otro lado del agua, campesinos trabajan en un campo. Unos colocan la cosecha en gavillas mientras que otros la cargan sobre una carreta tirada por dos Caballos.
En el plano trasero, se levanta el castillo de Etampes, que el duque de Berry había adquirido en 1400. Se distingue, tras las murallas, las torres, la capilla y las construcciones cubiertas de tejas, y, en medio, el torreón cuadrangular, la torre Guinette.


Septiembre






El mes de septiembre es otra de las miniaturas del calendario completa. No se aprecia en la imagen de la entrada, pero en mi facsímil, domina y brilla en las estrellas, en el vestido de la doncella, en los platos de la balanza, en el sol que porta Helios, en los caballos alados, el polvo de oro, quizá más que en ninguna otra. En este tímpano astrológico el oro compite con el azul ultramar. Los siete orbes celestiales, los decanatos incompletos, pues lo meses del calendario romano no se corresponden con los inicios de los signos astrológicos. Este mes donde Virgo, representada por una doncella con dos palmas y Libra se reparten los días.
Una vez preparada la vitela, los miniaturistas hacían un dibujo cuidadoso de lo que se iba a representar. Las Muy Ricas Horas, un libro que quedó inconcluso para siempre tienen en bastantes de sus páginas, en los márgenes, dibujos con punta de plomo de lo que posteriormente seria pintado.  Cuando se comenzaba a pintar se hacía por el fondo, el cielo, el paisaje, luego la decoración arquitectónica, los primeros planos y finalmente los rostros con pinceles de marta finísimos y con la ayuda de una lupa.
Septiembre es junto a marzo, junio y octubre uno de los paisajes mas arquitectónicos del calendario, pero septiembre con el castillo de Saumur 





en Anjou es aunque parezca una obra completa, la primera miniatura en la que tenemos dos manos muy diferentes, separadas por setenta años. En septiembre está la quiebra que se dio a partir de 1416 con la muerte del Duque de Berry y la desaparición de Pol y sus hermanos. La miniatura quedó a medias. El tímpano, el cielo y el castillo con su paisaje circundante y sus personajes son obra de los hermanos Limbourg. 




La escena de la vendimia en primer plano fue acabada por Jean Colombe setenta años después, cuando el manuscrito pertenecía al Duque Carlos II de Saboya. Ambos trabajos se distinguen netamente por la tonalidad del colorido, la delicadeza de la pincelada y el estilo de los personajes. Jean Colombe era un buen miniaturista pero no era un genio como Pol de Limbourg, su trabajo pierde en comparación con los Limbourg, sobre todo en esta miniatura donde se ve de manera manifiesta la diferencia de ejecución.
Aunque los humanos somos los mismos desde hace más de cien mil años, la materia de la observación, la materia del arte, cambia con las generaciones y con las culturas. En un determinado momento de la historia, en un determinado momento del arte vemos, aprendemos a ver otras cosas. En Europa occidental, hubo un momento hacia finales del siglo XIV en que algo cambió. La obra de arte es exploración del mundo, es forma y símbolo. En esta época empezaron a cambiar las secuencias formales pero también las sensaciones, los fenómenos que se querían representar. Durante siglos es como si Europa no hubiera visto el paisaje, no hubiera mirado la naturaleza cambiante, yo pienso que quizá no la había mirado nunca.
Hacia finales del siglo XIV de una manera tímida, la naturaleza empezó a entrar en la representación artística.  Unas rocas, unos árboles apenas esbozados en los frescos de Giotto cien años antes, en las tablas de Gentile da Fabriano más tarde, en las miniaturas de Jacquemart de Hesdin, que también trabajó para el Duque de Berry, empezaron a sustituir a los fondos dorados que simbolizaban la eternidad. Pero tuvieron que llegar artistas como los hermanos Limbourg o comitentes como el Duque de Berry, innovadores y al mismo tiempo versátiles que dieran un vuelco a la representación de la naturaleza. Los hermanos Limbourg no pintaron los primeros paisajes de la pintura europea, pero sí los primeros en los que la naturaleza, idealizada sí, pero identificable con su luz y sus colores cambiantes, con una arquitectura que no es imaginaria, el castillo de Saumur representado en la miniatura existe todavía y es completamente reconocible, es la protagonista.
En primer plano, una mujer en delantal blanco y rojo, embarazada y un hombre que come uvas descansan, mientras que los otros trabajan, cortan los racimos o se dirigen hacia una mula para vaciar la cesta llena de uvas en un cuévano. Las uvas son cargadas en los cuévanos de las mulas o en cubas sobre una carreta tirada por dos bueyes. Un personaje doblado hacia delante muestra su trasero.
En segundo plano, el castillo de Saumur, construido a petición de Luis II de Anjou, con sus chimeneas y sus veletas con flores de lis doradas
A la izquierda, detrás de las murallas, se aprecia el campanario de una capilla y las chimeneas de las cocinas que recuerdan a las de la abadía de Fontevrault, construida no lejos de Saumur.




La escena está animada por un minúsculo personaje y animales que pueblan el segundo plano: un caballo sale del castillo por el puente levadizo, una mujer se apresura a entrar con una cesta en la cabeza mientras que un asno y un buey pastan apaciblemente.
Delante del castillo, entre las viñas y el foso, vemos el emplazamiento de un palenque, cerrado por una valla de madera, donde se realizaban los torneos, distracción muy apreciada por los príncipes de la flor de lis. Sin embargo Jean de Berry detestaba este deporte.
La posición dominante del castillo, la verticalidad de sus líneas que tocan el tímpano de la miniatura, su arquitectura que arrastra la mirada hacia las volutas de las torres– como en Lusignan en el mes de mayo y marzo- la fuerza política de la familia real de Francia. Los artistas parecen indicar que está lejano el tiempo donde antes del reinado de Carlos V, el Reino, reventado y descuartizado, estaba en manos del rey de Inglaterra. En el siglo XV todavía el prestigio de un nombre se media por el esplendor de sus construcciones. La altura de los muros de los castillos y la forma del torreón traducían la fuerza e importància del señor y su facultad de proteger a sus vasallos.
Y las figuras, las acciones, esa mujer que se dirige al castillo con un cesto en la cabeza, la mujer con delantal probablemente embarazada que vendimia, el campesino que nos enseña sus calzones, las mulas con los cuévanos, la carreta de bueyes con las cubas cargadas de racimos violetas, las cepas, el caballo sin jinete que sale de la barbacana, las torres recién construidas del castillo de Luis de Anjou con sus veletas con flores de lis doradas, la enorme chimenea de las cocinas como la de la cercana Abadía de Fontevrault, todo ello nos indica que la observación del entorno, las acciones humanas de las que se obtiene alegría y beneficio adquieren una importancia que no tenían antes. El símbolo abstracto puede dominar el cielo, quedarse en su forma circular perfecta, pero en el cuadrado del mundo, septiembre es el mes de la vendimia, no una alegoría de algo abstracto, un emblema de los que pronto comenzarán su andadura y éxito con la imprenta. Es la ventana abierta a un mundo ilimitado que no acaba en los límites del cuadro, de ahí la carreta y el personaje cortados, Pol, Hermann y Hannequin, por decisión propia o por una indicación del duque que supieron representar de manera genial, empiezan a abrir los ojos a una Europa que parecía ciega ante la vida.


Octubre





Otra miniatura completa del calendario, toda ella es obra de los hermanos Limbourg que representaron de nuevo, una escena campesina.
Entre Libra y Scorpio situados en el quinto orbe celestial se desarrolla octubre, el mes de San Martín y de la siembra del grano. Grano de trigo en los campos que estuvieron en barbecho y cebada en los que dieron su cosecha para el pan que se ha comido ese año y se comerá hasta la siguiente siega.
De nuevo, con maniática fidelidad, los hermanos Limbourg ha representado un castillo desaparecido hace siglos, y esa exactitud de detalles ha permitido reconstruirlo. 





Una muralla protege el recinto, a la izquierda por una pequeña puerta salen unos diminutos personajes que por unas escaleras pueden embarcar en unas pequeñas barcas. Ese río, todavía sin represas es el Sena. ¿Sería así el paisaje que vería Jean de Berry desde el Hôtel de Nesle? ¿Campos de labor entre el Louvre y su castillo? Privilegio de los artistas es alterar la realidad. Quizá ese campo, esa escena, corresponda a otra parte y como tantos otros pintores que pintaron paisajes después de ellos, los hermanos Limbourg hayan unido dos realidades distintas.
A Jean de Berry, gran señor feudal le gustaría esa visión, ver el castillo de su infancia desde su residencia de Paris, donde como en otros castillos atesoraba sus colecciones de arte, donde se recluía para disfrutar de ellas, y donde a veces, no tenía más remedio que recluirse para salvar la vida o salir huyendo, dada la guerra civil que asolaba Francia, además de la guerra contra los ingleses. Jefe de la facción Armagnac, odiada por el pueblo de París, enfrentada a los borgoñones partidarios de los ingleses, en 1411 su residencia de París fue saqueada. Al año siguiente fue sitiado en Bourges por su sobrino el Duque de Borgoña. Un tiempo terrible, de guerra y de crisis necesita un arte amable, para poder evadirse de una realidad cruel. El gótico internacional que prácticamente está acabado en Italia que da paso al Renacimiento y en pocos años será barrido en Flandes, apoyado por esos Duques de Borgoña que quieren dejar de rendir homenaje a sus parientes los reyes de Francia, por los Van Eyck, Roger van der Weyden y Hans Memling, tiene en estas miniaturas cortesanas de los hermanos Limbourg su último y más grande esplendor.
Como para el mes de junio, la escena se desarrolla en la rivera izquierda del Sena, en un campo en las proximidades del palacete de Nesle, cara al Louvre, potente fortaleza, reconstruida por Carlos V.




En primer plano a la izquierda, un campesino, montado sobre un caballo, rastrilla un campo, su rastrillo lleva encima una gran piedra para permitir a las púas penetrar más profundamente en la tierra.




A la derecha, otro hombre siembra al voleo. Urracas y cornejas picotean las simientes cerca de un saco blanco lleno de grano y de morral. Un espantapájaros representando a un arquero- hombre de armas que había llegado a ser bastante impopular en esta época, e hilos tendidos para alejar a los pájaros. En el imaginario medieval, las urracas y las cornejas pasaban por ser criaturas del diablo y de mal augurio.
Como en la composición del mes de junio, el artista anima el plano intermedio con minúsculos personajes que se dedican a sus ocupaciones o que vagan por las riveras del Sena. Algunos conversan o se pasean, otro se prepara para salir en una barca, mientras que otro amarra la suya. Los personajes están vestidos a la moda de la época. Llevan vestimentas oscuras, unicolores, cortas y ajustadas.
En el plano de fondo, el Louvre despliega sus defensas, sus murallas almenadas en obra de albañilería; en el centro del propio castillo, la torre del Louvre, es decir el torreón que encierra el tesoro real; después de derecha aizquierda, la torre de la Taillerie, la fachada oriental con dos torres gemelas, la torre de la Gran Capilla y la fachada meridional provista también de dos torres gemelas.
A recalcar, la perspectiva atmosférica y las sombras realizadas (caballo, sembrador mas todos los personajes así como el espantapájaros).
Sí, es hermoso representar el poder real en un hermoso castillo de agujas doradas con las flores de lis. El mundo está bien hecho y los campesinos tienen su lugar en ese mundo de los tres órdenes haciendo los trabajos que alimentarán a todos. El cielo tiene la claridad del cielo de Île de France…, pero esta vez los hermanos Limbourg no han podido evitarlo, sí será una escena real, pero es inquietante como al pie del Louvre 




los cuervos y las urracas devoran el grano y el campesino sembrador tiene un rostro que expresa desesperanza. Bien sabría darse cuenta el Duque de Berry que tras la triste mirada del campesino que siembra podría haber algo más grave, más peligroso, que la réplica sensata y zumbona de una  pastora a un caballero presuntuoso.


Noviembre






La cosecha de la bellota, escena habitual para representar noviembre, ha sido ejecutada por Jean Colombe en los años 1480. Contrariamente al resto del calendario, la escena no representa un lugar celebre. Es un paisaje imaginario.
Un paisaje de montañas azuladas por donde discurre sinuoso un rio, un castillo y un pueblo que cuelga de las rocas.
En primer plano una piara de cerdos pace en un bosque de robles. El guardián en primer plano está haciendo caer con su bastón las bellotas de las cuales los puercos van a alimentarse. Un gran perro vigila a las bestias. El cerdo constituía una parte importante de la alimentación medieval. Servía de base a la comida en toda la Europa cristiana. Cada región tenía sus modos cocción, de preparación, y de conservación. Se podía salar el cerdo y se le conservaba en gran parte en saladeros; o bien se hacían encurtidos cociendo los trozos en la su propia grasa. El jamón era unas veces ahumado en la chimenea, y otras secado al aire. Se conservaba colgado de las vigas del techo o bajo la ceniza.





Entre los árboles, se ven otros campesinos con sus animales. Hacer pacer los puercos al pie de los robles era una actividad esencial en la vida del campo. Los bosques formaban inmensos terrenos de pastos para los rebaños señoriales y aldeanos. Los caballos, los bueyes y las vacas, los corderos y las cabras iban igualmente y pacían el soto bosque o las hojas y arbustos.
Jean Colombe sigue la convención iconográfica relativa al campesino: el campesino es feo y deforme, basto y brutal.
Las perspectivas lineales y atmosféricas están perfectamente realizadas, las sombras están generalizadas. El follaje de los arboles despliega los colores cambiantes del otoño y los pliegues de la túnica rosada del porquero están resaltados con oro.


Diciembre






Es el mes de la matanza del cerdo. Aquí el artista ha preferido una escena de caza (cinegética) – El jabalí negro, símbolo del rey de Inglaterra no ha sido escogido por azar. La miniatura se sitúa en la posesión de Vicennes donde se encontraba el castillo real terminado por Carlos V para depositar su tesoro en el, es con el Louvre la otra gran fortaleza que defiende Paris. Esta miniatura recuerda un dibujo de Giovannio dei Grassi conservado en la biblioteca de Bergamo. Por otra parte el artista ha dado a la escena el mismo encuadre que Jean Fouquet para la miniatura representando a Job en las Horas de Etienne Chevalier.



La escena de caza a caballo (aunque no se observan en la miniatura), está dominada por el castillo en el cual la verticalidad conjugada con la escena del alalí (aviso de que la pieza de caza esta acorralada), simboliza la fuerza física y moral del rey.




En primer plano, asistimos al derribo y lucha del jabalí, en tanto que un Montero hace sonar el alalí. Los perros lo acorralan y atacan, bestia por entonces muy temida y considerada como perjudicial pues asolaba las cosechas y los cercados de los campesinos.




Para destacar la fuerza salvaje que se desprende de la escena, uno de los monteros, vestido de rojo, retiene el frenesí del perro, provocado por el olor a sangre. Entre los perros se observan tres lebreles, los otros son perros corrientes. El plano intermedio está ocupado por una espacioso bosque en el cual los arboles aun no han perdido sus hojas.
La caza del jabalí se practicaba a caballo y era una caza de invierno. Se utilizaba el venablo o la espada de dos filos para matar al animal. En relación con la halconería, la montería ofrecía una diversión más deportiva, más violenta y más peligrosa. Era para la aristocracia una manifestación de su fuerza guerrera.
El montero debía cuidar los perros, hacer el mantenimiento de las perreras, trenzar redes, señalar las huellas y hacer salir al ciervo, gritar y avisar tocando el cuerno de caza. En su libro de la caza (1387-1391), Gaston Phébus insiste en la  educación del montero. Un maestro desde la edad de siete años debe aprender aamar y a cuidar los perros por todos los medios comprendido el castigo corporal. El niño llegara a ser sucesivamente mozo de perros, después hacia los veinteaños ayudante; y al fin será montero, llevando trompa de caza, y cuchillo. Es el hombre más importante de la caza a caballo y su existencia está al servicio de su oficio.
Gaston Phébus distingue cinco razas de perros de caza: el alano, el galgo, el corriente, el perro de aguas y el mastín. Excepto el galgo, estos son perros pesados y lentos. Se escogerán los perros más fuertes y los más salvajes para cazar el oso, el lobo y el jabalí. El príncipe sitúa en cabeza los galgos por sus cualidades estéticas y su sociabilidad y a continuación los perros corrientes que son la base de las jaurías.
La carne de jabalí era muy apreciada por la nobleza que gustaba mucho de la caza. En la época, se comían pocas legumbres y raramente dulces y productos lácteos. El pescado era extremadamente caro. Los campesinos se alimentaban esencialmente de pan y de legumbres secas (habas, judías blancas, lentejas),acompañadas con un trozo de tocino. No conocían todavía la patata y las pastas (patês) “eran un plato exótico”. Información extraída de: https://es.scribd.com/doc/23634627/Explicacion-del-Calendario-de-Les-Tres-Riches-Heures-del-Duque-de-Berry y de https://hesperetusa.wordpress.com/y otras muchs páginas de internet..

Bien hasta aquí la presente entrada que como siempre deseo que os haya sido útil e interesante.