Poemas
devocionales (bhakti)
Sri
arunachala atchra-mana-malai (guirnalda de letras para Sri Arunachala).
Sri
arunachala nava-mani-malai (collar de gemas para Sri Arunachala).
Sri
arunachala pathigam (once estrofas a Sri Arunachala).
Sri
arunachala ashtakam (ocho estrofas a Sri Arunachala).
Poemas
doctrinales (gñ?na)
Upadesha
ulladu (la esencia de la instrucción).
Ulladu
narpadu (cuarenta [versos] sobre lo real), en tamil.
Anubandham
(suplemento del anterior).
Eka
atma panchakam (cinco estrofas sobre el alma única).
Poemas
menores
El
canto de popadum.
El
conocimiento de atman.
A
propósito de su aniversario.
Reproches
al estómago.
Excusas
a las avispas.
Respuestas
a su madre.
Por
la curación de su madre.
Arunachala
ramana (‘Ramana, el de la colina Arunachala’).
El
ser en el interior del corazón.
Soñar
despierto.
Nueve
estrofas sueltas.
Traducciones
Realizó
varias traducciones de los clásicos, siendo muy destacadas las de las obras de
Shankará Acharia:
Viveka
chudamani.
Drig
drisia viveka.
Dakshina
murti stotra.
Atma
bodha.
A
continuación reproducimos algunos de los textos más significativos de la obra
del protagonista de nuestra entrada.
El
primero de ellos «¿Quién soy Yo?» es el título dado a un
conjunto de preguntas y respuestas que tratan de la indagación del Sí mismo.
Las preguntas fueron formuladas a Bhagavan Sri Ramana Maharshi por un tal Sri
M. Sivaprakasam Pillai en torno al año 1902. Sri Pillai, un licenciado en
Filosofía, era en aquel momento empleado del Departamento de Renta Pública del
Sur Arcot Collectorate. Durante su visita a Tiruvannamalai en 1902 en misión
oficial, fue a la Cueva de Virupaksha en la Colina de Arunachala y encontró al
Maestro allí. Buscó de él guía espiritual, y solicitó respuestas a preguntas
concernientes a la indagación del Sí mismo. Como Bhagavan no hablaba en aquel
entonces, no debido a algún voto que hubiera hecho, sino debido a que no tenía
la inclinación a hablar, respondió a las preguntas que se le hicieron con
gestos, y cuando éstos no eran entendidos, con escritura. Tal como las recopiló
y registró Sri Sivaprakasam Pillai, hubo catorce preguntas con las respuestas a
ellas dadas por Bhagavan. Este registro fue publicado por primera vez por Sri
Pillai en 1923, junto con un par de poemas compuestos por él mismo, que
contaban cómo la gracia de Bhagavan había operado en su caso, disipando sus
dudas y salvándole de una crisis en la vida. «¿Quién soy Yo?» ha sido publicado
varias veces subsiguientemente. En algunas ediciones encontramos treinta
preguntas y respuestas, y veintiocho en otras. Hay publicada también otra
versión en la cual no se dan las preguntas, y las enseñanzas están reordenadas
en la forma de ensayo. La traducción inglesa existente, es de este ensayo. La
traducción presente es la del texto en la forma de veintiocho preguntas y
respuestas.
Junto con Vicharasangraham
(indagación del Sí mismo o Autoindagación), Nan Yar (¿Quién soy Yo?) constituye
el primer conjunto de instrucciones en las propias palabras del Maestro. Éstas
dos son las únicas obras en prosa entre las Obras de Bhagavan. Exponen
claramente la enseñanza central de que la vía directa a la liberación es la
Autoindagación. La manera particular en la que ha de hacerse la Autoindagación
se expone con lucidez en Nan Yar. La mente consiste en pensamientos. El
pensamiento «yo» es el primero que surge en la mente. Cuando se persigue
persistentemente la indagación «¿Quién soy yo?», todos los demás pensamientos
se destruyen, y finalmente el pensamiento «yo» mismo se desvanece, dejando sólo
al supremo Sí mismo no-dual. Así acaba la falsa identificación del Sí mismo con
los fenómenos del no-sí mismo, tales como el cuerpo y la mente, y hay
iluminación, Sakshatkara. El proceso de la indagación, por supuesto, no es un
proceso fácil. Cuando uno indaga «¿Quién soy yo?», surgirán otros pensamientos;
pero a medida que surgen, uno no tiene que ceder a ellos siguiéndolos; por el
contrario, uno debe preguntar «¿A quién surgen?» Para hacer esto, uno tiene que
ser extremadamente vigilante. Mediante la indagación constante uno debe hacer
que la mente permanezca en su fuente, sin permitirla divagar y perderse en los
laberintos de pensamientos creados por ella misma. Todas las demás disciplinas
como el control del soplo y la meditación en las formas de Dios, deben ser
considerados como prácticas auxiliares. Son útiles en la medida en que ayudan a
devenir quiescente y concentrada.
Para una mente que ha
ganado pericia en la concentración, la indagación del Sí mismo deviene
comparativamente fácil. Por la indagación incesante se destruyen los
pensamientos y se realiza el Sí mismo —la Realidad plena en la que no hay
siquiera el pensamiento «yo», experiencia a la que se alude como «Silencio».
Ésta, en sustancia, es la
enseñanza de Bhagavan Sri Ramana Maharshi en Nan Yar (¿Quién soy Yo?).
Todos, absolutamente todos los seres vivientes, anhelan ser
felices, es decir, sin rastro de dolor; y aunque en ocasiones al ver sus actos
nos cuesta creerlo, todos tienen el máximo amor hacia sí mismos, a pesar de que
contínuamente justifiquen su existéncia en cosas como la família, la patria,
los negocios, e incluso en el mismísimo Dios, en realidad se trata de mí
família, de mí patria, de mis negocios, o de mí particular manera de concebir a
Dios.
Aunque nadie sabe muy bien lo que quiere decir la felicidad, lo
que si parece fácil de distinguir e identificar, es aquello que nos produce
dolor, aquello que no es bajo ningún concepto la felicidad, y ésto se debe al
hecho de que la felicidad constituye la naturaleza real de todos los seres.
A fin de concretar esa felicidad inherente y sin mancha, que en
verdad los hombres experimentan cuando la mente está sometida, como por ejemplo
durante el sueño profundo, es decir sin pensamientos, ni sueños- es esencial
que se conozca a sí mismo.
Todas las civilizaciones, pueblos y culturas, a lo largo de todo
tiempo y lugar, han intentado aportar un método o camino para conseguir ese
conocimiento que permite al hombre someter a la mente, y por lo tanto alcanzar
la felicidad. De todos ellos, el método más seguro es el de la autoindagación,
es decir, preguntarse ¿QUIEN SOY YO? con la intención de encontrar el auténtico
“yo”.
Si uno se pregunta durante el tiempo y con la atención
necesarios, más o menos pronto descubrirá de que su repuesta es siempre “yo”; a
menudo acompañará esa palabra con un gesto de su mano autoseñalándose con la
mano, o el dedo, en un punto del pecho situado a la altura del corazón
aproximadamente.
Pero, veamos, ¿quien es ese “yo”?.Para la mayoría de los seres humanos
“yo” quiere decir en primera y casi única instáncia el cuerpo. Pero, ¿sómos el
cuerpo? No, “yo” no soy este cuerpo físico, ni los cinco órganos de percepción
sensoria -ojo, oído,nariz, lengua, piel, con sus respectivas funciones;
¿dejaría de ser si perdiese una parte de mi cuerpo, o una de las funciones?.
Tampoco soy los órganos de actividad, la boca, las manos o los
pies, ni el ano, o los órganos genitales que procuran placer; ni las fuerzas
vitales que controlan la respiración, digestión y asimilación, circulación
sanguínea o limfática, transpiración o excreción.
Ni siquiera soy la mente pensante. Ni ese estado de la
inconsciencia, mientras estoy libre de la actividad funcional de los órganos
sensorios y de la mente -cuando se pierde el conocimiento-.
Pues si no soy esto, ni aquello, ni lo otro, lo que queda
separado y sólo de por sí, ESA PURA CONSCIENCIA ES LO QUE SOY.
Si la mente, que es el instrumento del conocimiento y la base de
toda actividad, mengua en su constante parloteo hasta callar, cesará tambien la
percepción del mundo como realidad objetiva. De ahí que, hasta que no se logre
acabar con la ilusoria percepción del mundo y de las cosas como realidad
objetiva, no se consiga la visión de la verdadera naturaleza del Yo tal cual
es.
Al estudiar lo que queda después de todos los pensamientos, se
descubrirá que no existe nada a lo que podamos llamar mente, el margen de los
pensamientos, porque los pensamientos mismos constituyen la mente.
Tampoco existe una cosa tal como el mundo físico a parte del
pensamiento e independientemente de éste. En el sueño profundo no hay
pensamientos, tampoco existe el mundo. En la vigília y el sueño estan presentes
los pensamientos, tambien existe el mundo. Así como la araña extiende el hilo
de la tela desde sí y lo recoge nuevamente dentro de sí, de la misma manera la
mente proyecta el mundo de sí y lo reabsorve dentro de sí.
El mundo es percibido como realidad objetiva aparente, sólo
cuando la mente se exterioriza, cuando abandona su identidad con la fuente con
el Yo, quedando aprehendida en las cosas del mundo, olvidando la verdadera
naturaleza del Yo; en forma inversa, cuando se realiza el Yo, el mundo, las
cosas, dejan de aparecer como realidad objetiva.
Mediante una investigación firme y contínua dentro de la verdadera
naturaleza de la mente, ésta se transforma en un indescriptible ESO al que se
remite el Yo, y ESO es el Yo.
Lo que surge en el cuerpo físico como “yo” es sólo la mente.
Si uno se pregunta de donde surge por primera vez el pensamiento
del “yo”, descubrirá que del corazón, ése es el origen y el apoyo de la mente.
El primero y principal de todos los pensamientos que se producen
ante la mente es el pensamiento “yo”, sólo despues de éste surgen otros
innumerables pensamientos. Puesto que todos los otros pensamientos sólo pueden
producirse despues del surgimiento del pensamiento del “yo”, y puesto que la
mente no es sino los pensamientos, es por lo que sólo a través de la indagación
de ¿Quien soy? que la mente mengua.
El que uno se repita continuamente para sí “yo-yo-yo”, con toda
la mente fija en ello, conducirá directamente a uno mismo al origen. Es más, el
pensamiento contínuo del “yo” que destruye a los otros pensamientos, finalmente
se destruye o consume, como la vara empleada para atizar la pira funeraria.
Aunque durante tal indagación broten extraños pensamientos, no debe completarse
el pensamiento que surge, sino preguntarse interiormente y con hondura: ¿A
quien se le ocurre éste pensamiento?, verá como descubrirá, de forma natural,
que es a mí. Si entonces se pregunta ¿Quien soy?, la mente se interioriza de
nuevo y tambien mengua el pensamiento que ha surgido. De ésta manera, a medida
que se persevera cada vez más en la práctica de la autoindagación - VICHARA-,
la mente adquiere fuerza para poder permanecer en su fuente. Cuando la mente
mora en el corazón, las cosas, los sentimientos, el mundo retroceden hasta
desaparecer.
Si de ésta manera la mente se absorve en el Corazón, el “ego”o
“yo”, que como hemos dicho es el inicio de la multitud de pensamientos,
finalmente se desvanece y sólo queda resplandeciente la Conciencia Pura o YO
puro, que subsiste imperturbable durante todos los estados de la mente, ya que
es el verdadero ser de uno mismo.
Este estado de mera inherencia en el SER puro, se reconoce como
la VISION DE LA SABIDURIA.
Tal inherencia significa e implica la entera mengua de la mente
en el Yo. Nada más que esto puede ser la sabiduría.
El Yo puro en sí mismo, es el mundo, el “yo” y Dios.
Todo cuanto existe no es sino la manifestación del Supremo.
Para la mengua de la mente no hay otro medio más efectivo y
adecuado que la autoindagación; aunque la mente puede menguar tambien por otros
medios, ésa mengua és sólo aparente y surgirá de nuevo.
Así, el control de la respiración, la meditación sobre cualquier
forma o concepto, las invocaciones o mantras y la regulación de las dietas,
sólo pueden ser consideradas como ayudas para el control de la mente. Con la
práctica de éstas técnicas, la mente se torna unidireccional, y al adquirir de
ese modo fuerza, alcanza con facilidad la perfección en el camino de la
autoindagación, que es aquel que le permitirá el verdadero encuentro del YO.
Agitan constantemente a nuestra mente incontables deseos en
relación a objetos de satisfacción sensual, que llegan uno trás otro en rápida
sucesión, como las olas del océano. No obstante, éstos pensamientos menguarán
con toda certeza con la práctica de la auitoindagación, o meditación sobre el
Yo puro, libre de toda conceptualización o sentimiento.
Por más pecadora que sea una persona, si deja de gemir
incosolablemente, con expresiones del tipo: “ ¡Ay de mí! ¿si soy un pecador
como voy a poder alcanzar la liberación?” y descarta incluso el pensamiento de
que es un pecador, prosiguiendo con celo la práctica de la meditación en el Yo,
seguramente se reformará. Si quien busca fervorosamente la verdad, sólo
cultivara el recuerdo constante y profundamente contemplativo de la verdadera
naturaleza del Yo hasta realizarlo, éso sólo bastaría para alcanzarla. Los
pensamientos que distraen se parecen a un enemigo en el interior de una
fortaleza; mientras sean dueños de ésta, con seguridad que saldrán. Pero si se
les acosa pronto salen, de ésta manera, la fortaleza pronto será capturada.
La firme y disciplinada inherencia, sin prestar la más mínima
perspectiva al surgimiento de pensamiento alguno, que no sea la profunda
contemplación sobre el Yo, constituye la autosumisión al Señor Supremo.
Cualquiera que sea el peso de la carga que se coloque sobre El, la soportará
toda. Ese es, de hecho, el poder indefinible del Señor que ordena, sostiene y
controla todo lo que sucede. ¿Porqué hemos de preocuparnos entonces,
atormentándonos con enojosos pensamientos diciendo, actuaré de este modo, o de
ese otro, en vez de someternos mansa y felizmente a ese poder?. Sabiendo que el
tren transporta toda la carga, porqué los viajeros hemos de cargar con las
maletas encima de nuestros regazos.
En ninguno de los incontables objetos del mundo existe algo que
pueda llamarse felicidad, es sólo a causa de la pura ignoráncia y carencia de
sabiduría que imaginamos que la felicidad se obtiene por medio de aquellos
objetos. Por el contrario cuando la mente se exterioriza, sufre dolor y
angustia, y luego cada vez que satisfacen nuestros deseos, o en el sueño
profundo, o cuando perdemos el sentido, o cuando el mal pasa a ser un objeto
insoportable, la mente se vuelve hacia el interior y disfruta de la
Bienaventuranza del Yo, la felicidad. Tal es la mente del ignorante.
Todas las escrituras, sin excepción alguna, proclaman que la
mente ha de ser sometida para alcanzar la Salvación, y una vez que se sabe que
el control de la mente perimitirá encontrar al Señor Supremo, es futil efectuar
un estudio interminable de ellas.
Preguntar “¿Quien es el yo que está en esclavitud?” y conocer la
propia naturaleza real es la única liberación. En verdad alguna vez habrá que
olvidarse de todo lo aprendido.
No hay dos mentes, una buena y la otra mala, sólo las tendencias
de la mente son de dos clases, buenas y favorables, malas y desfavorables. Por
más maligna que parezca la mentalidad de los demás, no corresponde odiarlos o
despreciarlos. Han de evitarse por igual, gustos y disgustos, amor y odio.
Tampoco conviene dejar amenudo que la mente repose en objetos o asuntos de la
vida mundana. En la medida de lo posible no hay que interferir en la vida de
los demás. Todo lo ofrecido a los demás, es en realidad una autoofrenda; si se
comprendiese esta verdad, ¿quien dejaría de hacer algo por los demás?.
Si el ego surge, surgirá tambien todo lo demás, si el ego
mengua, tambien menguará todo lo demás. Cuando más profunda sea la humildad con
la que nos conduzcamos, mejor para nosotros.
Si sólo hay que controlar la mente, ¿qué interesa dónde pueda
tocarle a uno existir, o en las condiciones en que nos toque vivir?.
El
segundo trabajo que quisiera ofreceros es la “Esencia de la Enseñanza. Fue
en el contexto del último lila narrado en la primera parte de «Tiruvundiyar»
que la obra Upadesa Undiyar vino a la existencia. Habiendo cantado en los
versos 70 a 102 cómo Sri Ramana, en la forma del Señor Siva, había aparecido en
el Bosque Daruka para doblegar el orgullo de los ascetas (tapasvis) y traerlos
a la vía de la liberación, Sri Muruganar llegó al punto donde el Señor Siva iba
a darles Sus enseñanzas espirituales (upadesa). Pensando que no estaría bien
por su parte decidir los detalles sutiles de las enseñanzas dadas por el Señor
Siva para elevar a los ascetas de su nivel de madurez entonces existente, en el
que ellos estaban cegados por su apego a la vía de acción o karma ritualista, y
elevar sus mentes gradualmente cada vez más alto hasta que estuvieran
preparados para llegar a la vía directa a la liberación, Sri Muruganar suplicó
a su Sadguru, Bhagavan Sri Ramana, que revelara la esencia de las enseñanzas
que Él Mismo había dado a los ascetas en aquellos antiguos días, cuando Él se
había manifestado en medio de ellos en la forma del Señor Siva.
Estos treinta versos que
Sri Bhagavan vino a componer así en tamil en la métrica undiyar, forman el
texto principal o nul de Upadesa Undiyar, y más tarde fueron traducidos por Sri
Bhagavan Mismo al telugu, sánscrito y malayalam bajo el título de Upadesa Saram
(La Esencia de las Enseñanzas). En tamil, la obra entera Upadesa Undiyar
consiste en un verso preliminar (payiram) compuesto por Sri Muruganar, seis
versos introductorios (upodghatam) que Sri Bhagavan seleccionó del
«Tiruvundiyar» de Sri Muruganar para presentar las enseñanzas en su contexto
adecuado, el texto principal (nul) de treinta versos, y cinco versos
concluyentes de alabanzas (vazhttu), que son los últimos cinco versos de la
primera parte de «Tiruvundiyar». Para comprender los contenidos de Upadesa Undiyar,
y particularmente los contenidos de los primeros quince versos, es importante
para nosotros leer y reflexionar cuidadosamente sobre el upodghatam y el
resumen de la historia contenida en él. Aunque en los Puranas los ascetas que
estaban viviendo en el Bosque Daruka son descritos como rishis que estaban
realizando tapas o austeridades, ¿cuál era realmente su estado de mente, qué
tipo de tapas estaban realizando, y qué era lo que estaban buscando obtener
mediante su tapas? Estos presuntos rishis estaban siguiendo la vía de los
karmas-kamya o acciones ritualistas realizadas para el cumplimiento de deseos
temporales, que es la vía prescrita por la Purva Mimamsa, una escuela de
pensamiento tradicional que se ocupa de la interpretación y práctica del Karma
Kanda, la porción de los Vedas que incumbe a los actos ceremoniales y los ritos
sacrificiales.
Sin saber que la verdadera meta de la vida es la liberación o la pérdida de la individualidad, ellos exhibían su ignorancia mediante sus acciones, tales como la realización de diversos tipos de yagas y yagnas (ritos sacrificiales), con lo cual buscaban obtener poderes, siddhis y otras fuentes de gozo material tanto en este mundo como en el otro. Siendo versados en la realización de tales ritos sacrificiales y en el uso de otras técnicas, tales como mantras, yantras y tantras, ellos habían devenido intoxicados de auto-orgullo. Su orgullo en el poder y la eficacia de sus karmas o acciones ritualistas era tan grande que habían llegado a creer incluso que no hay ningún Dios excepto karma. «Solo karma es de máxima importancia. Los esfuerzos que hacemos para realizar karmas tienen el poder de producir su propio fruto; deben producir su fruto; ni siquiera Dios puede impedirles dar fruto. Así pues, no hay ninguna necesidad para nosotros de preocuparnos por ningún Dios otro que los propios karmas» —tal era su actitud arrogante.
Sin saber que la verdadera meta de la vida es la liberación o la pérdida de la individualidad, ellos exhibían su ignorancia mediante sus acciones, tales como la realización de diversos tipos de yagas y yagnas (ritos sacrificiales), con lo cual buscaban obtener poderes, siddhis y otras fuentes de gozo material tanto en este mundo como en el otro. Siendo versados en la realización de tales ritos sacrificiales y en el uso de otras técnicas, tales como mantras, yantras y tantras, ellos habían devenido intoxicados de auto-orgullo. Su orgullo en el poder y la eficacia de sus karmas o acciones ritualistas era tan grande que habían llegado a creer incluso que no hay ningún Dios excepto karma. «Solo karma es de máxima importancia. Los esfuerzos que hacemos para realizar karmas tienen el poder de producir su propio fruto; deben producir su fruto; ni siquiera Dios puede impedirles dar fruto. Así pues, no hay ninguna necesidad para nosotros de preocuparnos por ningún Dios otro que los propios karmas» —tal era su actitud arrogante.
Así pues, aunque en los
Puranas se alude a ellos educadamente como rishis, su estado de mente revela
que de hecho eran solo estudiantes en el primer grado de la escuela de bhakti
descrita en The Path of Sri Ramana, Part Two, chapter two.
Sabiendo cuán groseras y
sin refinar habían devenido las mentes de los ascetas debido a su largo apego a
karma, el Señor Siva sabía que no sería posible traerlos inmediatamente a la
vía de la Auto-indagación, que es la única vía directa a la liberación. Por lo
tanto, Él tuvo que guiarlos a la vía de la Auto-indagación de una manera
gradual e indirecta. Por eso es por lo que en los primeros quince versos de
Upadesa Undiyar fue necesario para Sri Bhagavan resumir las vías de karma
nishkamya, bhakti y yoga, que el Señor Siva tuvo que enseñar primero a los
ascetas para elevar sus mentes gradualmente al nivel de madurez en el que
pudieran comprender que la liberación solo puede ser obtenida finalmente
mediante la vía de la Auto-indagación. Solo después de resumir esas vías, Sri
Bhagavan pudo comenzar en el verso 16 a resumir Su propia vía de
Autoindagación, que es la verdadera vía de jñana.
Sri Bhagavan no escribió
esta obra con la intención de exponer la esencia de Sus propias enseñanzas,
sino solo con la intención de exponer la esencia de las enseñanzas que el Señor
Siva dio en los días antiguos a los ascetas en el Bosque Daruka, acordemente a
su propio nivel de madurez mental. Como Sri Bhagavan solía decir a menudo, las
enseñanzas espirituales deben ser dadas siempre de tal manera que se ajusten al
poder de comprensión y madurez de los individuos a quienes son dadas. Por lo
tanto, todas las sadhanas o métodos de práctica espiritual expuestos por Sri
Bhagavan en Upadesa Undiyar no debían ser tomados como Sus propias enseñanzas
directas.
El propósito principal de
Su vida fue enseñar al mundo el método correcto de practicar la vía simple y directa
de la Auto-indagación, que no es solo la única vía que puede llevarle a uno
finalmente a la meta del Auto-conocimiento, sino que es también la vía
espiritual más apropiada al temperamento racional y científico del hombre
moderno. Es por eso por lo que Sri Bhagavan pone siempre el énfasis principal
de Su enseñanza en la vía de la Auto-indagación, que es un medio que puentea la
necesidad de todos los otros tipos de práctica espiritual.
La esencia de la enseñanza
1. La acción (karma)
fructifica en la acción, pues así lo ordena el Creador. ¿Pero es ésta Dios? No
puede ser, pues no es consciente.
2. Los resultados de la
acción desaparecen y dejan semillas que lanzan al agente a un océano de acción.
La acción, por tanto, no procura la liberación.
3. Pero los actos cumplidos
sin apego alguno, con espíritu de servir al Señor, purifican la mente y señalan
el camino hacia la liberación.
4. Esto es cierto, el culto,
los conjuros, y la meditación se cumplen respectivamente con el cuerpo, la voz,
y la mente, y se hallan en este orden ascendente
5. Este universo óctuple
puede considerarse como una manifestación de Dios, y cualquier culto que se
cumpla en éste es excelente como adoración a Dios.
6. La repetición en voz alta
de Su nombre (japa) es mejor que la alabanza. Mejor aún es su débil murmullo.
Pero lo mejor es la repetición mental, y eso es la meditación.
7. Mejor que ese pensamiento
interrumpido (meditación) es su fluir firme y continuo como el fluir del aceite
o el de una corriente perenne.
8. La sublime actitud ‘Él soy
yo’ es preferible a la actitud ‘Él no es yo’.
9. Permanecer en el Ser real,
mas allá de todo pensamiento, a través de intensa devoción, es la esencia de la
bhakti suprema.
10. “Absorción en el origen
de la Existencia” (o en el Corazón) es lo que enseñan los senderos de karma,
bhakti, yoga, y jnana.
11. Así como pájaros que se
cazan con redes, de igual modo, conteniendo el aliento, la mente se reprime y
absorbe. Esta regulación de la respiración es un método para efectuar la
absorción.
12. Pues la mente y el prana
(respiración vital), expresados en pensamiento y acción, divergen y se
ramifican, pero brotan de una sola raíz.
13. La absorción tiene dos
formas: laya y nasa. Lo que es meramente absorbido en laya, revive. Si está
muerto, no revive (manonasa).
14. Cuando la mente es
absorbida por la represión de la respiración, entonces “morirá” si se fija en
un solo punto.
15. El gran yogui cuya mente
está extinguida y que reposa en Brahman no tiene karma, pues ha alcanzado su
verdadera naturaleza.
16. Cuando la mente se recoge
de los objetos externos de los sentidos y contempla su propia forma refulgente,
eso es sabiduría verdadera.
17. Cuando la mente investiga
incesantemente su propia naturaleza, descubre que ella en sí misma no existe.
Este es el sendero directo para todos.
18. La mente es meramente
pensamientos. De todos los pensamientos, el pensamiento “yo” es la raíz. Por lo
tanto, la mente es sólo el pensamiento “yo”.
19. “¿De dónde surge este
yo?” Búscalo en tu interior; entonces se desvanece. Esta es la búsqueda de la
sabiduría.
20. En el mismo lugar donde
desaparece el “yo”, aparece, por sí mismo, un “Yo, Yo”. Este es el infinito
(purnam), el Ser omniabarcante.
21. Este es siempre el
verdadero significado del término “yo”. Pues no dejamos de existir siquiera en
el sueño más profundo, donde no existe el “yo” de vigilia.
22. El cuerpo, los sentidos,
la mente, la respiración vital (prana) y la ignorancia (avidya) son todos
insensibles, y no son pues lo real. Yo soy lo real (sat). No soy estas
envolturas.
23. Como no hay un segundo
ser que pueda conocer a Eso que existe, “Eso que existe” es lo único
consciente. Nosotros somos Eso.
24. Las criaturas y el
Creador son uno y lo mismo en el Ser. Sus diferencias son los grados de conocimiento y los demás
atributos.
25. Cuando la criatura se ve
y conoce a sí misma sin atributos, eso es conocimiento del Creador, pues el
Creador aparece como idéntico al Ser.
26. Conocer el Ser es ser el Ser,
pues no hay dos “yoes” separados. Este estado es morar simplemente como Eso.
27. Eso es el conocimiento
real que trasciende el conocimiento y la ignorancia. Allí no hay objeto por
conocer.
28. Cuando se conoce la
propia naturaleza verdadera, entonces hay Existencia sin principio ni fin. Esto
es Conciencia-Bienaventuranza ininterrumpida.
29. Permanecer en este estado
de Bienaventuranza suprema, dejando atrás todos los pensamientos de esclavitud
y liberación, es morar en el servicio del Supremo.
30. La realización de Eso que
subsiste cuando desaparece todo vestigio del “yo” es el mejor tapas (ejercicio
espiritual). Así canta Ramana, el Ser de todos.
A continuación, me gustaría
ofreceros “Los 40 versos sobre la Realidad”, La obra tamil se llama ULLADU
NARPADU, que significa «Cuarenta versos sobre Lo que Es». La traducción
sánscrita, SAT-DARSHANAM, es de Kavyakanta Ganapati Muni, y refleja
verdaderamente las palabras inmortales del divino Ramana. SAT-DARSHANAM es una
palabra compuesta: SAT significa existencia, lo Real, la Verdad, y DARSHANAM
significa su percepción; también significa la experiencia de los que moran en
SAT, o la VERDAD, siendo esa experiencia en este caso la de Bhagavan mismo.
Ramana dice que sólo la permanencia en el Sí mismo, el Corazón, es SAT-DARSHANAM.
Bhagavan Ramana nunca dejó
de señalar la necesidad de una indagación incesante y alerta en la fuente del
pensamiento «yo» o el ego. En esta
enseñanza el énfasis es puesto siempre en la práctica y en la experiencia.
SAT-DARSHANAM es inestimable, debido a que es una escritura orientada a la
práctica. Abre la puerta a la experimentación de la Realidad por uno mismo. Así
pues, SAT-DARSHANAM es un profundo deleite para los buscadores de la Verdad,
pues da la esencia de la sabiduría espiritual de un modo directo y fácilmente
comprensible.
Las sagradas palabras de
Ramana son pronunciamientos originales e independientes como las Upanishads,
basados en su experiencia directa, y su mensaje es para todos.
Puede decirse sin temor a
la contradicción que SAT-DARSHANAM es la más lúcida exposición de la naturaleza
del pensamiento «yo», del método de rastrearlo hasta su fuente y sumergirlo en
ella, de modo que la Verdad pueda brillar. Todas las falsas nociones que nublan
la comprensión de uno son eliminadas, y la atención es repetidamente dirigida a
la necesidad de profundizar en la propia fuente de uno. Ahí acaban todas las
contradicciones y cesan todas las dudas.
Los 40
versos sobre la Realidad
ORACIÓN
1. ¿Puede haber la sensación de «yo», sin eso que
existe,
siempre?
Libre de
pensamientos, existe, este ser interno, el
Corazón.
¿Cómo
conocer entonces eso que es más allá de la
mente?
Conocerlo es
morar, firmemente, en el Corazón.
2. El pensamiento «yo» es el primero en morir para
aquellos
que se han
refugiado del miedo de la muerte,
a los pies
del conquistador de la muerte.
En adelante
son, naturalmente inmortales.
¿Pueden ser
asaltados alguna vez de nuevo por el miedo de
la muerte?
EL TEXTO
1. Puesto que nosotros vemos el variopinto mundo,
una sola
fuente, con poderes ilimitados, ha de ser
aceptada.
El veedor,
lo visto, la pantalla sobre la que es
proyectado,
la luz,
son todos
sólo Él, el Uno.
2. Todas las religiones comienzan con la
existencia del
individuo,
el mundo y Dios.
Mientras
dure el ego éstos tres permanecerán
separados.
Morar, sin
ego, en el Sí mismo, es lo mejor.
3. ¿De qué utilidad son las disputas tales como
«el mundo es
real», «no, es un espejismo»,
«es energía
consciente»,
«no, es
materia», «es felicidad», «no, es sufrimiento»?
Morar en el
exaltado estado donde ni el
ego ni el
mundo existen, es aceptable
para todos.
4. Mientras uno piensa que tiene una forma, el
mundo
y Dios
también tienen formas.
Cuando uno
es el Sí mismo sin forma, ¿quién hay para
ver?
Ello mismo
es el Ojo, completo, sin límites.
5. El cuerpo está constituido de cinco envolturas.
El cuerpo y
el mundo co-existen.
¿Cómo puede
alguien ver el mundo, a menos que tenga
un cuerpo?
6. El mundo es en la forma de los cinco sentidos,
como
el sonido.
Estos
sentidos son conocidos a través de los cinco
órganos de
los sentidos.
Sólo la
mente percibe el mundo a través de estos
órganos de
los sentidos.
Por consiguiente,
el mundo es sólo la mente.
7. Aunque tanto la mente como el mundo surgen
y se
sumergen juntos, es la mente la que
ilumina al
mundo.
La fuente de
la que el mundo y la mente
surgen y en
la que se sumergen, es la
Realidad,
que no surge ni se sumerge.
8. La adoración de lo Supremo, bajo cualquier
nombre y bajo
cualquier
forma,
es una ayuda
para la visión de Ello.
Sin embargo,
la verdadera visión es sumergirse y morar en
la Realidad.
9. Cuando el individuo, para quien la dualidad y
la trinidad
existen,
es
rastreado, éstas se sueltan y caen.
Entonces
todo movimiento mental cesa para siempre.
10. ¿Puede haber conocimiento sin ignorancia?
¿Puede la
ignorancia existir sin el conocimiento?
Buscar la
fuente del individuo a quien
pertenecen,
y morar ahí,
es verdadero conocimiento.
11. ¿Puede el conocimiento de todo, sin el
conocimiento
del Sí
mismo, ser verdadero conocimiento?
El
conocimiento del Sí mismo, que es el soporte del
conocedor y
lo conocido,
destruye la
pareja de conocimiento e ignorancia.
12. Ni el sueño profundo ni la cognición de
los objetos es
conocimiento.
En el
verdadero estado, que es diferente de ambos,
no hay
ningún conocimiento de objetos;
sólo brilla
la consciencia.
Por tanto,
no es un vacío.
13. La consciencia, el Sí mismo, es Real.
La multitud
de las formas no pueden existir aparte de él.
¿Pueden los
diferentes ornamentos existir por sí mismos?
¿Acaso son
aparte del oro?
14. Sin el «yo» las personas segunda y
tercera
no pueden
existir.
Cuando el
«yo» se sumerge a través de la indagación sobre
su fuente,
las personas
segunda y tercera también desaparecen.
Nuestro
propio estado natural, brilla.
15. En su tiempo, tanto el pasado como el
futuro son sólo el
presente.
¿No es como
para reírse el que se discuta
acerca del
pasado y el futuro, sin darse cuenta del presente?
¿Puede uno
contar sin el número uno?
16. ¿Puede haber espacio, puede haber tiempo,
excepto para
mí?
El espacio y
el tiempo me atan, sólo si yo soy el cuerpo.
Yo no estoy
en ninguna parte, yo soy sin tiempo.
Yo existo
por todas partes y siempre.
17. Tanto el sabio como el ignorante
consideran al cuerpo como
«yo».
El ignorante
limita el «yo» al cuerpo.
Para el
sabio, el Sí mismo brilla en el corazón,
sin límites,
incluyendo el cuerpo y el mundo.
18. Para el ignorante y para el sabio, el
mundo existe.
El ignorante
considera que sólo el mundo es real.
Para el
sabio, la fuente sin forma de lo
visto, es
real, completa.
19. La controversia sobre si el destino es
más fuerte que
el libre
albedrío o viceversa,
es sólo para
aquellos que no conocen su propia fuente.
Aquellos que
conocen al individuo a quien
pertenecen
(el destino y el libre albedrío),
permanecen
intocados por ellos.
20. Ver a Dios como aparte del veedor, es
sólo una
imagen
mental,
puesto que
Dios no está separado del veedor.
Morar en el
equilibrio del Sí mismo
21. Las escrituras declaran «ve al Sí
mismo», «ve a Dios».
No es fácil
comprender estas ideas.
Puesto que
el Sí mismo es Uno no puede ser visto.
¿Cómo puede
uno ver a Dios? Sólo deviniendo
alimento
para Él.
22. Dios ilumina la mente y brilla dentro de
ella,
invisible.
¿Cómo
entonces puede uno conocer a Dios a través de la mente?
Sólo volver
la mente hacia adentro y fijarla en Él,
es tener Su
visión.
23. El cuerpo no dice «yo».
No hay nadie
que diga «yo» en el sueño profundo.
Cuando el
«yo» surge, todo surge.
Encuentra
con agudo intelecto, ¿de dónde viene este «yo»?
24. El cuerpo es insenciente, el Sí mismo no
surge.
Dentro del
límite del cuerpo un «yo» surge,
entre el
cuerpo y el Sí mismo. Es llamado
«ego», «nudo
de materia y espíritu», «esclavitud»,
«cuerpo
sutil», y «mente».
25. Nacido de formas, enraizado en formas,
alimentándose
de formas, siempre cambiando sus formas,
él mismo carente
de forma, este fantasma del ego
llega hasta
sus raíces con la indagación.
26. Con la emergencia del ego, todo emerge;
con su
submersión, todo se sumerge.
Por
consiguiente, el ego es todo.
Rastrear es
la vía a la victoria sobre todas las cosas.
27. El «yo» no surge en el estado real.
La búsqueda
de la fuente del «yo» lo disuelve.
¿De qué otro
modo puede uno alcanzar el supremo estado del
propio Sí
mismo de uno?
28. Descubrid la fuente real del ego,
explorando
dentro, con intelecto agudo,
regulando el
soplo, el habla y la mente.
Lo mismo que
uno haría para recuperar una cosa que ha
caído en un
pozo profundo.
29. Sólo indagar, silente y profundamente,
sobre la fuente
de la mente,
el «yo»,
es
auto-indagación.
Ideas como
«yo soy eso» o «yo no soy esto», son sólo ayudas.
30. El ego cae, abatido, cuando uno indaga
«¿Quién soy
yo?» y entra en el Corazón.
Entonces
otro, «yo—yo», late incesantemente, por sí mismo.
31. ¿Quién puede comprender el estado del
que ha
disuelto su ego y
está morando
siempre en el Sí mismo?
Para él,
sólo el Sí mismo es.
Para él,
¿qué queda por hacer?
32. Las escrituras afirman «Eso eres tú»,
sin indagar
y obtener
el Sí mismo
que brilla siempre, y permanecer como Eso.
Discutir una
y otra vez, interminablemente, se debe sólo a la
debilidad de
la mente.
33. Afirmaciones como «yo no me conozco a mí
mismo» o «yo
me conozco a
mí mismo», son motivos de risa.
¿Acaso hay
dos sí mismos, el veedor y lo visto?
La experiencia
de todos es que el Sí mismo es Uno.
34. En lugar de morar firmemente en el propio
Corazón de uno,
nuestro
verdadero estado,
disputar
sobre «real o irreal», «con forma o
sin forma»
—«muchos o uno»,
es estar
cegados por la ilusión.
35. Sólo la permanencia en Sí mismo es un
milagro.
Los otros
milagros son como sueños que duran hasta
el
despertar.
¿Pueden
aquellos que están firmemente arraigados en lo Real,
recaer en la
ilusión?
36. Mientras nosotros tenemos la idea de que
el cuerpo es el
Sí mismo,
el
pensamiento de que uno es el Sí mismo es útil para ser
Eso.
Pero cuando
uno es Eso, es tan fútil como un hombre que
repite «Yo
soy un hombre», «Yo soy un hombre».
37. Las teorías tales como la dualidad en la
sadhana y
el advaita sobre
la realización, no son verdaderas.
El décimo
hombre estuvo presente no sólo cuando se le
encontró,
sino también durante la búsqueda con
amorosa
preocupación.
38. Si uno siente que uno es el hacedor, uno
debe cosechar los
frutos de su
acción.
Si uno indaga
«¿quién es el hacedor?», y entra en el
Corazón, la
idea del hacedor terminará y
el triple karma
es destruido. En verdad, esto es liberación.
39. Los pensamientos de liberación sólo
están mientras uno
piensa que
está en esclavitud.
El Uno
obtiene el «yo» eternamente liberado por la
indagación
«¿para quién es la esclavitud?»
En adelante,
¿cómo pueden surgir pensamientos de
esclavitud y
liberación?
40. Algunos eruditos dicen que después de la
liberación la forma permanece.
Otros dicen
que las formas no perduran.
Sin embargo,
otros dicen que a veces las formas permanecen
y otras
veces se pierden.
Sólo la
pérdida del ego, que examina estos tres conceptos,
es la
verdadera Liberación.
41. Ramana
Maharshi ha compuesto esta obra pura, «Sat-Darshanam» en tamil. Esta escritura
sagrada y elevadora ha sido traducida al sánscrito por Vasista Ganapati Muni.
42. Las
palabras de Muni brillan, reflejando como un muro la dulce y divina voz de
Ramana, que da la esencia de la verdad fácilmente, y es un deleite para los
buscadores de la liberación.
Y para finalizar me gustaría ofreceros Autoindagación. La presente obra en prosa
consiste en cuarenta preguntas y respuestas que cubren todo el rango de
disciplinas espirituales requeridas para obtener la liberación (moksha). El que
pregunta fue Gambhiram Seshayya, uno de los primeros devotos de Bhagavan Sri
Ramana Maharshi. Era Supervisor Municipal en Tiruvannamalai en torno al año
1900. Además de ser un ardiente Ramabhakta (adorador de Rama), estaba
interesado en el estudio y práctica del Yoga. Solía leer las conferencias de
Swami Vivekananda sobre los diferentes yogas, así como también una traducción
inglesa del Rama-gita. Para resolver las dificultades que encontraba cuando
estudiaba estos libros y en sus prácticas espirituales, acudía a visitar a
Bhagavan Sri Ramana de vez en cuando. Bhagavan, que sólo tenía veintiún años de
edad, estaba viviendo entonces en la cueva de Virupaksha en la colina de
Arunachala. Como en aquel momento guardaba silencio, no debido a que hubiera
hecho algún voto, sino debido a que no se sentía inclinado a hablar, escribió
sus respuestas a las preguntas de Seshayya en pedazos de papel. Estos escritos,
que abarcan el periodo de 1900-1902, fueron copiados más tarde por Seshaya en
un libro de notas. El material recogido así fue publicado por el Sri
Ramanasramam bajo el título de Vichara-sangraham, que significa literalmente
«Un Compendio de Autoindagación». Un resumen de la enseñanza contenida en esta
obra se imprimió posteriormente en inglés con el título «Autoindagación». En
esa versión inglesa se omitieron las preguntas y se ofreció la sustancia de la
enseñanza de Bhagavan, clasificándola en doce capítulos cortos con sus
encabezamientos apropiados. La presente traducción inglesa es la del texto
original completo del Vichara-sangraham, tal como está en lengua tamil. El
Vichara-sangraham tiene un valor único en el sentido de que constituye el
primer conjunto de instrucciones dadas por Bhagavan de su propio puño y letra.
Un estudio cuidadoso de
las instrucciones dadas por Bhagavan aquí, revelará que se basan en su propia
experiencia plena, según lo confirman los textos sagrados que sometieron a su
atención los primeros devotos, y que él examinó con el propósito de aclarar las
dudas que surgían en la mente de éstos. En el transcurso de sus instrucciones,
Bhagavan hace uso de expresiones como «las escrituras declaran», «así dicen los
sabios», etc.; también cita pasajes de textos como la Bhagavad-gita y el
Vivekachudamani, y una vez hace alusión por su nombre al Ribhu-gita. Pero
resulta muy evidente que estas citas se ofrecen sólo como confirmaciones de la
verdad descubierta por Bhagavan mismo en su propia experiencia.
La enseñanza básica es la
del Vedanta Advaita. La experiencia plena del Sí mismo es la meta; la
indagación en la naturaleza del Sí mismo es el medio. Cuando la mente
identifica el Sí mismo con el no-sí mismo (el cuerpo, etc.), hay esclavitud;
cuando esta identificación falsa es eliminada a través de la indagación «¿Quién
soy yo?», hay liberación. Así pues, la Autoindagación es la vía directa
enseñada por Bhagavan Ramana. La experiencia «yo» es común a todas las
personas. De todos los pensamientos, el pensamiento «yo» es el primero que
surge. Lo que uno tiene que hacer es indagar la fuente del pensamiento «yo».
Éste es el proceso inverso de lo que acontece ordinariamente en la vida de la
mente. La mente indaga en la constitución y origen de todo, que, al someterse a
examen, se encontrará que es su propia proyección; no reflexiona sobre sí misma
ni sigue su propio rastro hasta su fuente. El descubrimiento del Sí mismo puede
ser obtenido dando a la mente un giro hacia adentro. Esto no ha de ser
confundido con la introspección de la que hablan los psicólogos. La Autoindagación
no es la inspección por parte de la mente de sus propios contenidos; es seguir
el rastro del primer modo de la mente, el pensamiento «yo», hasta su fuente,
que es el Sí mismo. Cuando hay indagación adecuada y persiste, el pensamiento
«yo» también cesa y hay la iluminación sin palabras de la forma «yo—yo», que es
la consciencia pura. Esto es liberación, la liberación de la esclavitud. El
método por el que se obtiene esto, como ya se ha mostrado, es la indagación,
que, en el Vedanta, se llama jnana, conocimiento. La devoción (bhakti), la
meditación (dhyana) y la concentración (yoga) son idénticas a él. Como Bhagavan
lo aclara perfectamente, no olvidar la experiencia plena del Sí mismo es la
devoción verdadera, el control mental, el conocimiento, y todas las demás
austeridades. En el lenguaje de la devoción, la meta final puede describirse
como la disolución de la mente en su fuente, que es Dios, el Sí mismo. En el
lenguaje del yoga técnico, puede describirse como la disolución de la mente en
el loto del Corazón. Éstos son sólo diferentes maneras de expresar la misma
verdad.
La vía de la
Autoindagación es encontrada difícil por aquellos que no han adquirido la
competencia necesaria para ello. La mente debe ser hecha primero pura y
concentrada. Esto se hace a través de la meditación. Así pues, las diferentes
vías, en su sentido secundario, son auxiliares a la vía directa, que es la
Autoindagación. En este contexto, Bhagavan se refiere a tres grados de
aspirantes: el más alto, el medio y el más bajo. Para el tipo más alto de
aspirantes, la vía prescrita es la indagación Vedanta; a través de esta vía, la
mente deviene quiescente en el Sí mismo y finalmente cesa de ser, dejando la
pura experiencia del Sí mismo sin mancha y resplandeciente. La vía para el
aspirante medio es la meditación en el Sí mismo; la meditación consiste en
dirigir un flujo continuo de la mente hacia el mismo objeto; hay diversos modos
de meditación; el mejor modo es el de la forma «Yo soy el Sí mismo»; este modo
culmina eventualmente en la realización del Sí mismo. Para el tipo de aspirante
más bajo, la disciplina que resulta útil es el control del soplo, que, a su
vez, resulta en el control de la mente.
Bhagavan explica así la
diferencia entre jnana-yoga (la vía del conocimiento) y dhyana-yoga (la vía de
la meditación): jnana es como amansar a un toro obstinado engatusándole con la
ayuda de un manojo de hierba fresca, mientras que dhyana es como controlarlo
usando la fuerza. Lo mismo que en el dhyana-yoga hay ocho divisiones, así
también hay ocho divisiones en el jnana-yoga. Las de este último están más
próximas a la etapa final que las del primero. Por ejemplo, mientras que el
pranayama del yoga técnico consiste en regular y contener el soplo, el
pranayama que pertenece al jnana consiste en rechazar el mundo de los nombres y
las formas, que es no real, y en realizar lo Real, que es
Existencia-Consciencia-Felicidad.
La realización del Sí
mismo puede ser obtenida en esta misma vida. De hecho, la Realización del Sí
mismo no es algo que haya que obtener como si fuera nuevo. Nosotros somos ya el
Sí mismo; sólo el Sí mismo es. Es la ignorancia la que nos hace imaginar que
nosotros no hemos realizado el Sí mismo. Cuando esta ignorancia es eliminada a
través del conocimiento del Sí mismo, nosotros realizamos nuestra eterna
Autonaturaleza. Al que ha obtenido esta realización se le llama un jivan-mukta
(liberado en vida). Para los demás, puede parecer que él continúa teniendo un
cuerpo. Se dice que para beneficio de esos otros, el cuerpo continuará mientras
dure el residuo del prarabdha-karma (ese karma del pasado que ha comenzado a
fructificar en la forma del cuerpo presente), y que cuando llegue el momento,
el cuerpo morirá y el jivan-mukta devendrá un videha-mukta. Pero desde el punto
de vista de la verdad absoluta no hay ninguna diferencia en mukti. Lo que hay
que comprender, es que mukti o liberación es la naturaleza inalienable del Sí
mismo.
INVOCACIÓN
¿Hay alguna
forma de adorar a lo Supremo, que es todo, excepto permaneciendo firmemente
como «eso»?
1 Discípulo:
¡Maestro!, ¿Cuál es el medio de obtener el estado de felicidad eterna, siempre
vacío de miseria?
Maestro:
Aparte de la afirmación del Veda de que dondequiera que hay cuerpo hay miseria,
ésta es también la experiencia directa de todas las gentes; por consiguiente,
uno debe indagar en la verdadera naturaleza de uno, que es siempre sin cuerpo,
y debe permanecer como tal. Éste es el medio de obtener ese estado.
2 D: ¿Qué se
entiende al decir que uno debe indagar en la verdadera naturaleza de uno y comprenderla?
M:
Experiencias tales como «Yo fui; yo vine; yo era; yo hice» vienen naturalmente
a todos. ¿No es evidente, por estas experiencias, que la consciencia «yo» es el
sujeto de esos diferentes actos? Indagar en la verdadera naturaleza de esa
consciencia, y permanecer como uno mismo, es la manera de comprender, a través
de la indagación, la verdadera naturaleza de uno.
3 D: ¿Cómo
ha de indagar uno «¿Quién soy yo?»?
M: Las
acciones tales como «ir» y «venir» pertenecen solo al cuerpo. Y así, cuando uno
dice «Yo fui, yo vine», eso equivale a decir que el cuerpo es «yo». ¿Pero,
puede decirse que el cuerpo es la consciencia «yo», puesto que el cuerpo no era
antes de nacer, está hecho de los cinco elementos, es no existente en el estado
de sueño profundo, y deviene un cadáver cuando muere? ¿Puede decirse que este
cuerpo que es inerte como un tronco de madera brilla como «yo—yo»? Por
consiguiente, a la consciencia «yo» que surge primero respecto al cuerpo, se la
llama diversamente como auto-orgullo (tarbodham), egoidad (ahankara),
nesciencia (avidya), maya, impureza (mala) y alma individual (jiva). ¿Podemos
nosotros permanecer sin indagar sobre esto? ¿No es para nuestra redención a
través de la indagación por lo que todas las escrituras declaran que la destrucción
del «auto-orgullo» es la liberación (mukti)? Por consiguiente, haciendo que el
cuerpo-cadáver permanezca como un cadáver, y sin pronunciar siquiera la palabra
«yo», uno debe indagar agudamente así: «¿Qué es lo que surge como “yo”?».
Entonces, brillará en el Corazón una suerte de iluminación sin palabras, en la
forma «yo—yo». Es decir, brillará por sí misma la consciencia pura, que es
ilimitada y una, una vez desaparecidos los pensamientos limitados y múltiples.
Si uno permanece quiescente sin abandonar esa (experiencia), serán totalmente
destruidos la egoidad, el sentido individual en la forma «yo soy el cuerpo», y
finalmente, el pensamiento final, es decir, la forma «yo», también será
extinguida como el fuego que quema el alcanfor*. Los grandes sabios y las
escrituras declaran que sólo esto es la liberación.
4 D: Cuando
uno indaga en la raíz del «auto-orgullo», que es en la forma de «yo», parecen
surgir toda suerte de innumerables pensamientos diferentes; y ningún
pensamiento «yo» separado.
M: Aparezca
o no el caso nominativo, que es el primer caso, las frases en las que aparecen
los otros casos tienen como su base el primer caso. Similarmente, todos los
pensamientos que aparecen en el corazón tienen como su base la egoidad, que es
el primer modo mental «yo», la cognición de la forma «yo soy el cuerpo»; así
pues, el surgimiento de la egoidad es la causa y la fuente del surgimiento de
todos los demás pensamientos; por consiguiente, si se destruye el auto-orgullo
en la forma de la egoidad, que es la raíz del árbol ilusorio del samsara
(esclavitud que consiste en la transmigración), todos los demás pensamientos
perecerán completamente como un árbol arrancado. Surjan los pensamientos que
surjan como obstáculos a la sadhana (disciplina espiritual) de uno, no debe
permitirse que la mente vaya en su dirección, sino que debe hacerse que
permanezca en el propio sí mismo de uno, que es el Atman; uno debe permanecer
como presenciador de todo lo que acontece, adoptando la actitud: «¡Cualesquiera
cosas extrañas que acontezcan, qué acontezcan; veamos!» Ésta debe ser la
práctica de uno. En otras palabras, uno no debe identificarse con las
apariencias; uno no debe abandonar el propio sí mismo de uno. Éste es el medio
adecuado para la destrucción de la mente (manonasa), que es de la naturaleza de
ver el cuerpo como el sí mismo, y que es la causa de todos los obstáculos ya
mencionados. Este método, que destruye fácilmente la egoidad, merece ser
llamado devoción (bhakti), meditación (dhyana), concentración (yoga) y
conocimiento (jnana). Debido a que Dios permanece de la naturaleza del Sí
mismo, brillando como «yo» en el corazón, y debido a que las escrituras
declaran que el pensamiento mismo es esclavitud, debido a esto, la mejor
disciplina es permanecer quiescente sin olvidar-Le nunca a Él (Dios, el Sí
mismo), después de disolver en Él la mente, que es de la forma del pensamiento
«yo», sin importar a través de qué medios. Ésta es la enseñanza concluyente de
las escrituras.
5 D: ¿Es la
indagación el único medio para la eliminación de la falsa creencia de la sí
mismidad en el cuerpo grosero, o es también el medio para la eliminación de la
falsa creencia de la sí mismidad en los cuerpos sutil y causal?
M: Es en el
cuerpo grosero donde subsisten los otros cuerpos. En la falsa creencia en la
forma «yo soy el cuerpo» están incluidos los tres cuerpos, que consisten en las
cinco envolturas. Y la destrucción de la falsa creencia de la sí mismidad en el
cuerpo grosero, es, ella misma, la destrucción de la falsa creencia de la sí
mismidad en los otros cuerpos. Así pues, la indagación es el medio para la
eliminación de la falsa creencia de la sí mismidad en los tres cuerpos.
6 D: Puesto
que hay diferentes modificaciones del órgano interno, a saber, manas
(reflexión), buddhi (intelecto), chitta (memoria) y ahankara (egoidad), ¿cómo
puede decirse que sólo la destrucción de la mente es liberación?
M: En los
libros que explican la naturaleza de la mente, se afirma esto: «La mente está
formada por la concreción de la porción sutil del alimento que comemos; crece
con las pasiones tales como el apego y la aversión, el deseo y la cólera;
siendo el agregado de la mente, el intelecto, la memoria y la egoidad, recibe
el nombre colectivo singular de “mente”; las características que asume son el
pensamiento, la determinación, etc.; puesto que es un objeto de la consciencia
(el sí mismo), es lo que se ve, y es inerte; aunque es inerte, parece como si
fuera consciente debido a la asociación con la consciencia (como una bola de
hierro al rojo); es limitada, no-eterna, partida y cambiante como la cera, el
oro, la llama, etc.; es de la naturaleza de todos los elementos (de la
existencia fenoménica); su lugar es el loto del corazón, lo mismo que los
lugares de los sentidos de la vista, etc., son los ojos, etc.; es el adjunto
del alma individual, que piensa en un objeto, se transforma a sí misma en un
modo, y junto con el conocimiento que está en el cerebro, fluye a través de los
cinco canales de los sentidos, se une a los objetos por medio del cerebro (que
está asociado con el conocimiento), y así conoce y experimenta los objetos y
obtiene la satisfacción. Esa sustancia es la mente».
Lo mismo que
a una y la misma persona se le llama por diferentes nombres según las diversas
funciones que desempeña, así también una y la misma mente es llamada por
diferentes nombres: mente, intelecto, memoria y egoidad, como consecuencia de
la diferencia en sus modos —y no debido a ninguna diferencia real. La mente
misma es la forma de todo, es decir, del alma, de Dios y del mundo; cuando
deviene de la forma del Sí mismo, a través del conocimiento, hay liberación, la
cual es de la naturaleza del Brahman: ésta es la enseñanza.
7 D: Si
estos cuatro —mente, intelecto, memoria y egoidad— son uno y lo mismo, ¿por qué
se mencionan para ellos ubicaciones separadas?
M: Es cierto
que se afirma que la garganta es la ubicación de la mente, el rostro o el
corazón la del intelecto, el ombligo la de la memoria y el corazón o sarvanga
la de la egoidad; aunque se les diferencie así, sin embargo, para el agregado
de éstos, que es la mente u órgano interno, la ubicación es sólo el corazón.
Esto se declara concluyentemente en las escrituras.
8 D: ¿Por
qué se dice que sólo la mente, que es el órgano interno, brilla como la forma
de todo, es decir, del alma, de Dios y del mundo?
M: Como
instrumentos para el conocimiento de los objetos, los órganos de los sentidos
están fuera, y por eso son llamados sentidos externos; y la mente es llamada
sentido interno porque está dentro. Pero la distinción entre interno y externo
es solo con referencia al cuerpo; en verdad, no hay ni interno ni externo. La
naturaleza de la mente es permanecer pura como el éter. Lo que se conoce como
el corazón o la mente, es la colocación de los elementos (de la existencia
fenoménica) que aparecen como internos y externos. Así pues, no hay ninguna
duda de que todos los fenómenos, que consisten en nombres y formas, son solo de
la naturaleza de la mente. Todos los que aparecen fuera, están en realidad
dentro y no fuera; para enseñar esto, en los Vedas también se ha descrito todo
como de la naturaleza del corazón. Lo que se llama el corazón, no es otro que
el Brahman.
9 D: ¿Cómo
puede decirse que el corazón no es otro que el Brahman?
M: Aunque el
sí mismo goza sus experiencias en los estados de vigilia, de sueño con sueños y
de sueño profundo, que residen respectivamente en los ojos, la garganta y el
corazón, sin embargo, no deja nunca su sede principal, el corazón. En el loto
del corazón, que es de la naturaleza de todo, o, en otras palabras, en el éter
de la mente, brilla la luz de ese sí mismo en la forma «yo». Como brilla así en
todos, a este sí mismo se le llama el presenciador (sakshi) y lo trascendente
(turiya, literalmente el cuarto). El supremo Brahman sin «yo», que brilla en
todos los cuerpos como interior a la luz en la forma «yo», es el Sí mismo-éter
(o Conocimiento-éter): sólo esto es la Realidad absoluta. Esto es lo
super-trascendente (turiyatita). Por consiguiente, se afirma que lo que se
llama el corazón no es otro que el Brahman. Además, por la razón de que el
Brahman brilla en los corazones de todas las almas como el Sí mismo, al Brahman
se le da el nombre de «Corazón»*. El significado de la palabra hridayam, cuando
se divide así, «hrit-ayam», es, en realidad, Brahman. La evidencia adecuada del
hecho de que ese Brahman, que brilla como el sí mismo, reside en los corazones
de todos, es que todas las gentes se indican a sí mismas señalándose el pecho
al decir «yo».
10 D: Si el
universo entero es en la forma de la mente, ¿no se sigue entonces que el
universo es una ilusión? Si ese es el caso, ¿por qué la creación del universo
es mencionada en el Veda?
M: No hay
ninguna duda de que el universo es una mera ilusión. El propósito principal del
Veda es hacer conocer al verdadero Brahman, después de mostrar que el universo
aparente es falso. Con este propósito los Vedas admiten la creación del mundo y
no por ninguna otra razón. Además, a las personas menos cualificadas se les
enseña la creación, a saber, la evolución en fases de prakriti (naturaleza
primordial), mahat-tattva (el gran intelecto), los tanmatras (las esencias
sutiles), los bhutas (los elementos groseros), el mundo, el cuerpo, etc., desde
el Brahman; mientras que a los más cualificados se les enseña la creación
simultánea, es decir, que este mundo surge como un sueño debido a los propios
pensamientos de uno inducidos por el defecto de no conocerse a uno mismo como
el Sí mismo. Así pues, por el hecho de que la creación del mundo ha sido
descrita de diferentes maneras, es evidente que el propósito de los Vedas está
sólo en enseñar la verdadera naturaleza del Brahman, después de mostrar de una
manera u otra la naturaleza ilusoria del universo. Que el mundo es ilusorio,
todos pueden saberlo directamente en el estado de realización que es en la
forma de experiencia de la propia naturaleza-felicidad de uno.
11 D: ¿Es
posible la experiencia del Sí mismo para la mente, cuya naturaleza es cambio
constante?
M: Puesto
que el guna-sattva (el constituyente de prakriti que inclina a la pureza, a la
inteligencia, etc.) es la naturaleza de la mente, y puesto que la mente es pura
e impoluta como el éter, lo que se llama mente es, en verdad, de la naturaleza
del conocimiento. Cuando está en ese estado natural (es decir, puro), ni
siquiera tiene el nombre de «mente». Es sólo el conocimiento erróneo, que
confunde uno con otro, lo que se llama mente. Lo que era (originalmente) la
pura mente sattva, de la naturaleza del puro conocimiento, olvida su
naturaleza-conocimiento debido a la nesciencia, se transforma en el mundo bajo
la influencia del guna-tamas (es decir, el constituyente de prakriti que
inclina al torpor, la inercia, etc.), está bajo la influencia del guna-rajas
(es decir, el constituyente de prakriti que inclina a la actividad, las
pasiones, etc.), imagina «soy el cuerpo, etc.; el mundo es real», adquiere el
consecuente mérito y demérito a través del apego, la aversión, etc., y a través
de las impresiones residuales (vasanas) de esto, padece el nacimiento y la
muerte. Pero la mente que se ha deshecho de su contaminación (pecado) a través
de la acción sin apego cumplida en muchas vidas pasadas, escucha la enseñanza
de la escritura de un verdadero guru, reflexiona sobre su significado y medita
para obtener el estado natural del modo mental de la forma del Sí mismo, es
decir, de la forma «Yo soy el Brahman», que es el resultado de la contemplación
continuada del Brahman. Así será eliminada la transformación de la mente en el
mundo bajo el aspecto del guna tamas, y su errancia en él, bajo el aspecto del
guna rajas. Cuando esta eliminación tiene lugar, la mente deviene sutil e
inmutable. Sólo por la mente que es impura y que está bajo la influencia de
rajas y tamas, la Realidad (es decir, el Sí mismo), que es muy sutil y sin
cambio, no puede ser experimentada; lo mismo que una pieza de tela de seda fina
no puede ser cosida con una barra pesada, o como los detalles de objetos
sutiles no pueden ser distinguidos por la luz de la llama de una lámpara que
parpadea en el viento. Pero en la mente pura que se ha vuelto sutil e inmutable
por la meditación descrita arriba, la felicidad del Sí mismo (es decir, el
Brahman) deviene manifiesta. Como sin mente no puede haber experiencia, a la
mente purificada, dotada con el modo extremadamente sutil (vritti), le es
posible experimentar la felicidad del Sí mismo, permaneciendo en esa forma (es
decir, en la forma del Brahman). Entonces, se experimenta claramente que el sí
mismo de uno es de la naturaleza del Brahman.
12 D: ¿Es
posible la antedicha experiencia del Sí mismo, incluso en el estado de la
experiencia empírica, para la mente que tiene que cumplir funciones de acuerdo
con su prarabdha (el karma pasado que ha comenzado a fructificar)?
M: Un
brahmín puede representar diversos papeles en un drama; sin embargo, el
pensamiento de que es un brahmín no deja su mente. Similarmente, cuando uno
está ocupado en diversos actos empíricos, debe estar con la firme convicción
«Soy el Sí mismo», sin permitir que surja la idea falsa «Yo soy el cuerpo,
etc.» Si la mente se desvía de su estado, entonces, inmediatamente, uno debe
indagar, «¡Oh, oh!; ¡Nosotros no somos el cuerpo etc.! ¿Quién somos?» y así uno
debe reinstalar la mente en ese estado (puro). La indagación «¿Quién soy yo?»
es el medio principal para la eliminación de toda la miseria y para la
obtención de la felicidad suprema. Cuando, de esta manera, la mente deviene
quiescente en su propio estado, la experiencia del Sí mismo surge por sí sola
sin ningún obstáculo. En adelante, los placeres y sufrimientos sensoriales no
afectarán a la mente. Todos (los fenómenos) aparecerán entonces, sin apego,
como un sueño. No olvidar nunca la propia experiencia plena del Sí mismo es la
verdadera bhakti (devoción), el verdadero yoga (control de la mente), el
verdadero jnana (conocimiento) y todas las demás austeridades. Así dicen los
sabios.
13 D: Cuando
hay actividad en relación a las obras, nosotros no somos ni los hacedores de
esas obras ni sus gozadores. La actividad es de los tres instrumentos (es
decir, la mente, el habla y el cuerpo). ¿Podemos permanecer (desapegados)
pensando así?
M: Después
de que a la mente se la ha hecho permanecer en el Sí mismo, que es su Deidad, y
de que se ha hecho indiferente a los asuntos empíricos debido a que no se aleja
del Sí mismo, ¿cómo puede la mente pensar como se menciona arriba? ¿No
constituyen tales pensamientos la esclavitud? Cuando surgen tales pensamientos
debido a las impresiones residuales (vasanas), uno debe impedir a la mente que
fluya de esa manera, esforzándose para retenerla en el estado del Sí mismo, y
haciendo que se vuelva indiferente a los asuntos empíricos. Uno no debe dar
cabida en la mente a pensamientos tales como: «¿Es esto bueno? o, ¿Es eso
bueno? ¿Puede hacerse esto? o, ¿Puede hacerse eso?» Uno debe estar vigilante
incluso antes de que tales pensamientos surjan, y hacer que la mente permanezca
en su estado original. Si se le da la más mínima oportunidad, esa mente
(perturbada) nos hará daño mientras se presenta como nuestro amigo; como el
enemigo que parece ser un amigo, ella nos hará caer. ¿Acaso no surgen tales
pensamientos, y causan un mal cada vez mayor, porque uno olvida su propio Sí
mismo? Aunque es verdadero que pensar a través de la discriminación, «yo no
hago nada; todas las acciones son cumplidas por los instrumentos», es un medio
de impedir que la mente fluya por los pensamientos vasanas, ¿no se sigue
también que sólo si la mente fluye por los pensamientos vasanas debe ser
contenida a través de la discriminación como se ha afirmado antes? ¿Puede la
mente que permanece en el estado del Sí mismo, pensar como «yo», y como «yo
actúo empíricamente de tal y tal manera?» Por todos los medios posibles uno
debe esforzarse gradualmente para no olvidar el propio Sí mismo (verdadero) de
uno, que es Dios. Si se obtiene eso, todo estará cumplido. La mente no debe ser
dirigida a ningún otro asunto. Aunque uno pueda desempeñar, como una persona
insensata, las acciones que son el resultado del prarabdha-karma, uno debe
mantener la mente en el estado del Sí mismo sin dejar que surja el pensamiento
«yo hago». ¿No han cumplido innumerables bhaktas (devotos) sus numerosas
funciones empíricas con una actitud de indiferencia?
14 D: ¿Cuál
es el verdadero propósito de sannyasa (renunciación)?
M: Sannyasa
es sólo la renuncia al pensamiento «yo», y no el rechazo de los objetos
externos. El que ha renunciado así (al pensamiento «yo») permanece el mismo, ya
esté sólo, o en medio del extenso samsara (mundo empírico). Lo mismo que cuando
la mente está concentrada en algún objeto, no observa otras cosas, aunque
puedan estar próximas, así también, aunque el sabio pueda hacer numerosos actos
empíricos, en realidad no hace nada, porque hace que la mente repose en el Sí
mismo sin dejar que surja el pensamiento «yo». Lo mismo que en un sueño puede
parecer que uno cae cabeza abajo, aunque en realidad uno está inmóvil, así
también la persona ignorante, es decir, la persona para quien el pensamiento
«yo» no ha cesado, aunque permanezca sola en meditación constante, es de hecho
el que hace todas las acciones empíricas*. Así han dicho los sabios.
15 D: La
mente, los órganos de los sentidos, etc., tienen la facultad de percibir; ¿Por
qué, entonces, son considerados como objetos percibidos?
M:
M:
Drik
(Conocedor)
Drisya
(Objeto
conocido)
1 El
veedor
Vasija (es
decir, el objeto visto)
Además,
2. El
órgano del ojo
Cuerpo,
Vasija, etc.
3. El
sentido de la vista
El órgano
del ojo
4. La
mente
El sentido
de la vista
5. El
alma individual
La mente
6. Consciencia
(el Sí mismo)
El alma
individual
Como se
muestra en este esquema, puesto que nosotros, la consciencia, conocemos todos
los objetos, se dice que nosotros somos drik (el conocedor). Las categorías que
acaban en la vasija, son los objetos vistos, puesto que son lo que se conoce.
En la tabla de «conocimiento: ignorancia (es decir, conocedor-conocido)» dada
aquí, entre los conocedores y los objetos del conocimiento, se ve que uno es
conocedor en relación a otro; sin embargo, puesto que uno es objeto en relación
a otro, ninguna de esas categorías es, en realidad, el conocedor. Aunque
nosotros decimos que somos el «conocedor» porque conocemos todo, y no lo
«conocido» porque nosotros no somos conocidos por nada más, se dice que
nosotros somos el «conocedor» sólo en relación a los objetos conocidos. Sin
embargo, en verdad, lo que se llama lo «conocido» no es aparte de nosotros. Y
así nosotros somos la Realidad que trasciende a esos dos (el conocedor y lo
conocido). Todas las demás entran dentro de las categorías de
conocedor-conocido.
16 D: ¿Cómo
han de ser identificados la egoidad, el alma, el sí mismo y el Brahman?
M:
El ejemplo
Lo
ejemplificado
1. La bola
de hierro
La egoidad
2. La bola
de hierro al rojo
El alma, que
aparece como una sobreimposición sobre el Sí mismo
3. El fuego
que está en la bola de
hierro al
rojo
La luz de la
consciencia, es decir, el Brahman inmutable, que brilla en el alma de todos
4. La llama
de fuego que queda
El Brahman
omnipenetrante que queda como uno
Por estos
ejemplos, estará claro cómo han de ser identificados la egoidad, el alma, el
presenciador y el Omnipresenciador.
Lo mismo que
en la bola de cera de un herrero están incluidas numerosas y variadas partículas
de metal y todas ellas parecen ser una misma bola de cera, así también en el
sueño profundo, los cuerpos grosero y sutil de todas las almas individuales
están incluidos en la maya cósmica, que es nesciencia, de la naturaleza de la
oscuridad profunda; y puesto que las almas están disueltas en el Sí mismo
deviniendo uno con él, ven por todas partes sólo oscuridad. De la oscuridad del
sueño profundo surge el cuerpo sutil, es decir, la egoidad, y de esa egoidad
surge el cuerpo grosero. Cuando surge la egoidad, aparece sobreimpuesta sobre
la naturaleza del Sí mismo, como la bola de hierro al rojo. Así pues, sin el
alma (jiva), que es la mente o la egoidad, que está unida a la luz de la
Consciencia, no hay ningún presenciador del alma, es decir, el Sí mismo, y sin
el Sí mismo no hay ningún Brahman, que es el Omnipresenciador. Lo mismo que
cuando la bola de hierro al rojo es trabajada en diversas formas por el
herrero, el fuego que hay en ella no cambia por eso de ninguna manera, así
también el alma puede estar envuelta en muchas experiencias y sometida a
placeres y sufrimientos, y, sin embargo, la luz del Sí mismo que está en ella
no cambia por eso en lo más mínimo, y, como el éter, es el puro conocimiento
omnipenetrante que es uno, y brilla en el corazón como el Brahman.
17 D: ¿Cómo
sabe uno que en el corazón brilla el Sí mismo como el Brahman?
M: Lo mismo
que se sabe que el éter elemental dentro de la llama de una lámpara llena sin
ninguna diferencia y sin ningún límite tanto el interior como el exterior de la
llama, así también el éter del conocimiento que está dentro de la luz del Sí
mismo en el corazón, llena sin ninguna diferencia y sin ningún límite tanto el
interior como el exterior de esa luz del Sí mismo. Esto es lo que se conoce
como el Brahman.
18 D: ¿Cómo
aparecen en la luz del Sí mismo, que es una, indivisible y autoluminosa, los
tres estados de experiencia, los tres cuerpos, etc.? Y si aparecen, ¿cómo sabe
uno que sólo el Sí mismo permanece siempre inmutable?
M:
El Ejemplo
Lo
Ejemplificado
(1) La lámpara
El Sí mismo
(2) La
puerta
El sueño
profundo
(3) El
umbral de la puerta
Mahat-tattva
(4) El muro
interior
La
nesciencia o cuerpo causal
(5) El
espejo
La egoidad
(6) Las
ventanas
Los cinco
órganos de los sentidos cognoscitivos
(7) La
cámara interior
El sueño
profundo en el que el cuerpo causal está manifiesto
(8) La
cámara media
El sueño con
sueños en el que el cuerpo sutil está manifiesto
(9) El patio
exterior
El estado de
vigilia en el que el cuerpo grosero está manifiesto
El Sí mismo,
que es la lámpara (1), brilla por sí mismo en la cámara interior, es decir, el
cuerpo causal (7), que está dotado de nesciencia, como el muro interior (4), y
el sueño profundo, como la puerta (2); cuando, por el principio vital,
condicionado por el tiempo, el karma, etc., se abre la puerta del sueño
profundo, hay un reflejo del Sí mismo en el espejo de la egoidad (5), que está
colocado cerca del umbral de la puerta —Mahat-tattva; el espejo de la egoidad
ilumina así la cámara media, es decir, el estado de sueño con sueños (8), y, a
través de las ventanas, que son los cinco órganos de los sentidos cognoscitivos
(6), el patio exterior, es decir, el estado de vigilia (9). Cuando, nuevamente,
por el principio vital condicionado por el tiempo, el karma, etc., se cierra la
puerta del sueño profundo, cesa la egoidad junto a los estados de vigilia y de
sueño con sueños, y sólo el Sí mismo brilla siempre. El ejemplo que acabamos de
dar explica cómo el Sí mismo es inmutable, cómo hay diferencia entre el Sí
mismo y la egoidad, y cómo aparecen los tres estados de experiencia, los tres
cuerpos, etc.
19 D: Aunque
he escuchado la explicación de las características de la indagación con gran
detalle, mi mente no ha obtenido ni siquiera un poco de paz. ¿Cual es la razón
de esto?
20 D: ¿Cuál
es la razón de la ausencia de fuerza mental?
M: Los
medios que le hacen a uno cualificado para la indagación son la meditación, el
yoga, etc. Uno debe obtener la pericia en éstos a través de la práctica
gradual, y asegurar así una corriente de modos mentales que es natural y útil.
Cuando la mente que tiene esta manera deviene madura y escucha la presente
indagación, realiza de inmediato su verdadera naturaleza, que es el Sí mismo, y
permanece en perfecta paz, sin desviarse de ese estado. Para una mente que no
ha devenido madura, la realización inmediata y la paz son difíciles de obtener
a través de la escucha de la indagación. No obstante, si uno practica los
medios para el control de la mente por algún tiempo, finalmente puede ser
obtenida la paz de la mente.
21 D: De los
medios para el control de la mente, ¿cuál es el más importante?
M: El
control del soplo es el medio para el control de la mente
22 D: ¿Cómo
ha de controlarse el soplo?
M: El soplo
puede ser controlado ya sea por la retención absoluta del soplo
(kevala-kumbhaka), o por la regulación del soplo (pranayama).
23 D: ¿Qué
es la retención absoluta del soplo?
M: Es hacer
que el aire vital permanezca firmemente en el corazón sin exhalación ni
inhalación. Esto se obtiene a través de la meditación en el principio vital,
etc.
24 D: ¿Qué
es la regulación del soplo?
M: Es hacer
que el aire vital permanezca firmemente en el corazón a través de la
exhalación, la inhalación y la retención, según las instrucciones dadas en los
textos del yoga.
25 D: ¿Cómo
es el control del soplo el medio para el control de la mente?
M: No hay
ninguna duda de que el control del soplo es el medio para el control de la
mente, porque la mente, como el soplo, es una parte del aire, debido a que la
naturaleza de la movilidad es común en ambos, debido a que el lugar de origen
es el mismo para ambos, y debido a que cuando uno de ellos es controlado, el
otro deviene igualmente controlado.
26 D: Puesto
que el control del soplo conduce sólo a la quiescencia de la mente (manolaya) y
no a su destrucción (manonasa), ¿cómo puede decirse que el control del soplo es
el medio para indagar que tiene como meta la destrucción de la mente?
M: Las
escrituras enseñan los medios de obtener la realización del Sí mismo de dos
maneras —por medio del yoga de ocho miembros (ashtanga-yoga), y por medio del
conocimiento de ocho miembros (ashtanga-jnana). Por la regulación del soplo
(pranayama) o por su absoluta retención (kevala-kumbhaka), que es uno de los
miembros del yoga, la mente deviene controlada. Sin dejar la mente en eso, si
uno practica disciplinas más avanzadas tales como la retirada de la mente de
los objetos externos (pratyahara), entonces, finalmente, se obtendrá sin duda
la realización del Sí mismo, que es el fruto de la indagación.
27 D:
¿Cuáles son los miembros del yoga?
M: Yama,
niyama, asana, pranayama, pratyahara, dharana, dhyana y samadhi. De éstos:
(1) Yama: se
refiere al cultivo de los principios de buena conducta tales como la
no-violencia (ahimsa), la verdad (satya), el no-robar (asteya), el celibato
(brahmacharya) y la no-posesión (apari-graha).
(2) Niyama:
se refiere a la observancia de reglas de buena conducta tales como la pureza
(saucha), el contento (santosha), la austeridad (tapas), el estudio de los
textos sagrados (svadhyaya) y la devoción a Dios (Isvara-pranidhana)*.
(3) Asana:
De las diferentes posturas, ochenta y cuatro son las principales. De éstas,
nuevamente, cuatro, a saber, simha, bhadra, padma, y siddha** se consideran
excelentes. De éstas, también, se considera que solo siddha es la más
excelente. Así lo declaran los textos del yoga.
(4)
Pranayama: De acuerdo a las medidas prescritas en los textos sagrados, exhalar
el aire vital es rechaka, inhalar es puraka, y retenerlo en el corazón es
kumbhaka. En lo que respecta a la «medida», algunos textos dicen que rechaka y
puraka deben ser iguales en medida, y kumbhaka dos veces esa medida, mientras
que otros textos señalan que si rechaka es la medida de uno, puraka debe ser la
medida de dos, y kumbhaka de cuatro. Por «medida» se entiende el tiempo que se
tarda en recitar una vez la Gayatrimantra. Así pues, el pranayama, que consiste
en rechaka, puraka y kumbhaka debe ser practicado a diario de acuerdo a la
propia capacidad, lenta y gradualmente. Entonces surge en la mente un deseo de
reposar en la felicidad sin movimiento. Después de esto, uno debe practicar el
pratyahara.
(5)
Pratyahara: Consiste en regular la mente impidiéndola fluir hacia los nombres y
formas externos. La mente, que hasta entonces había estado distraída, ahora
deviene controlada. Las ayudas en lo que a esto respecta, son (1) meditación en
el pranava, (2) fijar la atención entre las cejas, (3) mirar la punta de la
nariz y (4) reflexionar en el nada. La mente que ha devenido concentrada de
esta manera, será apta para permanecer en un sólo punto. Después de esto, debe
practicarse el dharana.
(6) Dharana:
Esto es fijar la mente en un lugar que sea apto para la meditación. Los lugares
que son eminentemente aptos para la meditación son el corazón y el
Brahma-randhra (abertura en la coronilla de la cabeza). Uno debe pensar que en
medio del loto de ocho pétalos*** que hay en este lugar, brilla como una llama,
la Deidad que es el Sí mismo, es decir, el Brahman, y hay que fijar la mente en
él. Después de esto, uno debe meditar.
(7) Dhyana:
Ésta es la meditación, a través del pensamiento «Yo soy Él», de que uno no es
diferente de la naturaleza de la antedicha llama. Si en este momento uno hace
la indagación «¿Quién soy yo?», entonces, tal como lo declaran las escrituras,
«El Brahman que está por todas partes brilla en el corazón como el Sí mismo,
que es el presenciador del intelecto»; uno realiza que es el Sí mismo Divino el
que brilla en el corazón como «yo—yo». Este modo de reflexión es la mejor
meditación.
(8) Samadhi:
Como un resultado de la fruición de la antedicha meditación, la mente se
disuelve en el objeto de meditación sin albergar las ideas «Soy fulano de tal;
yo estoy haciendo esto y esto». Este estado sutil en que incluso el pensamiento
«yo—yo» desaparece, es el samadhi. Si uno practica esto todos los días,
procurando que no sobrevenga el sueño profundo, Dios le conferirá a uno pronto
el estado supremo de la quiescencia de la mente.
28 D: ¿Cuál
es el propósito de la enseñanza de que en pratyahara uno debe meditar en el
pranava?
M: El
propósito de prescribir la meditación en el pranava es éste. El pranava es
Omkara, que consiste en tres matras y medio, a saber, a, u, m, y ardha-matra.
De éstos, a representa el estado de vigilia, Visva-jiva, y el cuerpo grosero; u
representa el estado de sueño con sueños, Taijasa-jiva, y el cuerpo sutil; m
representa el estado de sueño profundo, Prajnajiva y el cuerpo causal; el
ardha-matra representa el Turiya, que es el sí mismo o la naturaleza «yo»; y lo
que está más allá de eso es el estado de Turiyatita, o pura Felicidad. En la
sección sobre meditación (dhyana) se hacía alusión al cuarto estado, que es el
estado de la naturaleza «yo»: éste se ha descrito diversamente —como de la
naturaleza de amatra, que incluye los tres matras, a, u y m; como maunakshara
(sílaba silenciosa); como ajapa (como musitación sin musitación) y como el
Advaita-mantra, que es la esencia de todos los mantras, tales como el
panchakshara. Para descubrir esta significación verdadera, uno debe meditar
sobre el pranava. Ésta es la meditación que es de la naturaleza de la devoción,
consistente en la reflexión sobre la verdad del Sí mismo. La fruición de este
proceso es el samadhi, que otorga la liberación y que es el estado de felicidad
insuperable. Los venerables Gurus han dicho también que la liberación sólo se
puede obtener por la devoción que es de la naturaleza de la reflexión sobre la
verdad del Sí mismo.
29 D: ¿Cuál
es el propósito de la enseñanza de que uno debe meditar, a través del
pensamiento «Yo soy Él», sobre la verdad de que uno no es diferente de la
Realidad auto-luminosa que brilla como una llama?
M: (A) El
propósito de la enseñanza de que uno debe cultivar la idea de que uno no es
diferente de la Realidad auto-luminosa es éste: la escritura define la
meditación en estas palabras, «En medio del loto del corazón, de ocho pétalos,
que es de la naturaleza de todo, y al cual se alude como Kailasa, Vaikundha y
Parama-pada, está la Realidad, que es del tamaño de un pulgar, que es
deslumbrante como el relámpago y que brilla como una llama. Por la meditación
en ella, una persona obtiene la inmortalidad». Por esto debemos saber que por
tal meditación uno evita los defectos de (1) el pensamiento de la diferencia,
en la forma «yo soy diferente, y eso es diferente», (2) de la meditación sobre
lo que es limitado, (3) de la idea de que lo real es limitado, y (4) de que
está limitado a un único lugar.
(B) El
propósito de la enseñanza de que uno debe meditar con el pensamiento «Yo soy
Él» es éste: sahaham: soham; sah el supremo Sí mismo, aham el Sí mismo que es
manifiesto como «yo». El jiva, que es el Shiva-linga, reside en el loto del
corazón, que es su sede situada en el cuerpo que es la ciudad del Brahman; la
mente, que es de la naturaleza de la egoidad, sale afuera identificándose a sí
misma con el cuerpo, etc. Ahora, la mente debe ser disuelta en el corazón, es
decir, la sensación «yo», que está situada en el cuerpo, etc., debe ser
desechada. Cuando uno indaga así: «¿Quién soy yo?», permaneciendo imperturbado,
en ese estado la naturaleza del Sí mismo deviene manifiesta de una manera sutil
como «yo—yo»; esa naturaleza del sí mismo es todo, y sin embargo nada, y es
manifiesta como el supremo Sí mismo por todas partes sin la distinción de
interior y exterior; eso brilla como una llama, según lo hemos dicho antes, que
significa la verdad «Yo soy el Brahman». Si, sin meditar sobre eso como
idéntico con uno mismo, uno imagina que eso es diferente, la ignorancia no
partirá. Por consiguiente, se prescribe la meditación en la identidad.
Si uno
medita durante mucho tiempo, sin ninguna perturbación, incesantemente sobre el
Sí mismo, con el pensamiento «Yo soy Él», que es la técnica de la reflexión
sobre el Sí mismo, eliminará la oscuridad de la ignorancia que está en el
corazón y todos los impedimentos que no son más que el efecto de la ignorancia,
y obtendrá la plena sabiduría*.
Así pues,
realizar la Realidad en la caverna del corazón que está en la ciudad (del
Brahman), a saber, en el cuerpo, es lo mismo que realizar al Dios Omniperfecto.
En la ciudad
de las nueve puertas, que es el cuerpo, el sabio reside en paz**.
El cuerpo es
el templo; el jiva es Dios (Shiva). Si uno le adora con el pensamiento «Yo soy
Él», uno obtendrá la liberación.
El cuerpo,
que consiste en las cinco envolturas, es la caverna. El supremo que reside ahí
es el señor de la caverna. Así lo declaran las escrituras.
Puesto que
el Sí mismo es la realidad de todos los dioses, la meditación en el Sí mismo,
que es uno mismo, es la más grande de todas las meditaciones. Todas las demás
meditaciones están incluidas en ésta. Las demás meditaciones se prescriben para
obtener ésta. Así pues, si se obtiene ésta, las demás no son necesarias.
Conocer el propio Sí mismo de uno, es conocer a Dios. Sin conocer el propio Sí
mismo de uno que medita, imaginar que hay una deidad que es diferente y meditar
en ella, es comparado por los grandes al acto de medir con el pie la propia
sombra de uno, y a buscar una concha trivial después de desechar una gema
inapreciable que está ya en la posesión de uno ***.
30 D: Aunque
sólo el corazón y el Brahmarandhra son los lugares aptos para la meditación,
¿puede uno meditar, si es necesario, en los seis centros místicos (adharas)?
M: Los seis
centros místicos, etc., que se dice que son lugares de meditación, son sólo
productos de la imaginación. Todos éstos están pensados para los principiantes
en yoga. Con referencia a la meditación en los seis centros, los Shiva-yogis
dicen: «Dios, que es de la naturaleza de la autoconsciencia no dual y plena,
nos manifiesta, sostiene y disuelve a todos. Es un gran pecado corromper esa
Realidad sobreimponiendo-Le diversos nombres y formas como Ganapati, Brahma,
Vishnu, Rudra, Mahesvara y Sadashiva», y los Vedantines declaran: «Todo eso son
sólo imaginaciones de la mente». Por consiguiente, si uno conoce el propio Sí
mismo de uno, que es de la naturaleza de la consciencia que conoce todo, uno
conoce todo. Los grandes también han dicho: «Cuando ese Uno es conocido como es
en Sí Mismo, todo aquello que no ha sido conocido deviene conocido». Si
nosotros, que estamos dotados con diversos pensamientos, meditamos en Dios, que
es el Sí mismo, nos liberamos de la pluralidad de pensamientos por ese único
pensamiento; e incluso ese único pensamiento se desvanecerá. Esto es lo que se
entiende al decir que conocer el propio Sí mismo de uno es conocer a Dios. Este
conocimiento es la liberación.
31 D: ¿Cómo
tiene que pensar uno en el Sí mismo?
M: El Sí
mismo es auto-luminoso, sin oscuridad ni luz, y es la realidad que es
automanifiesta. El pensamiento mismo de pensar acabará en esclavitud. El
propósito de la meditación en el Sí mismo es hacer que la mente tome la forma
del Sí mismo. En medio de la caverna del corazón, el puro Brahman es
directamente manifiesto como el Sí mismo en la forma «yo—yo». ¿Puede haber una
ignorancia más grande que pensar en él de múltiples maneras, sin conocer-Lo
como se acaba de mencionar?
32 D: Se ha
afirmado que el Brahman es manifiesto en el corazón como el Sí mismo en la
forma «yo—yo». Para facilitar una comprensión de esta afirmación, ¿puede
explicarse más?
M: ¿No está
dentro de la experiencia de todos que durante el sueño profundo, el
desvanecimiento, etc., no hay ningún conocimiento, es decir, ni conocimiento de
sí mismo ni ningún otro tipo de conocimiento? Después, cuando hay experiencia
en la forma «Yo he despertado del sueño profundo» o «Yo me he recuperado del
desmayo» —¿No es eso un modo de conocimiento específico que ha surgido del
antedicho estado sin distinción? Este conocimiento específico es llamado
vijnana. Este vijnana deviene manifiesto sólo como perteneciente ya sea al Sí
mismo o ya sea al no-sí mismo, y no por sí mismo. Cuando pertenece al Sí mismo,
es llamado conocimiento verdadero, conocimiento en la forma de ese modo mental
cuyo objeto es el Sí mismo, o conocimiento que tiene por contenido el (Sí
mismo) indiviso; y cuando pertenece al no-sí mismo, es llamado ignorancia. El
estado de este vijnana, cuando pertenece al Sí mismo y es manifiesto como de la
forma del Sí mismo, se dice que es la manifestación «yo». Esta manifestación no
puede tener lugar aparte de lo Real (es decir, el Sí mismo). Es esta
manifestación la que sirve como la marca de la experiencia directa de lo Real.
Sin embargo, por sí mismo esto no puede constituir el estado de ser lo Real.
Eso, en dependencia de lo cual tiene lugar esta manifestación, es la realidad
básica que también es llamada prajnana. El texto vedántico «prajnanam brahma»
enseña la misma verdad.
Conoce esto
como el propósito de la escritura también. El Sí mismo, que es auto-luminoso y
el presenciador de todo, se manifiesta a sí mismo como residiendo en la
vijnanakosa (envoltura del intelecto). Por el modo mental que es indiviso,
aprehende este Sí mismo como tu meta y saboréalo como el Sí mismo.
33 D: ¿Qué
es lo que se llama la adoración interior, o adoración de lo sin atributos?
M: En textos
tales como el Ribhu-gita, la adoración de lo sin atributos ha sido explicada
minuciosamente (como una disciplina aparte). Sin embargo, todas las disciplinas
tales como el sacrificio, la caridad, la austeridad, la observancia de votos,
el japa, el yoga y la puja son, en efecto, modos de meditación de la forma «Yo
soy el Brahman». Así pues, en todos los modos de las diversas disciplinas, uno
debe cuidar de no alejarse del pensamiento «Yo soy el Brahman». Éste es el
propósito de la adoración de lo sin atributos.
34 D:
¿Cuáles son los ocho miembros del conocimiento (jnana-ashtanga)?
M: Los ocho
miembros son aquellos que ya se han mencionado, a saber, yama, niyama, etc.,
pero definidos diferentemente.
De estos -
(1) Yama:-
Esto es controlar el agregado de los órganos de los sentidos, realizando los
defectos que están presentes en el mundo que consiste en el cuerpo, etc.
(2) Niyama:-
Esto es mantener una corriente de modos mentales que se refieren al Sí mismo y
rechazar los modos contrarios. En otras palabras, significa el amor que surge
ininterrumpidamente por el supremo Sí mismo.
(3) Asana:-
Eso con cuya ayuda se hace posible la meditación constante en el Brahman es
asana.
(4)
Pranayama:- Rechaka (exhalación) es la eliminación de los dos aspectos irreales
de nombre y forma de los objetos que constituyen el mundo, el cuerpo etc.;
puraka (inspiración) es aprehender los tres aspectos reales, a saber,
existencia, consciencia y felicidad, que son constantes en esos objetos, y
kumbhaka es retener esos aspectos así aprehendidos.
(5)
Pratyahara:- Esto es impedir que el nombre y la forma, que han sido eliminados,
entren de nuevo en la mente.
(6)
Dharana:- Esto es hacer que la mente permanezca en el corazón, sin extraviarse
fuera, y realizar que uno es el Sí mismo mismo, que es existencia-
consciencia-felicidad.
(7) Dhyana:-
Esto es la meditación de la forma «Yo soy sólo pura consciencia». Es decir,
después de dejar de lado el cuerpo, que consiste en las cinco envolturas, uno
indaga «¿Quién soy yo?», y como resultado de eso, uno permanece como «yo», que
brilla como el Sí mismo.
(8)
Samadhi:- Cuando la manifestación «yo» cesa también, hay experiencia directa
(sutil). Esto es samadhi.
En lo que
respecta al pranayama, etc., detallado aquí, las disciplinas tales como asana,
etc., mencionadas en relación con el yoga, no son necesarias. Los miembros del
conocimiento pueden ser practicados en todos los lugares y en todos los
tiempos. Con respecto al yoga y al conocimiento, uno puede seguir cualquiera
que le agrade, o ambos, según las circunstancias. Los grandes maestros dicen
que el olvido es la raíz de todo mal, y que es la muerte para aquellos que
buscan la liberación*; así pues, uno debe reposar la mente en el propio Sí
mismo de uno y no debe olvidar nunca al Sí mismo: ésta es la meta. Si se
controla la mente, todo lo demás puede ser controlado. La distinción entre el
yoga con ocho miembros y el conocimiento con ocho miembros, ha sido expuesta
minuciosamente en los textos sagrados; así pues, aquí sólo se ha dado la
sustancia de esta enseñanza.
35 D: ¿Es
posible practicar al mismo tiempo el pranayama perteneciente al yoga, y el
pranayama perteneciente al conocimiento?
M: Mientras
no se haya hecho que la mente repose en el corazón, ya sea a través de la
retención absoluta del soplo (kevala-kumbhaka) o ya sea a través de la
indagación, se necesitan rechaka, puraka, etc. De aquí que, el pranayama del
yoga tenga que practicarse durante la instrucción, y el otro pranayama puede
ser practicado siempre. Así pues, ambos pueden ser practicados. Es suficiente
si el pranayama yóguico es practicado hasta que se obtiene la pericia en la
retención absoluta.
36 D: ¿Por
qué debe enseñarse diferentemente la vía a la liberación? ¿No creará confusión
en la mente de los aspirantes?
M: En los
Vedas se enseñan varias vías para adecuarse a los diferentes grados de los
aspirantes cualificados. Sin embargo, puesto que la liberación es solo la
destrucción de la mente, todos los esfuerzos tienen como su meta el control de
la mente. Aunque los modos de meditación pueden parecer diferentes unos de
otros, al final todos ellos devienen uno. No hay ninguna duda de esto. Uno puede
adoptar la vía que convenga a la madurez de su propia mente.
El control
del prana, que es el yoga, y el control de la mente, que es el jnana* —éstos
son los dos medios principales para la destrucción la mente. Para algunos, el
primero puede parecer fácil, y para otros el segundo. Sin embargo, el jnana es
como someter a un toro embravecido, engatusándolo con hierba verde, mientras
que el yoga es como controlarlo a través del uso de la fuerza. Así pues, los
sabios dicen: de los tres grados de aspirantes cualificados, el más alto
alcanza la meta haciendo que la mente permanezca firme en el Sí mismo mediante
la determinación de la naturaleza de lo real por la indagación vedántica, y por
la consideración del propio sí mismo de uno y todas las cosas como de la
naturaleza de lo real; el mediano, haciendo que la mente permanezca en el
corazón a través del kevala-kumbhaka y meditando durante mucho tiempo en lo
real; y el de grado más bajo, obteniendo ese estado de una manera gradual a
través del control del soplo, etc.
Hay que
hacer que la mente repose en el corazón hasta la destrucción del pensamiento
«yo», que es de la forma de la ignorancia, y que reside en el corazón. Esto
mismo es jnana; sólo esto es también dhyana. El resto no es más que una mera
digresión de palabras, una digresión de los textos. Así lo proclaman las
escrituras. Por consiguiente, si uno obtiene la pericia de retener la mente en
el propio Sí mismo de uno a través de un medio u otro, uno no necesita
preocuparse por otros asuntos.
Los grandes maestros
también han enseñado que el devoto es más grande que los yoguis**, y que el
medio para la liberación es la devoción, que es de la naturaleza de la
reflexión sobre el propio Sí mismo de uno***.
Así pues, la
vía para realizar el Brahman es lo que se llama diversamente, Dahara-vidya,
Brahma-vidya, Atma-vidya, etc. ¿Qué más puede decirse que esto? Uno debe
comprender el resto. Las escrituras enseñan en diferentes modos. Después de
analizar todos esos modos, los más grandes declaran que éste es el medio más
corto y el mejor.
37 D:
Practicando las disciplinas enseñadas arriba, uno puede deshacerse de los
obstáculos que están en la mente, a saber, la ignorancia, la duda, el error,
etc., y obtener con ello la quiescencia de la mente. Sin embargo, hay una última
duda. Después de que la mente ha sido disuelta en el corazón, hay sólo
consciencia brillando como la realidad plena. Cuando la mente ha asumido así la
forma del Sí mismo, ¿quién hay para indagar? Esa indagación resultaría en
auto-adoración. ¡Sería como la historia del pastor que busca la oveja que
estuvo siempre sobre sus hombros!
M: El jiva
mismo es Shiva; Shiva mismo es el jiva. Es verdadero que el jiva no es ningún
otro que Shiva. Cuando el grano está oculto dentro de la cáscara, es llamado
arroz integral; cuando se elimina la cáscara, es llamado arroz. Similarmente,
mientras uno está atado por el karma, uno permanece un jiva; cuando la atadura
de la ignorancia se rompe, uno brilla como Shiva, la Deidad. Así lo declara un
texto de las escrituras. Por consiguiente, el jiva, que es la mente, es en
realidad el puro Sí mismo; pero, olvidando esta verdad, se imagina que es un
alma individual y deviene atrapado en la forma de la mente. Así pues, su
búsqueda del Sí mismo, que es él mismo, es como la búsqueda de la oveja por el
pastor. Pero, no obstante, el jiva que ha olvidado su sí mismo, no devendrá el
Sí mismo a través del mero conocimiento mediato. Debido al impedimento causado
por las impresiones residuales almacenadas en nacimientos previos, el jiva olvida
una y otra vez su identidad con el Sí mismo, y deviene engañado,
identificándose con el cuerpo, etc. ¿Acaso devendrá una persona un oficial de
alto rango con sólo mirarle? ¿Acaso no es por un esfuerzo sostenido en esa
dirección como uno puede devenir un oficial de alto rango? Similarmente, el
jiva, que está en esclavitud por la identificación mental con el cuerpo, etc.,
debe hacer uso del esfuerzo en la forma de reflexión en el Sí mismo, de una
manera gradual y sostenida; y cuando de esta manera la mente devenga destruida,
el jiva devendrá el Sí mismo*.
La reflexión
sobre el Sí mismo que se practica así constantemente, destruirá la mente, y
después se destruirá a sí misma como la estaca que se usa para avivar los
carbones que queman a un cadáver. Es este estado lo que se llama liberación.
38 D: Si el
jiva es por naturaleza idéntico con el Sí mismo, ¿qué es lo que impide al jiva
realizar su verdadera naturaleza?
M: Es el
olvido de la verdadera naturaleza del jiva; esto es conocido como el poder del
ocultamiento.
39 D: Si es
cierto que el jiva se ha olvidado a sí mismo, ¿cómo surge para todos la
experiencia «yo»?
M: El velo
no oculta completamente al jiva*; sólo oculta la Auto-naturaleza de «yo» y
proyecta la noción «yo soy el cuerpo»; pero no oculta la existencia del Sí
mismo, que es «yo», y que es real y eterna.
40 D:
¿Cuáles son las características del jivan-mukta (el liberado en vida) y del
videha-mukta (el liberado en la muerte)?
M: «Yo no
soy el cuerpo; yo soy el Brahman que es manifiesto como el Sí mismo. En mí, que
soy la Realidad plena*, el mundo, que consiste en cuerpos etc., es una mera
apariencia, como el azul del cielo». El que ha realizado la verdad así, es un
jivan-mukta. Sin embargo, mientras su mente no haya sido disuelta, puede surgir
alguna miseria para él por la relación con los objetos debida al prarabdha (el
karma que ha comenzado a fructificar y cuyo resultado es el cuerpo presente), y
como el movimiento de la mente no ha cesado, tampoco habrá la experiencia de la
felicidad. La experiencia del Sí mismo sólo es posible para la mente que ha
devenido sutil e inmóvil como resultado de la meditación prolongada. El que
está dotado así con una mente que ha devenido sutil, y que tiene la experiencia
del Sí mismo, es llamado un jivan-mukta. Es al estado de jivan-mukti al que se
alude como el Brahman sin atributos y como Turiya. Cuando incluso la mente
sutil deviene disuelta, y cesa la experiencia del sí mismo, y cuando uno está
inmerso en el océano de felicidad y ha devenido uno con él, sin ninguna
existencia diferenciada, uno es llamado un videha-mukta. Es al estado de
videha-mukta al que se alude como el Brahman transcendente sin atributos y como
el Turiya trascendente. Ésta es la meta final. Debido a los grados en la
miseria y la felicidad, puede decirse que los liberados, los jivan-muktas y
videha-muktas, pertenecen a cuatro categorías —Brahmavid, vara, variyan y
varishtha. Pero estas distinciones son desde el punto de vista de los demás que
les miran; sin embargo, en realidad no hay distinciones en la liberación
obtenida a través del jnana.
OBEDIENCIA
¡Que los
Pies de Ramana, el Maestro, que es el gran Shiva mismo y que es también en
forma humana, florezcan para siempre
A modo de resumen de sus
enseñanzas.
Es imposible resumir mejor el contenido de
las enseñanzas de sri Ramana de lo que él mismo expresó en sus propias obras,
ya de por sí breves y concisas, pero tal vez, y pensando en vosotros los
lectores de éste blog que en su mayoría no sois/somos expertos en el lenguaje
del Advaita, ni en el propio de Ramana, podamos aprovechar las reflexiones de otros sabios sobre las enseñanzas de Ramana.
Recogemos también, algunos de los párrafos de “La Felicidad y el Arte de Ser” de Michael James, autor al que hemos citado anteriormente: “Puesto que el auto-conocimiento verdadero es por lo tanto el estado en el que la consciencia individual, la mente o ego, es conocida como una apariencia falsa que nunca existió excepto en su propia imaginación, Sri Ramana a menudo lo describe como el estado de «no-egoidad», «pérdida de individualidad» o «destrucción de la mente». Otro término que se usa comúnmente, tanto en el budismo como en el vedanta advaita, para describir este estado de aniquilación o extinción de nuestra identidad personal, es nirvana, una palabra que significa literalmente «apagado» o «extinguido». Éste es el mismo estado al que la mayoría de religiones se refieren como «liberación» o «salvación», debido a que solo en este estado de auto-conocimiento verdadero estamos libres o salvados de la esclavitud de tomarnos erróneamente por un individuo separado, una consciencia que está confinada dentro de los límites de un cuerpo físico.
Dice Raimon Panikkar -el Sabio de Tavertet- enamorado de la India, nunca perdió el contacto con
el país asiático desde que en 1955 lo visitase por primera vez. “Me fui
cristiano, me descubrí hindú y vuelvo budista, sin haber dejado de ser
cristiano”, solía decir el filósofo en una aplicación práctica de su defensa de
la convivencia entre religiones.
al que ya dedicamos una entrada que podéis ver aquí:
http://terraxamanrutes.blogspot.com.es/2007/02/rutes-amb-el-cor-iii.html
en su
obra “Sanatana-dharma”: “En la India se encuentran todas las gamas de la
actividad contemplativa, pero hay una que por serle bastante característica
quisiéramos subrayar. Es aquella que algunos creen que se pasa de la raya porque
aspirando a trascenderlo todo, trasciende la misma realidad, cayendo entonces
en un nihilismo distinto de la verdadera vacuidad, por así decir. A ésta
contemplación acósmica se la podría llamar contemplación pura, pero deberíamos
inmediatamente añadir, para evitar confusiones, que se trata de una pureza tal
que pretende purificarse incluso de cualquier adherencia. Sunya o nirvana,
serían los nombres más apropiados, pero su explicitación nos desbordaría en
este momento…
Se trata de una
contemplación, no sólo vacía de contenido, sino también de intencionalidad y,
por tanto de meta; no es una contemplación que pretenda ver algo, sino que es
una contemplación pura sin objeto y sin apoyo, sin “ser” que la fundamente o
que desde el fin la atraiga. No es una contemplación que haya negado el ser,
sino que ha renunciado a él –acaso porque ha descubierto que el “ser” no se
puede ver, sino que a lo máximo hay que “serlo”, ”Abyssus abyssum invocat”.
Estamos sobre el filo de la navaja o sobre la cúspide de un monte agudo;
cualquier movimiento nos puede precipitar en el abismo. De ahí que la
inmovilidad, incluso corporal, sea una de sus prácticas.
Esta contemplación típica
aunque no exclusivamente hindú… es la contemplación de la nada… no se trata de
la contemplación de la nada como objeto, sino de la renuncia a todo objeto de
contemplación, no es que se contemple la nada, sino que no se contempla nada.
Ahí está la contemplación pura. Mientras pensemos en términos de “ser”, lo que
equivale a decir mientras pensemos, no podremos nunca, ni siquiera vislumbrar
de lo que se trata.
La contemplación pura no es una mera intuición intelectual,
en el sentido que lo que la razón nos
descubre velada e imperfectamente, la contemplación nos lo manifiesta inmediata
y plenamente: no hay nada que ver. En la contemplación pura hay un cambio
radical de plano; la diferencia no es de grado, sino de naturaleza: el salto
trasciende el mismo ser y no se piensa ya. Sólo muy aproximadamente puede
llamarse “visión” porque en rigor no se “ve” nada, ni hay ningún objeto que
ver. Tampoco puede decirse que sea una visión de sí mismo, si este si mismo se
interpreta de una forma finita y por tanto como objeto de la visión. Sería más bien
una “visión” que ve sin que haya nada que termine su visión, algo así como si
la pantalla o el término de la visión se fuese alejando constantemente en un
universo en expansión, infinito, que no termina nunca.
La contemplación de brahmán
no es la contemplación del “Ser" y, por tanto, la salvación que la
contemplación pura lleva consigo no es del tipo helénico de asimilación al Ser
y de llegada hasta él por medio de la comprensión, del abrazo del intelecto. La
contemplación pura salva porque libera, de todo, incluso del ser. Todos los vínculos
desaparecen porque los supuestos ónticos en donde ellos pudieran anudarse han
desaparecido también…
Nos referimos a la actitud
acósmica del renunciante hindú en su forma más radical. Para éste, de una forma
teórica y vital, el mundo no existe. Este acosmismo no es necesariamente
inhumano, pues respeta plenamente la ignorancia
de los otros. Acaso un Tamana Maharshi en nuestros días podría ofrecernos un
ejemplo concreto, además de los innumerables sadhu que aún existen en la India
de hoy. “Ramana no existe, es existente sólo para ustedes” es una frase que se
le atribuye. “El mundo es un sueño que no ha sido ni siquiera soñado por nadie”
es otro aforismo que se atribuye a Sankara.
Cuando el conocimiento nos
lleva a lairrealidad del mundo, de todos nuestros pensamientos sobre él y
nosotros mismos, se llega a este acosmismo radical que se hace difícil de
comprender, aunque no se puede afirmar que haya samnyasi que así lo crean y
vivan consecuentemente.
Se podrá interpretar este
acosmismo como una actitud meramente psicológica, pero no se puede afirmar que
sus representantes sean caso patológicos o dementes bajo ningún concepto. Este
sahu –Ramana Maharshi- no da testimonio, pues para él no hay nadie a quien
darlo, pero nos da testimonio de la contingencia pura y de la realidad
puramente transcendente sin residuos de inmanencia…
Sea ello lo que fuere,
esta contemplación pura, aun cuando no siempre realizada, ni siquiera por todos
aceptasa, está ahí, ejerciendo como un magnetismo potente a cualquier esfuerzo
contemplativo y atrayendo como un abismo la sed de liberación total del hombre
sobre la tierra.
Recogemos también, algunos de los párrafos de “La Felicidad y el Arte de Ser” de Michael James, autor al que hemos citado anteriormente: “Puesto que el auto-conocimiento verdadero es por lo tanto el estado en el que la consciencia individual, la mente o ego, es conocida como una apariencia falsa que nunca existió excepto en su propia imaginación, Sri Ramana a menudo lo describe como el estado de «no-egoidad», «pérdida de individualidad» o «destrucción de la mente». Otro término que se usa comúnmente, tanto en el budismo como en el vedanta advaita, para describir este estado de aniquilación o extinción de nuestra identidad personal, es nirvana, una palabra que significa literalmente «apagado» o «extinguido». Éste es el mismo estado al que la mayoría de religiones se refieren como «liberación» o «salvación», debido a que solo en este estado de auto-conocimiento verdadero estamos libres o salvados de la esclavitud de tomarnos erróneamente por un individuo separado, una consciencia que está confinada dentro de los límites de un cuerpo físico.
La única realidad que existe y es conocida
en este estado de no-egoidad, nirvana o salvación es la consciencia fundamental
y esencial «yo soy». Puesto que no se identifica a sí misma con ningún adjunto
limitativo, la consciencia esencial y pura «yo soy» es un todo único,
ininterrumpido e ilimitado, del que nada puede existir separado. Toda la diversidad
y multiplicidad que parece existir mientras nos identificamos con un cuerpo físico,
es conocida solo por la mente, que es meramente una forma distorsionada y
limitada de la consciencia original «yo soy». Si esta consciencia «yo soy» no
existiera, nada más podría parecer existir. Por lo tanto, la consciencia fundamental
«yo soy» es la fuente y origen de todo conocimiento —la única base de todo lo
que parece existir.
La consciencia esencial «yo soy» es así la
realidad última, la fuente original de la que todo surge, y el destino final
hacia el que todas las religiones y tradiciones espirituales buscan
conducirnos. La mayoría de las religiones llaman a esta realidad fundamental «Dios»
o el «Ser Supremo», o también se refieren a ella de una manera más abstracta
como el estado de ser verdadero. Pero por
cualquier nombre que la llamen —y ya sea que la describan como un ser o como un
estado de ser —la verdad es que la realidad suprema y absoluta no es nada sino
nuestro ser, la consciencia que experimentamos como «yo soy».
En su forma verdadera, su naturaleza
esencial, Dios no es algo o alguien que exista fuera o separado de nosotros,
sino que es el espíritu o consciencia que existe dentro de nosotros como
nuestra naturaleza esencial. Dios es la pura consciencia «yo soy», la forma
verdadera de la consciencia que no está limitada al identificarse con un cuerpo
físico o con cualquier otro adjunto. Pero cuando nosotros, que somos esa misma
consciencia pura «yo soy», nos identificamos con un cuerpo físico, sintiendo
«yo soy este cuerpo, soy una persona, un individuo confinado dentro de los
límites del tiempo y el espacio», devenimos la mente, una forma de consciencia
falsa e ilusoria. Debido a que de esta manera nos identificamos con adjuntos,
nos separamos aparentemente de la pura consciencia sin-adjuntos «yo soy», que
es Dios. Al imaginarnos así como un individuo separado de Dios, violamos su
totalidad ilimitada y su unidad indivisa.
La meta interna de todas las religiones y
tradiciones espirituales, es liberarnos de este estado ilusorio en el que nos
imaginamos que estamos separados de Dios, la única realidad ilimitada e
indivisa. Por ejemplo, en el cristianismo este estado en el que violamos la
unidad y totalidad de Dios al imaginarnos como un individuo separado de él, es
llamado el «pecado original», que es la causa raíz de toda miseria e
infelicidad. Debido a que solo podemos devenir libres de este «pecado original»
conociendo la verdad, Cristo dijo, «…conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres» (San Juan 8.32).
Un breve comentario sobre la imagen anterior:
La verdad que debemos conocer para ser hechos libres, es la verdad de que no somos nada sino la pura consciencia «yo soy» sin-adjuntos —ese «yo soy» que es la forma verdadera de Dios, como fue descubierto por él cuando reveló su identidad a Moisés diciendo, «YO SOY EL QUE SOY» («ehyeh asher ehyeh» —Éxodo 3.14).
Un breve comentario sobre la imagen anterior:
El impacto de la aplicación de estos principios
Vaastu a una estructura (casa, oficina, iglesia, templo, apartamento, pueblo,
estatua, pintura, pieza de joyería, etc.) es que la estructura,
independientemente de su tamaño, se convierte en una "estructura
viva." Living estructura significa que la estructura está vibrando con
cualidades vivificantes de la conciencia seleccionados específicamente para un
habitante o un grupo de habitantes. Si bien el concepto de
"estructura viva" es difícil de entender, una historia por el Dr. V.
Ganapati Sthapati, en la película documental, "Un Shilpi Habla,"
podría ayudar a aclarar este concepto:
Cuando mi padre trabajaba en el ashram de Ramana
tenía que hacer una estatua de Sri Ramana Maharshi. Mi padre estaba muy
cerca de él. Había visto los sentimientos más íntimos del Maharishi en su
rostro. Lo que mi padre vio, saboreó y absorbió. Cuando se comenzó el trabajo
sobre la imagen del Maharishi, él vendría todos los días a ver el progreso. A
medida que la imagen estaba casi terminado, miró a la estatua y dijo,
"Oh!Ramana está aquí! " Inmediatamente mi padre abandonó su martillo y un cincel.
A través de la correcta ejecución de vaastu Ciencia,
la estatua dejó de ser simplemente un trozo de piedra y se convirtió en animada
con la conciencia, cualidades y características de Ramana Maharshi. Cuando
Ramana Maharishi fue testigo de su propia conciencia y cualidades despiertas en
la piedra reconoció que la piedra se había convertido en una estructura viva
que exuda la frecuencia vibratoria de Sri Ramana Maharshi.
La verdad que debemos conocer para ser hechos libres, es la verdad de que no somos nada sino la pura consciencia «yo soy» sin-adjuntos —ese «yo soy» que es la forma verdadera de Dios, como fue descubierto por él cuando reveló su identidad a Moisés diciendo, «YO SOY EL QUE SOY» («ehyeh asher ehyeh» —Éxodo 3.14).
«YO
SOY EL QUE SOY», es una expresión tan perfecta de la naturaleza de la primera
persona del ser absoluto, eterno, no-dual, no-objetivo y auto-consciente, Sri
Ramana solía decir que es el mahavakya más grande, incluso más grande que los
cuatro mahavakyas o «grandes dichos» de los Vedas.
Aunque el sentido de cada uno de los mahavakyas védicos, a saber, «la consciencia pura es Brahman», «Yo soy brahman», «ello eres tú» y «este sí mismo es brahman», es esencialmente el mismo que el de este dicho Bíblico, ellos son de hecho expresiones menos perfectas y exactas de la realidad debido a que cada uno de ellos contiene una o más palabras que no están en la forma de la primera persona.
Es decir, en «YO SOY EL QUE SOY» el sentido de ser de la primera persona, «soy», es igualado solo consigo mismo y no con nada más, mientras que en cada uno de los mahavakyas védicos, es igualado ya sea con un nombre de tercera persona, brahman, que significa la realidad absoluta o espíritu supremo, o con el pronombre de la tercera persona «ello», que denota la misma realidad absoluta.
Aunque «yo soy» es verdaderamente la realidad absoluta o brahman, tan pronto como pensamos que ello es así, la atención es retirada de la consciencia de ser natural de primera persona, hacia una concepción mental extraña y antinatural de «la realidad absoluta».
Para ayudarnos a fijar la atención total e indivisa en «yo soy», es mejor que se nos diga que «yo soy» es solo «yo soy», antes que decirnos que «yo soy» es Dios, brahman o la realidad absoluta.
Aunque el sentido de cada uno de los mahavakyas védicos, a saber, «la consciencia pura es Brahman», «Yo soy brahman», «ello eres tú» y «este sí mismo es brahman», es esencialmente el mismo que el de este dicho Bíblico, ellos son de hecho expresiones menos perfectas y exactas de la realidad debido a que cada uno de ellos contiene una o más palabras que no están en la forma de la primera persona.
Es decir, en «YO SOY EL QUE SOY» el sentido de ser de la primera persona, «soy», es igualado solo consigo mismo y no con nada más, mientras que en cada uno de los mahavakyas védicos, es igualado ya sea con un nombre de tercera persona, brahman, que significa la realidad absoluta o espíritu supremo, o con el pronombre de la tercera persona «ello», que denota la misma realidad absoluta.
Aunque «yo soy» es verdaderamente la realidad absoluta o brahman, tan pronto como pensamos que ello es así, la atención es retirada de la consciencia de ser natural de primera persona, hacia una concepción mental extraña y antinatural de «la realidad absoluta».
Para ayudarnos a fijar la atención total e indivisa en «yo soy», es mejor que se nos diga que «yo soy» es solo «yo soy», antes que decirnos que «yo soy» es Dios, brahman o la realidad absoluta.
«Conocer la verdad» no
significa conocerla teóricamente, sino conocerla como una experiencia directa e
inmediata. Para destruir la ilusión de que somos una consciencia individual
limitada, una persona separada del todo perfecto que es llamado Dios, debemos experimentarnos
como la pura consciencia «yo soy» ilimitada e indivisa. Por lo tanto, para
conocer la verdad y con ello ser hechos libres de la ilusión llamada «pecado original»,
debemos morir y nacer de nuevo —debemos morir a la carne y nacer de nuevo como
el espíritu. Por eso es por lo que Cristo dijo, «A no ser que un hombre nazca
de nuevo, no puede ver el reino de Dios… A no ser que un hombre nazca de… el
Espíritu, él no puede entrar en el reino de Dios. Eso que nace de la carne es
carne; y eso que nace del Espíritu es espíritu» (San Juan 3.3 y 3.5-6).
Es decir, para experimentar y entrar dentro
del verdadero estado de Dios, debemos dejar de existir como un individuo
separado, como una consciencia que se identifica con la carne y con todas las
limitaciones de la carne, y debemos redescubrirnos como el espíritu ilimitado e
ininterrumpido, la pura, inadulterada e infinita consciencia «yo soy», que es
la realidad absoluta que llamamos «Dios». Cuando nos identificamos con un cuerpo
hecho de carne, devenimos esa carne, pero cuando dejamos de identificarnos con esa
carne y nos conocemos como mero espíritu, nacemos de nuevo como nuestra
naturaleza original, el espíritu puro o consciencia «yo soy».
La necesidad para nosotros de sacrificar la
individualidad para nacer de nuevo como el espíritu, es un tema recurrente en
las enseñanzas de Jesucristo. «Si el grano de trigo no cae en la tierra y
muere, quedará solo: pero si muere, dará mucho fruto. El que ama su vida la
pierde; y el que aborrece su vida en este mundo la guardará para la vida eterna
» (San Juan 12.24-25). «Quienquiera que busque salvar su vida la perderá; y
quienquiera que pierda su vida la conservará» (San Lucas 17.33). «Y él que no
toma su cruz, y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida la
perderá; y el que pierda su vida por amor de mí, la hallará» (San Mateo 10.38-39).
«El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Pues el que quiera salvar su vida la perderá; y el que pierda su vida por mí,
la hallará. ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? ¿O
qué podrá dar el hombre a cambio de su alma?» (San Mateo 16.24-26, y también San
Marcos 8.34-37 y San Lucas 9.23-25).
Es decir, para redescubrir la vida
verdadera y eterna como el espíritu, debemos perder la vida falsa y transitoria
como un individuo. Si buscamos guardar la individualidad falsa, estaremos
perdiendo en efecto nuestro espíritu real. Éste es el precio que tenemos que
pagar para vivir como un individuo en este mundo. Por lo tanto, todo lo que
podamos ganar u obtener en este mundo, lo hacemos al precio de perder nuestro
sí mismo real, el estado de perfección y totalidad (que en este contexto es lo
que Cristo quiere decir con el término nuestra «propia alma»). A cambio de
recobrar nuestro estado de totalidad perfecto y original, solo tenemos que
abandonar la individualidad y todo lo que va con ella. ¿Qué es verdaderamente
beneficioso, perder el todo y ganar meramente una parte, o abandonar una mera
parte a cambio del todo?
Para abandonar o perder la individualidad,
como Cristo había hecho, él dice que debemos seguirle negándonos a nosotros y
llevando nuestra cruz. Negarnos a nosotros significa abstenerse de surgir como un
individuo separado de Dios, que es el todo —la «plenitud de ser» o totalidad de
todo lo que es. Llevar nuestra cruz significa abrazar la muerte o destrucción
de la individualidad, debido a que en los tiempos de Cristo, la cruz era un
poderoso símbolo de la muerte, al ser el instrumento usual de ejecución. Así pues,
aunque usara un lenguaje algo oblicuo para expresarlo, Cristo enfatizó
repetidamente la verdad de que para redescubrir nuestra vida real como el
espíritu, debemos sacrificar la vida falsa como un individuo.
Este sacrificio de la individualidad o
identificación con la carne, y nuestra consecuente resurrección o renacimiento
como el espíritu, fue simbolizado por Cristo a través de su propia crucifixión
y subsecuente resurrección. Al morir en la cruz y surgir de nuevo de entre los
muertos, Cristo nos dio una poderosa representación simbólica de la verdad de
que para devenir libres del «pecado original» de la identificación con la
carne, y con ello entrar en el «reino de Dios», debemos morir o dejar de
existir como un individuo separado, y de ese modo surgir de nuevo como el
espíritu puro, la consciencia infinita «yo soy».
Tumba de sri Ramana Maharshi en Sri Ramana Ashram.
Espero que os sea útil e interesante.
Espero que os sea útil e interesante.
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